Columna de Fabián Tiscornia:
Vamos a continuar con este ciclo de finanzas personales dentro de Que Alguien lo Explique en Punto de Encuentro, que se va alternando con las columnas de análisis económico.
Un disclaimer: en esto no hay recetas mágicas. Aquí daremos sugerencias, opciones, pero cada uno adaptará estas ideas a su situación personal, con sus propias ideas, objetivos, planes.
En el Episodio I hablábamos de cómo identificar gastos, clasificaros, etcétera y establecer un objetivo y una meta de ahorro, a la vez que mencionamos algunas opciones disponibles para empezar a invertir sin grandes montos de dinero.
Pero, como sabemos, todo camino hacia un objetivo no es lineal, hay subidas y bajadas, cuestiones a las que debemos prestar atención. Por eso, hoy voy a hablar de “Los enemigos del ahorro”.
Uno de los primeros enemigos del ahorro, del que muchas veces subestimamos su poder, son las denominadas “compras hormiga” o “gasto hormiga”.
Son los pequeños gastos, que muchas veces no tomamos en cuenta y que pueden representar hasta el 20% de los gastos mensuales en algunos casos, según estudio.
¿A qué tipo de gastos denominamos “gastos hormiga”? el taxi que tomé porque estaba apurado, las compras compulsivas, las membresías baratas que no utilizamos, las comisiones por excederse de las cinco extracciones de efectivo gratuitas en mi cuenta bancaria, los pequeños pagos en cuotas con la tarjeta de crédito, las tarjetas de crédito adicionales que se utilizan poco, los seguros de salud para viajes que se pagan durante todo el año y se utilizan un mes, los cigarrillos, las comidas no siempre deseadas fuera de casa, los refrescos al paso, los cafés, llevar a lavar el auto muy seguido, los snacks y podríamos seguir.
Los invito a tomarse el trabajo de cuantificar los gastos hormiga durante un mes: puede ser con una aplicación, en una planilla Excel o simplemente en un block. Hay que registrar con rigurosidad y honestidad todo este tipo de gastos y ver lo que suman a fin de mes, la cifra muchas veces sorprende.
La clave de estos gastos no está en el monto individual, que es pequeño, sino en la frecuencia que ocurren.
¿Cómo hacemos para ganarle a este enemigo del ahorro?
Lo primero es identificar estos gastos. Basta con registrarlos durante un mes o dos para tomar conciencia del dinero que se está yendo ahí. Luego hay que cortar estos gastos y en algunos casos bastará con cambios de comportamiento, en otros con ser más eficientes y en otros casos con reducirlos.
Allí quedará dinero disponible para destinar a ahorro o dependiendo de cómo está nuestra meta, destinar parte a ahorro y parte a otro tipo de consumos más efectivos.
Otro enemigo del ahorro son los llamados “gastos fantasma” o “gastos invisibles”. Son aquellos gastos que se hacen de forma automática y por eso no se ven. Por ejemplo, el plan de telefonía celular. A veces se está pagando por cosas que no se utilizan o se paga de más por un consumo que no se tiene.
Lo mismo puede ocurrir con planes de Internet o suscripciones a servicios como Spotify, Netflix y tantos otros.
Un problema suele ser que se asocian estos gastos al débito automático de la cuenta bancaria o la tarjeta de crédito y eso hace que uno los pase por alto, no entre en el detalle de lo que está gastando.
La clave para derrotar a este enemigo del ahorro es similar a la del anterior: analizar en qué se está gastando y evaluar qué tan necesario es ese gasto.
Tanto en los gastos hormiga como en los gastos fantasmas, siempre viene bien preguntarse si vale la pena eso que estamos comprando.
Un gran enemigo del ahorro, es el endeudamiento. Y acá no hay como tropezar con el endeudamiento para aprender. El hecho de utilizar la tarjeta de crédito para compras que podría no haber realizado, con esa sensación de lo pago después o lo financio en cuotas sin recargo, suele ser un enemigo del ahorro.
Porque a veces vamos acumulando cuotas y cuando terminamos de pagar un producto, ya está entrando la cuota de otro que acabamos de comprar, sin dejarnos dinero disponible para el ahorro.
Es cierto que si se me rompió un electrodoméstico y tengo que salir de apuro a comprar uno, voy a terminar cayendo en la tarjeta de crédito. Pero hay otros gastos como puede ser el de cambiar un electrodoméstico por otro mejor, o un viaje, o esos zapatos que me llamaron la atención, que podría haber evitado, en vez de pagarlos con la tarjeta. O puedo ahorrar con ese fin y así evito el uso del endeudamiento.
Esto ni que hablar cuando las cuotas son con recargo o cuando no llego a pagar el total de la tarjeta y entonces hago un pago a cuenta. Ahí la situación es peor porque voy a entrar en una bola de nieve de mayor deuda, porque voy acumulando intereses y eso termina erosionando mi capacidad de ahorro.
La clave en este caso es: ¿puedo prescindir de esa compra que voy a hacer con endeudamiento? ¿Me tomé 48 horas para pensar si ese gasto tiene sentido o es impulsivo? ¿Podría llegar a comprar lo mismo, pero en tres meses si en vez de endeudarme, ahorro con ese fin?
Vimos tres enemigos del ahorro como son los gastos hormiga, los gastos fantasmas y el endeudamiento. Hay algo que engloba a los tres al momento de darles pelea y derrotarlo: ordenarse (un presupuesto, una planilla), analizarlos y establecerse metas y objetivos que permitan terminar con ellos hasta convertirlo en un hábito.
El otro gran enemigo del ahorro, pero que vamos a ver en otro episodio cómo ganarle, es la inflación.