Conocí a Wasingthon Aguerre en Mendoza, 2013, la selección sub 20 dirigida por Juan Verzeri jugaba el sudamericano de la categoría, Uruguay se alojaba en el hotel Hyatt, el «Washi» era el tercer arquero, humilde, callado, sencillo.

Por Ernesto Faría / La Oral Deportiva

Una tarde jugaban Boca-River un amistoso en verano y River se alojaba en el mismo hotel que Uruguay, el riverense se pasó la tarde viendo y esperando la llegada del equipo «millonario», solo por el amor al fútbol, en su rostro se reflejaba la ilusión por el fútbol, el sueño por estar ahí… algún día.

De golpe se transformó en algo que me sorprendió, un muchacho más preocupado por jugar en Peñarol donde no lo defendieron, lo dejaron ir… que en ser profesional.

Su reiterado comportamiento más preocupado por volver a su «amado» equipo que por defender el que realmente «lo quiere», el corazón traiciona la razón.

Anoche se equivocó, se hizo sacar una tarjeta amarilla cuando el equipo se ponía en ventaja, tontamente, por hacer lo que todos estaban esperando que haga, incitar a los hinchas de Nacional.

Un tema por el cuál ya había pedido disculpas, por el cuál su propio entrenador se había tomado el tiempo de hablar mano a mano y tratar de evitarlo, Aguerre no pudo con su temperamento.

Se dejó llevar, salió temerariamente con el pie al cuerpo del rival. Se hizo expulsar cuando su equipo ya no tenía cambios, mando a un compañero a ponerse los guantes y se olvidó de todo el esfuerzo de sus compañeros que durante 90 minutos defendieron con alma y vida .

Ya no hay vuelta atrás, su carrera se transforma en Peñarol o nada, cada equipo que lo contrate sabe que su cabeza estará pensando siempre en otro lado, el mismo se condicionó. No se si estará a tiempo de reaccionar, de pensar que tiene todas las condiciones. Ojalá la vida le de otra oportunidad y la sepa aprovechar.

 

Foto: Nicolás Monrhayt