La monja dedicó parte de su vida a ayudar a los pobres de varios países de América del Sur y se le aprobó un milagro por la curación de una menor.

El papa Francisco canonizó este domingo a la primera santa de Uruguay, la religiosa ítalo-uruguaya Francisca Rubatto (1844-1904), ante miles de personas congregadas en la plaza de San Pedro. María Francisca de Jesús, cuyo verdadero nombre era Ana María Rubatto, dedicó parte de su vida a ayudar a los pobres de varios países de América del Sur.

Nacida en 1844 en Carmagnola (Piamonte, Italia), partió en 1892 con cuatro hermanas de su congregación hacia América Latina para ofrecer su contribución en Uruguay, Argentina y Brasil y finalmente se instaló en Montevideo, en el barrio de Belvedere, donde creó un taller de costura que con el tiempo se convirtió en el “Colegio San José de la Providencia”.

Fue la fundadora en 1885 de la Congregación de las Hermanas Capuchinas, dedicada al cuidado de los enfermos y, sobre todo, de los niños y jóvenes abandonados.

“La Iglesia te saluda, sor María Francisca de Jesús, fundadora de las Terciarias Capuchinas de Loano… la primera beata de Uruguay”: con estas palabras sorprendió a los católicos san Juan Pablo II el 10 de octubre de 1993, durante la ceremonia de beatificación en Roma.

Para su canonización, se aprobó el milagro atribuido a su intercesión de la curación de una uruguaya de 14 años, que en el 2000 sufrió un accidente de moto que le provocó un traumatismo craneoencefálico con hemorragia y coma y del que se recuperó sin secuelas.

En declaraciones a los medios vaticanos, Nora Azanza, religiosa de las Hermanas Capuchinas de la Madre Rubatto, explicó que en Uruguay se está preparando una gran celebración y una peregrinación al santuario de la beata en Montevideo, donde reposan sus restos, para que los fieles puedan seguir la ceremonia.

En la primera canonización en tres años, que marca el regreso al Vaticano de las grandes celebraciones, suspendidas a causa de la pandemia, Francisco presidió en una plaza de San Pedro abarrotada, ante unos 60.000 fieles, esta emotiva ceremonia con el telón de fondo de la basílica, adornada con los tapices de los diez santos proclamados hoy.

Francisco finalmente, y a pesar de los fuertes dolores de rodilla que le impiden caminar y permanecer mucho tiempo en pie, pudo oficiar la ceremonia, aunque pronunció su homilía sentado y así permaneció durante toda la liturgia.

Durante la misa en latín, con cantos y letanías, se pronuncia el tradicional verso en latín en el que se pide que los 10 candidatos sean inscritos en el llamado Libro de los Santos para que se sean venerados por la Iglesia. Se trata de una de las canonizaciones más numerosas de la historia, a la que asisten delegaciones provenientes de Francia así como familiares y numerosas órdenes religiosas.

 

Foto: icm.org.uy