“En toda la geografía de los lugares marianos´, como le gustaba decir a san Juan Pablo II, se constata la búsqueda de la Madre: las hijas y los hijos de Dios necesitamos encontrar en Ella, el consuelo, la seguridad y la ayuda, sabiendo que la Virgen es la Omnipotencia suplicante: la que lo puede todo delante de Dios”, subrayó Mons. Jaime Fuentes, en la Misa celebrada el 8 de diciembre, Solemnidad de la Inmaculada Concepción de la Virgen María, en la que inauguró el Año Mariano en la Diócesis de Minas. “Será un Año de gracia, de confianza en la Madre de Dios y Madre nuestra, que nos llenará de paz y de alegría”, auguró.

El Pastor presentó, asimismo, su Carta Pastoral “Un Año con María, Madre de la Misericordia”, inauguró las obras de remodelación de la Catedral Inmaculada Concepción de Minas y una pinacoteca que ha calificado como “un espacio de contemplación” formada por reproducciones de 14 pinturas de Bartolomé Esteban Murillo (1617-1682).

En su homilía, Mons. Fuentes destacó que el pueblo cristiano tiene un “sentido sobrenatural de la fe” que “no se puede equivocar” y es que  “en momentos difíciles como los que vivimos ahora, cuando en tantos ambientes se ataca de distintas formas el modo de vivir cristiano, sentimos la necesidad de recurrir a la Santísima Virgen, que es el `trono de la gracia´, para conseguir misericordia (cf. Heb 4, 16)”.fuentes-3

Previo a la Misa, decenas de feligreses acompañaron al Obispo y a su Presbiterio en la procesión con la imagen de María Inmaculada por las principales arterias de la ciudad.

Luego llegaron junto a la Virgen a su Catedral remozada y colmada de personas, entre ellas la Intendenta de Lavalleja, Adriana Peña. “Pienso que la Virgen estará contenta. ¿A qué mujer no le gusta cambiar los colores de su casa, o los muebles, o aunque sea cambiarlos de sitio?…”, dijo el Obispo.

En su homilía, Mons. Fuentes señaló que “parecería que las palabras se quedan cortas para expresar la admiración que sentimos al contemplar a la Virgen Santísima Inmaculada, nuestra Patrona y nuestra Madre”. Recordó que en el Santuario Nacional de la Virgen del Verdún, la Virgen es venerada desde 1901 y en Minas desde la fundación de la Villa de la Concepción, en 1783.

“Acabamos de clausurar en la Iglesia el Año de la Misericordia, y la verdad es que, viendo el cuadro de violencia que percibimos en todos los órdenes y la impotencia de nuestros pobres esfuerzos frente a la ola de secularismo que nos acosa, pensaba: ¿no deberíamos prolongar de alguna manera el empeño del Papa Francisco en acudir a la misericordia de Dios?”, compartió el Pastor y explicó que entonces surgió la iniciativa de acudir a María “más intensamente” celebrando un Año Mariano hasta el próximo 8 de diciembre.

Este año dedicado a la Virgen comenzó con la bendición del Papa enviada a través de la Penitenciaría Apostólica, y la posibilidad de ganar la Indulgencia Plenaria, con las condiciones habituales. “Será un Año de gracia, de confianza en la Madre de Dios y Madre nuestra, que nos llenará de paz y de alegría”, aseguró Mons. Fuentes.

El Obispo expresó su agradecimiento a María Santísima por la terminación de las obras de restauración de  la Catedral, dedicada a su Inmaculada Concepción y mencionó a muchos de los que intervinieron de una forma u otra en ese gran trabajo, comenzando por el Padre Pablo Graña, “que motivó la colaboración de muchos para realizarla”, al arquitecto Francisco Collet, que diseñó y dirigió los trabajos, y a Adrián Vega y su equipo, que los ejecutó.

MURILLO Y EL “ESPACIO DE CONTEMPLACIÓN”

Refiriéndose al “espacio de contemplación” que han formado con las reproducciones de los cuadros de Bartolomé Esteban Murillo, “este pintor excepcional” que nació y murió en Sevilla, entre 1617 y 1682 y que “supo acercar los misterios de la fe, a la vida ordinaria de los hombres y mujeres de su tiempo”. “Lo hizo con tal maestría y piedad, que sus cuadros siguen despertando y avivando nuestros sentimientos más profundos: nuestra fe no son ideas: creemos en el Enmanuel, en Dios con nosotros, que se hizo Niño en las entrañas purísimas de una mujer llena de gracia; que siendo Niño necesitó los cuidados de su Madre y aprendió de su padre en la tierra su oficio; que disfrutó de la vida de familia, que murió en la Cruz…”, puntualizó. “Estos misterios, tan divinos y tan humanos, Murillo supo reflejarlos con tal belleza, que sus cuadros mueven a los hombres y mujeres de todos los continentes y de todas las edades a acercarse más a Dios”, enfatizó Mons. Fuentes. Explicó que el pintor “tuvo una particular debilidad por la Santísima Virgen defendiendo su Inmaculada Concepción “dedicándole a este privilegio mariano más de 20 cuadros: aquí tenemos, en la Catedral, a la Inmaculada de El Escorial, que es una maravilla”.

Sobre las Obras de la Catedral, el Pastor no escatimó en adjetivos: “¡QUEDÓ ESPECTACULAR”, aseveró y al pensar en cómo estaba antes reflexionó que “nuestra vida puede ser así: gris, sin relieve… ¡Necesitamos renovarnos, por dentro y por fuera!”. “Hoy es un día extraordinario: inauguramos un Año dedicado a María, y con la ayuda de la Madre de Misericordia y mediante el sacramento de la Reconciliación, iremos sustituyendo la suciedad con la limpieza; lo que sea gris, con el color de una vida nueva”, concluyó.

Al finalizar la Eucaristía, con la entonación del Salve Regina, los presentes se dispusieron a recorrer el “espacio de contemplación”, donde “se irá abriendo paso en nuestro corazón un mayor amor a Jesús, a María y a José, la Sagrada Familia de Nazaret, e iremos aprendiendo de ellos a santificar nuestra vida de todos los días”, aseguró Mons. Fuentes.

 

Homilía de Mons. Jaime Fuentes

“Dios nos eligió antes de la creación del mundo, para que seamos santos e inmaculados en su presencia”… Estas palabras que acabamos de escuchar se aplican de manera primordial a la Santísima Virgen María, elegida por Dios en el mismo instante de tomar la decisión de hacerse uno de nosotros, de encarnarse. Por eso cantamos con toda verdad: ¿Quién será la mujer, que a tantos inspiró poemas bellos de amor? Le rinden honor la música y la luz, el mármol, la palabra y el color. ¿Quién será la mujer que el rey y el labrador invocan su dolor; el sabio, el ignorante, el pobre y el señor, el santo al igual que el pecador? MARÍA ES ESA MUJER QUE DESDE SIEMPRE EL SEÑOR SE PREPARÓ PARA NACER COMO UNA FLOR EN EL JARDÍN QUE A DIOS ENAMORÓ.

Parecería que las palabras se quedan cortas para expresar la admiración que sentimos al contemplar a la Virgen Santísima Inmaculada, nuestra Patrona y nuestra Madre. En nuestro Santuario Nacional de la Virgen del Verdún, la veneramos desde 1901; en Minas, desde la fundación de la Villa de la Concepción, en 1783.

Y si ampliamos el horizonte de nuestra contemplación, encontramos que en todo el mundo se verifica desde hace años ya, y en un continuo aumento, un recurso extraordinario a la intercesión de María Santísima: en Santuarios, iglesias, capillas… en toda la “geografía de los lugares marianos”, como le gustaba decir a san Juan Pablo II, se constata la búsqueda de la Madre: las hijas y los hijos de Dios necesitamos encontrar en Ella, el consuelo, la seguridad y la ayuda de la Madre, sabiendo que la Virgen es la Omnipotencia suplicante: la que lo puede todo delante de Dios.

Lo que ocurre en todas partes es una verificación del “sentido sobrenatural de la fe” del pueblo cristiano, que no se puede equivocar: es decir, que en momentos difíciles como los que vivimos ahora, cuando en tantos ambientes se ataca de distintas formas el modo de vivir cristiano, sentimos la necesidad de recurrir a la Santísima Virgen, que es el “trono de la gracia”, para conseguir misericordia (cf. Heb 4, 16).

Acabamos de clausurar en la Iglesia el Año de la Misericordia, y la verdad es que, viendo el cuadro de violencia que percibimos en todos los órdenes y la impotencia de nuestros pobres esfuerzos frente a la ola de secularismo que nos acosa, pensaba: ¿no deberíamos prolongar de alguna manera el empeño del Papa Francisco en acudir a la misericordia de Dios?

La respuesta fue completamente afirmativa: ¡vayamos a María, que es la Madre de Misericordia! ¡Acudamos a Ella más intensamente! Lo pensé y consulté con los sacerdotes de la Diócesis, como es natural, y la respuesta fue unánime: de manera que a partir de hoy, una vez aprobada la iniciativa por la Santa Sede y hasta el 8 de Diciembre del 2017, tengo la alegría de anunciarles que en nuestra Diócesis de Minas celebraremos un AÑO MARIANO.

En la Carta Pastoral que les entregarán al final de la Misa, se encuentra la motivación y la explicación de cómo celebrar este año dedicado a la Virgen. Comenzamos hoy con la Bendición del Papa, que nos ha llegado por medio de la Penitenciaría Apostólica, y la posibilidad de ganar la Indulgencia Plenaria, con las condiciones habituales. Será un Año de gracia, de confianza en la Madre de Dios y Madre nuestra, que nos llenará de paz y de alegría.

Todos sentimos, además, la necesidad de AGRADECERLE A María Santísima que hayamos podido terminar las obras de restauración de nuestra Catedral, dedicada a Ella, como dije, a su Inmaculada Concepción. Ha sido un trabajo fuerte, comandado por el Padre Pablo Graña, que motivó la colaboración de muchos para realizarla. Quiero agradecerle en especial al arquitecto Francisco Collet, que diseñó y dirigió los trabajos, y a Adrián Vega y su equipo, que los ejecutó. A la Intendencia de Lavalleja, al ingeniero Eduardo Umpiérrez; a los Prevencionistas Mario Melchiorre y Federico Martínez; a Marcelo Lapeyre y todo su personal; al arquitecto Juan Brera; a Jorge Grandi y a la Barraca Sergio Giménez.

Pienso que la Virgen estará contenta. ¿A qué mujer no le gusta cambiar los colores de su casa, o los muebles, o aunque sea cambiarlos de sitio?… En nuestro caso tenemos la alegría, además, de que hemos podido formar un espacio de contemplación ESPACIO DE CONTEMPLACIÓN –creo que es el nombre exacto- con las reproducciones de los cuadros de Bartolomé Esteban Murillo.

Este pintor excepcional nació y murió en Sevilla, entre 1617 y 1682. En la Historia del Arte ocupa un notable lugar. Murillo supo acercar los misterios de la fe, a la vida ordinaria de los hombres y mujeres de su tiempo. Y lo hizo con tal maestría y piedad, que sus cuadros siguen despertando y avivando nuestros sentimientos más profundos: nuestra fe no son ideas: creemos en el Enmanuel, en Dios con nosotros, que se hizo Niño en las entrañas purísimas de una mujer llena de gracia; que siendo Niño necesitó los cuidados de su Madre y aprendió de su padre en la tierra su oficio; que disfrutó de la vida de familia, que murió en la Cruz…

Estos misterios, tan divinos y tan humanos, Murillo supo reflejarlos con tal belleza, que sus cuadros mueven a los hombres y mujeres de todos los continentes y de todas las edades a acercarse más a Dios. Si la gran mayoría de su obra como pintor estuvo dedicada a temas religiosos, Murillo tuvo una particular debilidad por la Santísima Virgen y, más en concreto, por su Inmaculada Concepción.

En el siglo XVII, y en Sevilla de modo especial, hubo fuertes enfrentamientos dialécticos y a veces no sólo dialécticos, entre los que defendían la Concepción Inmaculada de María (es decir, que Ella no tuvo el pecado original) y los llamados maculistas, que rechazaban este privilegio, que recién en 1854 iba a ser definido como verdad de fe.

Murillo defendió la Inmaculada Concepción de la Virgen, dedicándole a este privilegio mariano más de 20 cuadros: aquí tenemos, en la Catedral, a la Inmaculada de El Escorial, que es una maravilla.

CONTEMPLAR quiere decir mirar con amor; si venimos a nuestra Catedral y nos detenemos en silencio a contemplar estas escenas, se irá abriendo paso en nuestro corazón un mayor amor a Jesús, a María y a José, la Sagrada Familia de Nazaret, e iremos aprendiendo de ellos a santificar nuestra vida de todos los días.

Quiero agradecerle de modo especial a los dueños de la empresa URUPRESS, que imprimieron en tela los archivos en alta resolución de las obras de Murillo, provenientes de diferentes museos del mundo, y quisieron regalarlos a nuestra Catedral.

Ahora que terminamos las obras de la Catedral,  dos palabras se repiten de modo permanente: “¡QUEDÓ ESPECTACULAR”!… Es verdad… Si pensamos cómo estaba antes de que pasara el agua a presión y después la pintura… ¡Qué tremenda capacidad tenemos todos de acostumbrarnos al paso del tiempo, y a lo que el paso del tiempo trae consigo!: suciedad, color gris, manchas…

Nuestra vida puede ser así: gris, sin relieve… ¡Necesitamos renovarnos, por dentro y por fuera! Hoy es un día extraordinario: inauguramos un Año dedicado a María, y con la ayuda de la Madre de Misericordia y mediante el sacramento de la Reconciliación, iremos sustituyendo la suciedad con la limpieza; lo que sea gris, con el color de una vida nueva.

Que en este Adviento y a lo largo de todo nuestro Año Mariano, podamos conseguirlo con la gracia de Dios y que sepamos ayudar a muchos a renovarse por dentro y por fuera. En el nombre…