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En las últimas semanas hemos visto y escuchado a diversos integrantes del gobierno hablar de una situación más compleja de la prevista desde el punto de vista económico y financiero, gastos comprometidos para este año, pagos que debieron hacerse en 2024 y se postergaron y hasta las pérdidas que tuvo Ancap el año. Por eso, en este Que alguien lo explique, vamos a intentar responder a la pregunta: ¿El gobierno de Yamandú Orsi recibió una herencia maldita del de Luis Lacalle Pou?

Desde el presidente de la República, Yamandú Orsi al senador Daniel Caggiani, pasando por ministros, han hablado de “números negativos”, “panorama complicado”, situación que «nos obliga a sacar el pie del acelerador», “bombas”. En fin, la adjetivación ha estado a la orden del día para describir la herencia que dejó el gobierno de Luis Lacalle Pou.
Vamos entonces por partes. ¿De la herencia económica, qué aspectos son positivos y constituyen fortalezas para el gobierno de Orsi? ¿En cuáles hay más coincidencia con la actual oposición y en cuáles más discrepancia? Y vamos a analizar también quien tiene más razón.

Comencemos por el que menos discrepancia genera: la inflación.

La inflación con la que asumió el gobierno de Orsi es de 5,1%. Ya lleva 22 meses consecutivos dentro de la meta, y el nuevo presidente del Banco Central, Guillermo Tolosa ha marcado que el objetivo es llevarla al 4,5%.
En este caso no hay mucha discrepancia, desde el gobierno de Orsi se marca como un dato positivo a la inflación, si bien se ha señalado alguna diferencia en cuanto al proceso de su baja, en el sentido de que se sacrificó la competitividad vía un dólar más bajo. Pero en cualquier caso, es un dato positivo con el que asumió el gobierno.

Mercado laboral

En cuanto a la tasa de empleo y desempleo con el que asumió el actual gobierno, por un lado la administración de Orsi reconoce que se crearon puestos de trabajo en el período pasado, que llevaron a superar los que se habían perdido en el período anterior. No obstante, remarcan que una parte de esos empleos creados son de menor calidad porque el porcentaje de informalidad es mayor que en el total de empleos.
Son 100.000 empleos más que en 2019, con lo que en este caso si bien hay una diferencia en cuanto al planteo sobre la calidad, no hay mucho para discutir.

Ahora pasamos a las áreas donde hay más debate sobre la herencia.

Economía

La economía uruguaya viene de crecer 3,1% en 2024. Uno puede pensar, es un buen dato, pero hay que tener en cuenta que es casi todo el efecto rebote que se dio por la sequía de 2023. Si uno compara contra un año malo, el dato va a lucir bien. Ahora, ¿qué pasa si la comparación se hace en un período más largo? La economía uruguaya ha crecido 1,1% promedio por año durante la última década. Es decir, acá tenemos las dos últimas administraciones (Tabaré Vázquez y Lacalle Pou) con un crecimiento bajo.

Para ponerlo en términos de automóviles que es una comparación que se ha hecho en los últimos tiempos: la actividad económica es como una Ferrari que va a 80 kilómetros por hora.
Podríamos decir que en este caso, el actual gobierno tiene un punto cuando insiste en que el foco en materia económica tiene que estar puesto en cómo crecer más.

Vamos ahora a un punto de fuerte discrepancia entre gobierno y oposición: la situación fiscal.

Déficit fiscal

Si vamos al dato puntual, el déficit fiscal en 2024 fue de 3,3% del Producto Interno Bruto, algo mejor que el 3,8% del PIB que dejó la administración de Tabaré Vázquez a la de Lacalle Pou. Sin embargo hay algunas discrepancias entre el gobierno y la oposición.

Esas discrepancias refieren a pagos postergados que se debieron hacer en 2024 y quedaron para 2025. Allí, el ministro de Economía y Finanzas, Gabriel Oddone ha mencionado US$ 160 millones del Ministerio de Transporte y Obras Públicas, US$ 100 millones en ASSE y US$ 100 millones en otros organismos. A eso se suman algunos anticipos de pagos de impuestos por parte de las empresas empresas públicas.

Todo eso, suma 0,5% del PIB, con lo que Oddone dice: si en realidad estos gastos se hubieran realizado en 2024, el déficit fiscal habría sido de 3,8% del PIB en vez del 3,3%. Y plantea que estos gastos deberán encararse en 2025, cuando rige el Presupuesto anterior y hay poco margen de maniobra.

Del lado de la oposición se plantea que en el caso de los gastos postergados del Ministerio de Transporte, corresponden al Ferrocarril Central y la administración anterior entiende que no debían pagarse porque la vía férrea no estaba con la disponibilidad requerida en el contrato. De hecho, el consorcio que hizo la obra y no recibió los pagos, el Grupo Vía Central, ha iniciado un arbitraje al Estado.

También señalan que los pagos pendientes en ASSE es algo habitual de un año a otro. En este caso uno podría decir que ambas partes tienen un poco de razón. De todas maneras, hay algo que es incontrastable: el gobierno de Lacalle Pou se comprometió a dejar el déficit fiscal en 2,5% del PIB a fin de 2024, con un ahorro de 900 millones de dólares en el gasto público y los números muestran que el déficit fue superior a ese objetivo: 3,3% del PIB y que el gasto público pasó de representar 30,3% del PIB a 30,7% del PIB. Es decir, no se cumplió la meta de déficit ni hubo ahorro del gasto.

Además, la deuda pública aumentó en nueve puntos del PIB. Incluso si lo analizamos desde el punto de vista de la regla fiscal, en el último año se incumplieron dos de los tres pilares de la misma.

Por último, lo más reciente y que sigue levantando polvareda: las diferencias en Ancap.
El viernes pasado, el presidente Orsi sorprendió con una conferencia de prensa en la que reiteró que Ancap había perdido US$ 118 millones en 2024, algo que ya era conocido desde comienzos de mes cuando se divulgó el balance de la petrolera.

También habló de endeudamiento por US$ 255 millones y dijo que estos números “repercuten en la gestión, en la visión de la empresa pública, en la economía toda”.

Ahí salió toda la oposición a cuestionar la valoración de Orsi y aclarar que las pérdidas de Ancap en 2024 responden a la parada técnica de la refinería de La Teja que se extendió más de lo previsto.

La ministra de Industria, Energía y Minería, Fernanda Cardona retrucó y dijo que la argumentación de que las pérdidas de Ancap son por la parada de la refinería, es un “argumento pobre”.

¿Quién tiene razón en este caso?

La detención de la producción en la refinería se extendió por 297 días debido a las tareas previas no realizadas por conflicto sindical, demoras por lluvia, licencia de construcción y otros imprevistos. De ese lapso, solo en 2024 fueron 170 días, lo que implicó un impacto estimado en US$ 115 millones.

¿Por qué se da ese perjuicio?

Porque Ancap durante ese período tuvo que importar combustibles terminados, en vez de petróleo y se pierde del margen de ganancia que implica refinar crudo.

Entonces, es claro la parada de la refinería impacta en pérdidas para Ancap. El otro tema es la extensión de la parada técnica, que fue casi tres veces superior a la prevista, allí hay un punto por parte del gobierno, en cuanto a cómo se manejó la parada técnica.

De todas maneras, la situación de Ancap está lejos de ser problemática, porque incluso en el primer trimestre de este año habría ganado US$ 40 millones, buena parte del endeudamiento es parte del habitual capital de trabajo de una empresa como Ancap.

Y por último, algo que ningún gobierno se ha animado a atacar como corresponde: el negocio del portland de Ancap da pérdidas desde 1999 y pasaron: un gobierno del Partido Colorado con el Partido Nacional, tres gobiernos del Frente Amplio y el de la Coalición Republicana y ninguno ha hecho algo para solucionarlo.