El proceso de la selección uruguaya de fútbol, liderado por Óscar Washington Tabárez, es reconocido por todo el mundo y es ejemplo al buen trabajo sobre los futbolistas que llegan a vestir la celeste.

A sus 71 años, el maestro ha estado por más de una década al mando de los elegidos por él para representar a su país en dicho deporte.

Desde Argentina habló el periodista de Radio Mitre, Alfredo Leuco, en su columna «Le doy mi palabra».

En la misma comparó el actual cuerpo técnico de su país, comparándolo con el de Uruguay y marcando las claras diferencias que hay entre uno y otro.

Destacó la seriedad que dio Tabárez a la selección uruguaya, primando el respeto y el orden; mientras que criticó la AFA y a su entrenador, Jorge Sampaoli, justamente por no tener las características que se mencionaron antes.

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«Este lunes triste por donde se lo mire tiene a la neblina y al mundial como metáfora del país. No se ve con claridad hacia dónde vamos y el fútbol recibió una paliza lógica por la pobre actuación de sus jugadores y la desastrosa organización de sus dirigentes y cuerpo técnico. Frente a derrotas de esta magnitud, lo único que queda es buscar el camino de salida. Aprender, reflexionar sobre lo que nos pasó, para que no nos pase nunca más. Trataré de hacer mi aporte con la comparación de dos modelos de director técnico que son antagónicos. Son casi dos concepciones culturales absolutamente distintas. El día y la noche. Hablo del maestro Oscar Washington Tabárez y de Jorge Sampaoli, los conductores de Uruguay y Argentina, aunque en el caso de la selección albiceleste, “conductor” en una forma de decir. Deberíamos hablar de títere irresponsable del descontrol y el fracaso.

Tabárez pinta canas a los 71 años, camina con bastón producto de una neuropatía crónica que le afecta el sistema nervioso y todo el mundo le dice con respeto: Maestro. Entre otras cosas, porque fue docente de las escuelas primarias del Cerro, Paso de la Arena y La Teja. Este es uno de sus secretos. La actitud pedagógica, didáctica, la postura paternal, el cuidado de sus muchachos que aunque sean estrellas del fútbol mundial, necesitan contención y que alguien les marque el rumbo en la cancha y en la vida. El primero los lidera como hombres y recién después como futbolistas. Les enseña los valores de la humildad, del coraje y del sacrificio.

Tabárez recibió el respaldo de una Asociación Uruguaya de Fútbol razonable, honrada y con vocación de planificar a largo plazo un esquema riguroso. Creen en el trabajo y en la continuidad y saben que más temprano que tarde eso va a arrojar sus frutos. No están desesperados por el éxito inmediato. Por eso el maestro dirige a la celeste hace 12 años. Conoce a Luis Suárez, a Edison Cavani o al gran arquero Muslera desde que eran botijas en las selecciones juveniles. Conoce sus familias, sus problemas, sus luces y sus sombras. Estamos hablando de un paisito admirable y muy futbolero pero que apenas tiene tres millones y medio de habitantes.

Tabárez da clases de integridad, respeto y decencia. Desde los básicos buenos modales para dirigirse a los periodistas y a los hinchas, hasta esta idea de ir vestidos de traje para la ocasión de la fiesta más grande del fútbol mundial. Eso no les hace perder la identidad oriental del mate bajo el brazo y la charla cotidiana. Pero a la hora del desayuno, almuerzo y cena están prohibidos los teléfonos celulares. El maestro quiere que los jugadores hablen entre ellos. Que se conozcan, que se hagan amigos. Que estén conectados con los que forman un equipo. Hay reglas que respetar y todos las cumplen. No es que cualquiera hace lo que quiere.

Tabárez, igual que don Adolfo Pedernera, privilegia tener ciudadanos sanos, solidarios y competitivos por encima de los futbolistas mezquinos y celosos que solo piensan en su lucimiento personal y en la fortuna de sus contratos. Todo el tiempo trata de favorecer que los jugadores estudien y puedan comentar películas, libros o conciertos. Se fomenta su crecimiento cultural y no solo la práctica de tiros libres o la carrera en velocidad. Hay un tiempo para todo.

En cambio Sampaoli se enorgullece de su ignorancia. Declaró en un reportaje que: “Nunca fui estudioso. Ni en el colegio, ni en la facultad, ni en el curso de entrenador. Yo no puedo leer un libro; veo dos hojas y ya me aburro. Escribo tres cosas en un papel y me cansé. Me sale así. Es raro de explicar. Vivo en un lío todo el día. Me olvido de lo programado”. Ahora está todo más claro. Así nos fue en el mundial. Vivió en un lío todo el día y se olvidó lo programado”.

El maestro Tabárez con una rigurosa programación maneja todos los planteles del futbol uruguayo, desde los chicos, incluso los que todavía no tienen 15 años. Tabárez ideó un lugar llamado “Complejo Celeste” para generar sentido de herencia y de pertenencia. Para que sepan quienes fueron las viejas glorias a las que veneran y recuerdan con fotografías en los pasillos. Saben, que son los herederos de esos valientes deportistas campeones del mundo y que pronto llegarán los jóvenes que van a reemplazarlos a ellos. No es que el fútbol uruguayo empieza cuando los actuales llegan. Hay una historia y un futuro que valorar y construir. Hace un par de meses, el goleador de la selección argentina Gabriel Omar Batistuta, un muy buen tipo afuera de la cancha y un artillero letal en el área, paseó por el vestuario de los amigos de Lionel Messi y casi ni lo saludaron. No le dieron bola, para decirlo en criollo.

Son formas del comportamiento y le ética que hablan de lo que somos y de lo que nos falta. Son varios los técnicos argentinos que huyeron de un grupo de millonarios caprichosos que vivían enfrascados en sus telefonitos y las redes sociales perdiendo el tiempo entre chats, tuiters y páginas web no siempre convenientes.

Jorge Sampaoli prefiere pasarles un discurso de Perón que planificar un partido. Con sus tatuajes y su ropa de pende viejo se quiere parecer a ellos y ellos arman el equipo como quieren y no respetan lo que el técnico les dice. No tiene liderazgo sobre los jugadores. Es un perrito faldero de Messi. En la ética no es precisamente un buen ejemplo. Todos lo vimos borracho humillando a un policía que estaba cumpliendo con su tarea solo porque ganaba 100 pesos según él. La juega de revolucionario y valora a las personas por el dinero acumulado. Un verdadero trucho por donde se lo mire.

En el “Complejo Celeste” la parrilla de Tabárez siempre está lista para el asado de camaradería. Es el lugar donde el maestro avisa que irán al teatro o a un museo convencido de que las mejores personas siempre serán mejores futbolistas. Cuando el maestro Tabárez habla de cualquier tema fuera del fútbol se produce un silencio donde los jugadores demuestran su veneración por la palabra de su conductor. Hasta de plantas, ecología y botánica les habla el docente. Y los alumnos atienden y aprenden. No están mirando ninguna pantalla. Miran a su conductor y guía. Los jugadores más jóvenes les piden consejos de su vida privada, de sus problemas amorosos y hasta un consejo de dónde invertir sus ahorros. Ahora puso cursos de inglés en la concentración para que tengan la opción de aprender algo útil y no pasar todo el día jugando a la play. Ningún jugador uruguayo deja los platos sobre la mesa ni pone los pies sobre una silla. Siempre ayudan a los empleados.

Tabárez les pide que ellos mismos limpien sus botines, su herramienta de trabajo. Todo el tiempo les pide que mantengan la buena conducta y el ejemplo para los más chicos adentro y afuera de la cancha. Que respeten al árbitro y al rival. El maestro se entristece cuando un jugador es expulsado de la cancha. Es como si le sacaran una tarjeta roja a su alma. Cuentan los cronistas uruguayos las horas de charla que Tabárez le dedicó a Luis Suárez después que mordió a un adversario. Les pide que no los expulsen jamás. ni siquiera en sus clubes. No fomenta la ventajita, la presunta viveza criolla. Siempre les dice que en Europa pueden ganar fama y dinero. Pero que hay cosas que solo las pueden ganar en Uruguay y por eso les pide que se queden el mayor tiempo posible en la selección charrúa.

Tabárez es y fue muy exitoso. Como jugador y como técnico dirigió tres de los equipos más ganadores del mundo; Peñarol, Boca Juniors y el Milan.

Jorge Sampaoli actúa de progresista amante de Néstor y Cristina y del Indio Solari. Y Firmó una cláusula de rescisión de 20 millones de dólares. Un especulador financiero favorecido por una AFA vergonzosa que no tiene que poner el dinero de su bolsillo.

Está claro que Oscar Washington Tabárez es un maestro.

Está claro que Jorge Sampaoli en un payaso.

Son dos formas de ver la vida y el deporte. Dos modelos.

Así les va a los uruguayos y así nos va a nosotros.»