Por Antonio Ladra.
La campaña para el referéndum del 27 de marzo viene cobrando intensidad a mediad que nos acercamos a la fecha en que los ciudadanos deberán presentarse ante las urnas. Esto es particularmente visible los fines de semana, en las ferias vecinales, por ejemplo, donde los partidarios de una y otra opción se juntan en las esquinas, a veces unos frente a otros, para repartir los volantes con las ideas fuerza de cada opción y para conversar con la gente, con el ciudadano.
Este ejercicio, casi se diría natural en este país no lo es en otros países de nuestra América latina. Es un activo a conservar y cuidar por la salud democrática del país.
Claro, también está la horda tuitera de un lado y del otro que quiere destruir al contrario denostando, insultando muchas veces de manera soez. Por suerte no son muchos, pero hacen ruido y, lamentablemente, crecen día a día y tienen influencia, por lo que sería menester para quienes no abrevan de esas formas, cercarlos con un muro sanitario. Le hace bien al país para no repetir experiencias de los vecinos.
Justamente estoy leyendo un muy interesante libro del politólogo Juan Pablo Luna, un compatriota radicado en Chile, considerado uno de los más influyentes y respetado investigador de las ciencias sociales del país que está al otro lado de la cordillera de los Andes.
El libro lleva por título La chusma inconsciente. La crisis de un país atendido por sus propios dueños. El nombre del trabajo proviene de un tema, el más popular, de una cantautora chilena, Evelyn Cornejo, que retrata la explosiva situación social de un país que se nos vendió como modelo y que los estallidos sociales de 2019 dejaron expuestas las lacras de un modelo levantado durante la dictadura pinochetista y aún vigente.
Una de los problemas de Chile y que Luna expone en el libro en varios capítulos es la incapacidad de las élites chilenas y de los partidos políticos tradicionales en particular, de leer al Chile verdadero por la falta de contacto con los ciudadanos, desde los gobernantes de ahora y de antes, afincados en el Palacio de la Moneda, hasta el último de los alcaldes, más interesados en mantener sus privilegios. Pero Chile no solo hubo un sistema político sordo, sino también le tocó a los medios de comunicación tradicionales, que a la crisis con cierres, despidos masivos de periodistas se le sumó el descrédito. Los medios que sobrevivieron se preocuparon más por mantener la pauta publicitaria que por investigar las condiciones de vida de los chilenos.
Dice Luna que el estallido social de octubre de 2019 se encontró con que los medios lejos de ser testigos fueron protagonistas en el sentido de tomar partido en contra de la gente que salía a la calle.
Aquel estallido tomó por sorpresa a muchos, también aquí en Uruguay. Recordemos, por ejemplo, que en medio de la campaña electoral de ese año Ernesto Talvi, en aquel momento candidato colorado, ponía a Chile como ejemplo a seguir por Uruguay. Pronto, ante el cariz que estaban tomando los acontecimientos se calló la boca y dejó de hacerlo.
Somos a quienes, nadie les hace justicia
Vivo en un reino de impunidad y de avaricia
Somos a quienes el futuro les robó.
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