Muchos siguen tratamientos o dietas mágicas por desesperación y desconocimiento. Luego de un período en el cual se sienten muy contentos, van notando estancamientos o no pueden sostener esas exigencias en el tiempo y recuperan todo lo que bajaron mágicamente.¿Qué significa tratamientos mágicos?
Son aquellos que prometen progresos rápidos pero atentan contra la salud física y psíquica. Nacen de publicaciones no especializadas, carecen de sustento científico y es difícil obtener con ellos cambios en los hábitos de alimentación.
Si deseás conseguir un resultado que se extienda en el tiempo no busques tratamientos que te ofrezcan resultados milagrosos que sirven para que tu objetivo se cumpla solo momentáneamente.Hay quienes eligen esos métodos porque se tientan con los logros aparentemente brillantes que otros alcanzaron, sin advertir que dichos beneficios aparentes no se sostienen en el tiempo, pues traen un efecto rebote. Inician tales tratamientos mágicos basados únicamente en el deseo de conseguir un brusco descenso de peso y, sin ver las consecuencias que pueden llegar a padecer con el tiempo, se frustran.
Algunos recurren a “pastillas milagrosas”, que contienen diuréticos y permiten eliminar mucho líquido, pero no grasas, con lo que se bajan kilos bruscamente. Otros tienen anorexígenos prohibidos por sus efectos ya comprobados. Estas dos posibilidades traen aparejado un sinnúmero de complicaciones: además de agua, se pierde materia magra constituida por elementos imprescindibles para la buena salud, como minerales importantes —sodio, potasio (indispensable para la función cardíaca), calcio—; también generan debilidad, desgano, malhumor, deterioro físico y un posterior desequilibrio del organismo.
Hay dietas que aseguran el descenso de diez kilos en quince días o en un mes. Atraen a muchísimas personas con un mensaje erróneo. Confunden al no distinguir que los seres humanos no somos iguales: no tenemos las mismas necesidades nutricionales, la misma actividad, la misma edad, el mismo sexo ni la misma talla, tampoco tenemos el mismo peso corporal. Por lo tanto, puede suceder que para llegar a la meta propuesta sigan una dieta carencial, que no cubra los aportes nutritivos que el organismo necesita para preservar la salud.
Muchas dietas que en un primer momento logran resultados observables no proveen de energía y nutrientes suficientes. Con el tiempo no se pueden sostener, debido a que generan mucha ansiedad por las prohibiciones que imponen y provocan enfermedades por carencias, pues una dieta reducida en calorías produce acostumbramiento y obliga al organismo a reducir cada vez más el consumo diario de calorías. Estos regímenes privados de principios nutritivos pueden causar anemia, osteoporosis, enfermedades cardiovasculares, etc.
Para que puedas adelgazar, será necesario en primera medida que busques un método en el cual aprendas a distinguir los principios nutritivos, la saciedad que te originan las diferentes posibilidades de alimentos y de preparaciones adecuadas y que asumas que la obesidad tiene recuperación pero no curación.
Para lograr adelgazar te servirá comprometerte con tu meta, no buscar la magia sino el aprendizaje y cultivar la paciencia.
Todo objetivo de dietas de moda es una restricción severa de algún principio nutritivo, puede que sea de hidratos de carbono o de proteínas.
Cuando hay restricción de hidratos de carbono como vegetales, papa, batata, choclo, arroz, pan, cereales, pastas, se produce el proceso denominado cetosis o quetosis: el hígado es el encargado de almacenar el glucógeno, polisacárido que constituye la reserva energética de nuestro organismo, y tiene una cantidad suficiente para entre 48 y 72 horas. Transcurrido este tiempo, nuestro cuerpo va a buscar el glucógeno almacenado en la grasa y esta se queda en sangre facilitando su eliminación.
Una pregunta obligada es: ¿qué tan saludable es el proceso de cetosis? Lo que hace una dieta de este tipo es animar a la persona a continuar realizándola por los efectos rápidos, pero ¿qué sucede a largo plazo?
Este tipo de propuestas para adelgazar podrían utilizarse en situaciones de estancamiento, no obstante es conveniente acostumbrar a las personas a que se alimenten de manera variada, que contemplen todos los principios nutritivos, alejando de sus vidas todo lo industrializado que son los responsables de las enfermedades cardiovasculares y de la obesidad.
También hay regímenes ricos en carbohidratos, como la dieta macrobiótica (Zen), la de Pritikin (carbohidratos no refinados) y las dietas a base de arroz, papas y jugos de fruta.
La dieta macrobiótica en diez etapas va aumentando los aportes de cereales, verduras y frutas, disminuyendo los nutrientes de origen animal, siendo en las etapas finales prácticamente una dieta vegetariana.
Todas estas dietas pueden ocasionar deficiencias de todo tipo.
Están también los regímenes que prevén un 34% de carbohidratos, un 40% de proteínas y un 26% de grasas, y un aporte calórico de 1000 kcal por día, por ejemplo, la dieta Scardale. Este médico cardiólogo sugiere un plan a seguir durante 14 días.
Como las situaciones anteriores, se obtienen resultados momentáneos, ya que, transcurrido el tiempo establecido, vuelve a ganarse peso.
En otras dietas de menos de 1000 calorías diarias, se pueden observar descensos rápidos de peso en las primeras dos semanas de tratamiento, aunque luego, en la mayoría de los casos, se comienza a recuperar el peso perdido.
Por eso mismo, hay que decir no a las dietas que no sean personalizadas. Las que aparecen en los medios masivos, que sirvan de guía para comprobar que se puede adelgazar comiendo saludablemente sin tantas restricciones, pero es necesario un tratamiento personalizado que contemple todos los aspectos propios del individuo.
Cuidá tu salud, nadie se puede hacer cargo de lo que vos mismo podés hacer y llegar al éxito y mantener un resultado saludable en el tiempo.