En pleno viaje al epicentro de los escándalos de abusos a menores y en medio de la tormenta por el caso de Pensilvania, el Papa desayunó en Dublín el domingo con la carta del arzobispo Carlo Maria Viganò en la que le acusaba de encubrir las tropelías sexuales del cardenal Theodor McCarrick.

Entre medio hubo un viaje al santuario de Knock, una misa y un ejercicio de penitencia pública en el que pidió perdón por las distintas variantes de los abusos de la Iglesia Católica.

Pero en el vuelo de vuelta a Roma, Francisco atendió a los periodistas durante 44 minutos en su tradicional rueda de prensa, donde evitó contestar claramente a la pregunta clave y pidió a la prensa que juzgase por sí misma el contenido de la acusación, procedente de unos de los miembros del ala ultraconservadora de la Iglesia.

El ex nuncio en Estados Unidos Carlo Maria Viganò, de 77 años, pidió la renuncia del papa Francisco al asegurar que conocía desde junio de 2013 las acusaciones de abusos sexuales sobre el cardenal Theodore McCarrick, quien fue sancionado en junio pasado por el pontífice.El arzobispo Viganò escribió una carta de 11 páginas que fue publicada por algunos medios de corte conservador en varios países en la que además el prelado acusó a otros miembros de la Curia de formar «un lobby gay» y encubrir las acusaciones contra el cardenal estadounidense.

«El Vaticano no tiene ningún comentario por el momento», indicó el domingo por la mañana una portavoz del Vaticano desde Roma, contactadas por los periodistas a bordo del avión del papa Francisco que se dirigía a la ciudad de Knock, en Irlanda.

El ex embajador vaticano aseguró que Francisco conoció el caso el 23 de junio de 2013 porque él mismo se lo comunicó «y siguió encubriendo al cardenal ex arzobispo de Washington, McCarrick».

El pasado junio, McCarrrick, de 88 años, fue apartado del colegio cardenalicio y el papa argentino «dispuso su suspensión en el ejercicio de cualquier ministerio público, así como la obligación de que permanezca en una casa que le será asignada para una vida de oración y penitencia».

Viganò explica que en 2013 fue el mismo pontífice quien le preguntó: «¿Cómo es el cardenal McCarrick?», y que el nuncio le informó de que «corrompió a generaciones de seminaristas y sacerdotes y el papa Benedicto XVI le ordenó retirarse a una vida de oración y penitencia», así como que le informó de que había un informe de todo ello en la Congregación para los obispos.

«Sin embargo, Francisco, hizo de él su fiel consejero junto con Maradiaga (Óscar Andrés Rodríguez, cardenal hondureño). Sólo cuando ha sido obligado por la denuncia de un menor, y siempre en función del aplauso de los medios de comunicación, ha tomado medidas para, así, salvaguardar su imagen mediática», acusa Viganò.

La carta completa: