Columna de Fabián Tiscornia
El próximo domingo Yamandú Orsi o Álvaro Delgado será consagrado como el nuevo presidente de la República y Gabriel Oddone o Diego Labat será el próximo ministro de Economía y Finanzas.
¿Qué economía va a recibir el próximo gobierno? ¿Sobre qué fortalezas podrá pararse el próximo presidente y qué debilidades deberá atender?
En este Que alguien lo explique vamos a repasar las fortalezas y lo que queda pendiente en materia económica para el próximo gobierno.
Empecemos por las fortalezas que tendrá en el lado económico quien asuma la Presidencia el próximo 1° de marzo de 2025.
La inflación. Un histórico talón de Aquiles de la economía uruguaya era la inflación. Tras la crisis de 2002 Uruguay comenzó a aplicar un régimen de metas de inflación y había logrado una inflación de un dígito, cuando el país supo tener dos y tres dígitos de inflación. Sin embargo, esa suba de precios constantemente estaba fuera de esa meta fijada y además, eran niveles altos a nivel internacional.
El actual gobierno logró bajar la inflación a un nivel de 5% y ya lleva 17 meses consecutivos dentro de la meta, además de que el Banco Central recuperó credibilidad.
Este es un activo para el próximo presidente, que tendrá que cuidarlo obviamente y quizás apostar por bajar otro escalón.
La calificación de riesgo. Tras la crisis de 2002 a Uruguay le llevó 10 años recuperar el grado inversor de la deuda, lo que supone financiarse más barato. En 2019 ese grado inversor estaba en riesgo ya que algunas calificadoras lo tenían al país en el escalón mínimo y con perspectiva negativa, es decir, con chances de que a Uruguay le bajaran la nota y volviera a caer en el grado especulativo.
Entre 2022 y 2024, tres calificadoras: R&I, Standard & Poor’s y Moody’s le subieron la nota a Uruguay al nivel más alto de su historia, dos escalones por encima del mínimo dentro del grado inversor. Además, Fitch y DBRS también le elevaron la calificación y ya no está en el mínimo dentro del grado inversor, sino un escalón por encima.
Así, el próximo presidente tendrá esta suerte de “chapa” que le permitirá acceder a los mercados para conseguir financiamiento y en forma “barata”
El sistema financiero sólido. Desde hace 20 años, el sistema financiero uruguayo dejó de ser un problema y hasta es parte de la solución como por ejemplo en la pandemia reprogramando créditos. En todas las evaluaciones de calificadoras, organismos y el Banco Central se muestra que el sistema financiero uruguayo está sólido, bien capitalizado, con liquidez (esto es dinero en caja) y con una morosidad que está en niveles mínimos históricos.
El nivel de reservas. El nivel de reservas que administra el Banco Central es alto: US$ 18.732 millones al martes pasado, casi US$ 4.000 millones que los que manejaba en 2020. Lo más relevante es que el Banco Central periódicamente analiza si las reservas serían suficientes para cubrir en forma simultánea una corrida bancaria, una crisis cambiaria y hacer frente a pagos de deuda si los mercados se cerraran para Uruguay. Todo eso ocurrió en 2002 y el Central año tras año muestra que el nivel de reservas cubre con holgura esos escenarios de crisis.
Las empresas públicas con varios años de ganancias. Tanto UTE, como Ancap y Antel han tenido ganancias durante todos estos años, aunque en 2024 los números de Ancap están un poco afectados por la parada técnica de la refinería que se extendió más de lo previsto. Además han desarrollado inversiones, sobre todo en el caso de UTE y Antel y quedan planteados planes de desarrollo. En el caso de Ancap, deberá tomar una decisión con el portland un negocio que desde 1999 da pérdidas año tras año y que ningún gobierno ha conseguido mejorar.
Hablemos ahora de lo que queda pendiente en materia económica, de esos aspectos que Orsi o Delgado, Oddone o Labat deberán hacerse cargo al asumir.
El crecimiento económico. Es cierto que la economía uruguaya crecerá este año en el orden del 3,5%, pero buena parte de eso se debe al “rebote” al comparar con un año malo como fue 2023 por la sequía.
Si miramos la última década, el crecimiento de la economía ha sido de 1% en promedio por año, un guarismo bajo.
Entonces, quien asuma el gobierno deberá introducir medidas pro-crecimiento, para dinamizar la economía y de esa manera poder mantener el estado de bienestar del país y hacer frente a otros problemas.
El déficit fiscal. Cuando asumió Luis Lacalle Pou, tenía que hacer frente a un déficit fiscal creciente y que amenazaba con que Uruguay perdiera el grado inversor. Su promesa de campaña había sido cortar US$ 900 millones en gastos y hacer al Estado más eficiente. Tras el empuje inicial que tuvo el déficit por la pandemia, en 2022 el rojo de las cuentas públicas comenzó a bajar y a setiembre de aquel año estaba en 2,5% del Producto Interno Bruto. Sin embargo, ha vuelto ha subir y este año podría terminar en 3,2%. Al decir de la calificadora DBRS, «la próxima administración heredará un espacio fiscal relativamente limitado».
Así que tanto Oddone como Labat tendrán que atender este tema, sin la urgencia que tenía en 2020 y con una regla fiscal que todavía es incompleta porque no establece por ejemplo una senda de baja de la deuda.
El endeudamiento. La pandemia exigió un mayor endeudamiento para hacer frente a algunos gastos no previstos. Sin embargo, luego de que pasó el covid-19, el endeudamiento público de Uruguay no ha bajado y de hecho las calificadoras esperan que aumente en los próximos años. La manera de reducir el endeudamiento es con un menor déficit fiscal y con una regla fiscal que imponga mayores restricciones en la materia.
La pobreza. Pasó la pandemia que dejó un aumento del nivel de pobreza, esta se redujo en los últimos años, pero como quien dice estamos en el nivel de partida, porque en el primer semestre de 2024, el 9,1% de los uruguayos era considerado pobre una cifra similar al 8,8% de 2019. Y además, casi el 20% de los niños menores de seis años es pobre.
Tanto Orsi como Delgado se han comprometido a atender el problema de la pobreza infantil, para lo que se necesitarán varias herramientas. Entre ellas, mayores recursos.
Competitividad. El llamado “atraso cambiario” o dicho de otra forma el encarecimiento relativo frente a otros países ha venido reduciéndose en los últimos meses. Aunque hay una tendencia que empieza a complicar que es que Uruguay se está despegando de Brasil, es decir se está encareciendo respecto al vecino, que hoy es el principal destino de las exportaciones. Ahí Oddone o Labat tendrán que ver cómo enfrentan este problema sin sacrificar una variable que está controlada como es la inflación.
Relacionado con esto último, está el hecho de que Uruguay es caro, ya no solo frente a otros países, sino para nosotros mismos, los uruguayos. Esto ya no es la variación de precios, sino el nivel de precios que es alto. Los dos posibles ministros de Economía visualizan esto y plantean una serie de reformas micro que apunten a facilitar importaciones, quitar trabas burocráticas, entre otros.
Por último, está el tema de la seguridad social o mejor dicho, las jubilaciones. Si bien el actual gobierno aprobó una reforma jubilatoria que supone un aumento gradual de la edad mínima a 65 años, entre otros aspectos, hay cuestionamientos respecto a qué tanta flexibilidad da a las distintas profesiones y oficios. Pero, el aspecto más urgente a atender y es una suerte de “pequeña bomba” que deja este gobierno es la reforma de la Caja de Profesionales. Hubo un proyecto de ley que no contaba con los votos en la Coalición Republicana y fue dejado de lado. El problema es que la Caja de Profesionales tiene dinero para pagar normalmente hasta junio de 2025, después de ahí entrarían los problemas. Así que antes de asumir, el nuevo ministro de Economía tendrá que ponerse a trabajar en un proyecto de reforma de la Caja.
Hay otros aspectos que no constituyen fortalezas necesariamente, pero tampoco serían temas a atender, sino que están en un camino estable y dependerán de que se mejoren otras variables. Ellos son el empleo y los salarios. Es decir, si se logra aumentar el crecimiento de la economía, si se logra reducir el nivel de precios y además se mantiene una inflación baja, tanto empleo como salarios mejorarán.
En resumen, no hay una “herencia maldita” como por ejemplo tenía el Partido Colorado cuando asumió en 1985 (luego de lo que fue la crisis de “la tablita” de 1982 y el desastre fiscal de la dictadura militar) o el Frente Amplio cuando asumió en 2005 (tras las secuelas de la crisis de 2002), pero tanto Orsi como Delgado y sus respectivos ministros designados Oddone y Labat, tendrán que encauzar varios frentes que necesitan atención.