El Omega 3 es un tipo de ácido graso esencial para el funcionamiento del organismo que el cuerpo no produce por sí mismo, por lo que es necesario incorporarlo a través de los alimentos.
Se encuentran en mayor proporción en los pescados azules y mariscos, y son más abundantes en los pescados grasos como el salmón, la trucha arco iris, el bacalao o las sardinas, y en algunas fuentes de origen vegetal, como las semillas, aceites y frutos secas. Los beneficios de consumir estos ácidos grasos son amplios y variados para cualquier individuo, pero sus propiedades son fundamentales para el desarrollo del bebé durante el embarazo -incluso mientras se lo planea- y en el período de lactancia, etapas donde la alimentación de la madre está directamente relacionada con el bebé. El doctor Silvio D. Schraier, médico especialista en nutrición, docente de Medicina Interna – Nutrición en la UBA, y experto en lípidos, nos revela todos los secretos de los ácidos grasos Omega 3, en relación al embarazo y al desarrollo del bebé.
“La ingesta de Omega 3 en el embarazo y la lactancia es esencial para la formación y el desarrollo de las funciones cerebrales del feto y del bebé en sus primeras etapas de vida. La agudeza visual, la memoria, el aprendizaje o la concentración son algunas de ellas. Ejerce un papel fundamental sobre todo el sistema nervioso, además de contribuir en muchos aspectos de la función neuronal. Por ejemplo, si los nervios que llegan al corazón contienen más Omega 3, el impulso eléctrico será mejor y tendremos neuronas que funcionen más adecuadamente. Esto implica las neuronas encargadas del movimiento, de la sensibilidad, al calor y al frío, al tacto, a la vista, al gusto o el olfato”, explicó el doctor Schraier.
Embarazo y nutrición
“Si pensamos en reforzar los Omega 3 de la mamá, estamos dándole mejor calidad de ácidos grasos al futuro bebé, en el caso del feto, y al bebé ya nacido, en la lactancia. Y en estos casos, así como en cualquier adulto, estos ácido grasos van a parar a todas las membranas de todas las células del cuerpo, entonces estas células son más elásticas, son menos propensas a inflamarse”, continuó el especialista.
Y agregó: “Como el Omega 3 interviene en la regulación de la inflamación en el cuerpo, se pueden disminuir los procesos inflamatorios, respiratorios, alérgicos. Siendo importante aclarar que no evitan que el bebé o el adulto sea alérgico a algo, pero si hay presencia de Omega 3, éste hará que la reacción alérgica sea menos invasiva”.
“Históricamente cuando una mujer había tenido problemas en algún embarazo anterior, se le suministraba solo ácido fólico; hoy, a cualquier mujer que está pensando en un posible embarazo se le indica Omega 3. Aunque es importante explicar que para el desarrollo del cerebro fetal, no sólo requiere de Omega 3, también es fundamental el Omega 6, de origen vegetal que se encuentra en los aceites convencionales. En nuestro cuerpo hay enzimas que compiten por estos dos tipos de ácidos grasos, por lo que se debe tener en cuenta que no hay que restringir excesivamente el Omega 6, y sólo limitarse a consumir Omega 3. Se debe buscar un equilibrio de ambos”, señaló.
“Entre sus beneficios, el Omega 3, además, reduce la tendencia de la sangre a coagular y mejora la circulación, por lo que habrá menos arterias cerradas y proporciona una mejor respuesta inmunitaria. Las células de los vasos sanguíneos se dilatan mejor cuando se ingiere Omega 3, la sangre se coagula menos y hay menos inflamación. Por ejemplo: si tenemos una hemorragia, el cuerpo responderá mejor si tiene en el organismo Omega 3”, aseguró el doctor Schraier.
Por último, el especialista aconsejó consumir, al menos, una vez por semana una lata de atún, de caballa o de sardinas, que son peces ricos en Omega 3, y que se empiece con una mayor ingesta, en la etapa fértil de la vida y en la planificación del embarazo y, luego, en la lactancia. En tanto que, especificó que el consumo de Omega 3, debería convertirse en un hábito alimentario para cualquier individuo.