Hace unas semanas un Coffee Shop de Pocitos estuvo en el centro de la atención de todos por escribir en su pizarrón “No se permiten ni perros ni  mejicanos”. El mensaje es parte de un diálogo de una famosa película de Quentin Tarantino, pero resulta imposible no verlo como un discurso discriminatorio.

Días después unos vecinos de Malvín escribieron «Atención Intendencia! Acá tampoco se aceptan mexicanos», con el objetivo de llamar la atención de las autoridades municipales sobre un viejo local abandonado transformado en basural. Sus constantes reclamos no tuvieron éxito, así que decidieron emular la acción del Coffee Shop, pero con un sentido totalmente diferente.
¿Por qué el diálogo de una película se transforma en un mensaje discriminatorio al descontextualizarlo? ¿Por qué un grupo de personas se apropian de este mensaje y aprovechan los sentidos modificados por una manipulación anterior del mismo?
Las respuestas están en los mecanismos de traducción  semiótica de lo dicho y lo no dicho y Richard Danta las analizó en Fuentes Confiables: