El doctor Ivo Pitanguy, uno de los cirujanos plásticos más destacados del mundo que ayudó a hacer de Brasil un destino frecuente de ricos y famosos que buscaban mejorar su apariencia, murió ayer a los 93 años. Según informó Patricia Sallum, vocera del famoso médico, Pitanguy sufrió un paro cardíaco la tarde del sábado en su casa en Río de Janeiro.
El viernes, el renombrado cirujano, que operó a decenas de famosos, muchos de los cuales alojaba en su isla de Angra dos Reis, en Rio de Janeiro, llevó la antorcha olímpica en una silla de ruedas.
Pitanguy siempre mantuvo su lista de pacientes en secreto, pero según numerosos artículos de prensa, celebridades como Sofía Loren, Gina Lollobrigida, Farah Diba, Jackie Onassis o Elizabeth Taylor se rindieron ante su mágico bisturí.
«Brasil pierde a uno de sus más renombrados científicos e intelectuales. Pitanguy dedicó su vida a que las personas vivieran mejor», dijo el presidente interino de Brasil, Michel Temer. «También es el autor de un importante trabajo social que privilegia la atención a los más necesitados. Hará mucha falta», agregó el Presidente.
Además de su trabajo estético con pacientes famosos de Brasil y del exterior, el cirujano se distinguió también por su labor social con personas anónimas a través del impulso de programas de cirugía reparadora en la red de salud pública brasileña, principalmente víctimas de quemaduras.
El incendio de la carpa de un circo en 1961 en Nitéroi, al otro lado de la bahía de Guanabara en Rio de Janeiro, fue el momento más importante de su carrera. Pitanguy, por entonces un joven médico que trabajaba en Urgencias y que se había especializado en cirugía plástica, operó durante tres días seguidos a centenares de quemados.
Y cuando luego se concentró en atender a los poderosos y famosos, su equipo siguió realizando todos los años decenas de operaciones estéticas y reparadoras para los pobres en el hospital Santa Casa de Rio.
Pitanguy , autor de más de 1.800 publicaciones, entre libros, capítulos de libros, prefacios, conferencias y artículos científicos, trabajó incansablemente por tornar la profesión más respetada, y formó a centenares de jóvenes cirujanos plásticos.
En 1989, el papa Juan Pablo II le concedió el Premio Cultura de la Paz y también recibió distinciones de diferentes organismos como el Premio de Divulgación Internacional de Investigación Médica de las Naciones Unidas.