En 1947 un grupo de científicos de la Universidad de Chicago ideó un reloj para recordar periódicamente a la humanidad lo cerca que puede llegar a estar de su propia destrucción. Cuanto más cerca sitúen las manecillas imaginarias de las 12 de la medianoche, más riesgo hay de una gran catástrofe que amenace la supervivencia de nuestra especie, o en otras palabras, del fin del mundo.
Es un reloj simbólico que cada uno o dos años se ajusta para indicar lo cerca que estamos de sufrir un desastre atómico. Desde 2007 también evalúa los riesgos derivados del cambio climático y del mal uso de ciertas tecnologías como la biotecnología. ¿Qué tan cerca estamos del fin de la humanidad?
Escuchá la columna del profesor Carlos Vera: