Al acercarse a los 50 años, algunos hombres pierden paulatinamente la energía, los abruma un cansancio mental y físico que cambia su personalidad, y hasta pueden sufrir insomnio, fatigas o pesimismo.A veces se deprimen. Cada vez es más difícil vivir o trabajar junto a ellos. Los vínculos familiares e interpersonales les generan tensión, y sus actividades sociales menguan.Su vida sexual tampoco es la misma: sufren fallas en la erección o se esfuman sus deseos de intimidad sin que sepan responder cuáles son las causas.

Lo peor es que algunos ni se lo preguntan: creen que se trata de algo «normal» e irreversible, relacionado con la edad, y hasta soportan que les digan, medio en broma, que están «menopáusicos», como las mujeres.

De cierta forma, la comparación no es errada, aunque el término en sí es un disparate desde el punto de vista biológico, pues entre el climaterio femenino y el que sufren estos hombres hay ciertas similitudes, pero hay también grandes diferencias.

La primera de ellas es que no cesan las funciones reproductivas: continúan produciendo espermatozoides y algunos pueden llegar a engendrar, incluso cerca de los 80 años, aun cuando hagan el amor esporádicamente.

Annoyed couple sitting on different sides of bed

La otra, también importante, es que no se trata de un proceso natural por el que todos tengan que pasar necesariamente, sino de una patología asociada a bajos niveles de testosterona en sangre, más común en la tercera edad y dependiente de algunos factores como la herencia, el estado general de salud, la alimentación, los hábitos de vida y ciertas enfermedades predisponentes, entre ellas las cardiovasculares.

Así lo explicó a JR el profesor Manuel Limourt, experto nacional en esta temática, quien además precisa que el aumento en la esperanza de vida de los hombres hace más visible esta situación.

Hacer un diagnóstico preciso exige muchos estudios de laboratorio para probar cambios en un complicado proceso endocrino en el que intervienen varias hormonas, pero es posible sospecharlo tras una valoración clínica exhaustiva e integral, que no descarta los elementos psicológicos.

HOMBRE ES MÁS QUE SEXO

Los seres humanos experimentan cambios hormonales que alteran su vida física, emocional y sexual en distintos momentos de la vida.

El climaterio masculino es uno de ellos, conocido también como andropausia, crisis de la mediana edad o de los 40, aunque puede extenderse hasta los 70 años.

Según el doctor Ranfis Rodríguez, especialista de primer grado en Urología del Hospital Oncológico de Camagüey, son pocas las investigaciones en este campo en nuestro país, e incluso en el mundo.

Los estudios se centran en el climaterio femenino, ya sea porque no se asume la existencia de un proceso semejante en varones, o por el rechazo de estos a consultarse, aún con síntomas ya palpables.

La alarma comienza con la disfunción eréctil, pero casi siempre el paciente piensa en un trastorno urológico, nunca endocrino o psicológico, que serían también caminos a explorar, comenta el especialista.

Lo cierto es que provoca conflictos emocionales, muchas veces por falta de información acerca de este proceso fisiológico que lleva aparejado un declive de las capacidades sexuales y de otras funciones orgánicas.

Pero sería un error ver este proceso como una mera cuestión sexual, pues la testosterona es la hormona encargada de muchos otros aspectos varoniles desde la formación del feto: nervios, fibras musculares, células del cerebro, evolución del pene, crecimiento de barba y vellos en el cuerpo, voz más grave… y también se asocia con ímpetu, ambición y osadía.

Obviamente, la excitabilidad de los 18 años no se mantiene a los 40. Por lo general les toma más tiempo excitarse, eyaculan más débilmente y el período refractario (recuperación tras el coito) es más prolongado.

Más que sexo, este hombre querrá abrazos y mimos, pero tal vez por el concepto arraigado del «súper macho» o por falta de comunicación con su pareja, evitará decirlo en la mayoría de los casos.

El doctor Limourt aclara que no se trata, como algunos piensan, «del principio del fin», sino del paso de la primera a la segunda etapa de la adultez, lo cual no les impide seguir siendo apasionados.

Para los doctores Malcolm Carruthers, Eugene Shippen y Jed Diamond, reconocidos mundialmente en la materia, la respuesta ante la andropausia no es igual en todos los hombres que la viven. Como en cualquier proceso, el tránsito se acompaña de ajustes psicológicos, no siempre identificados ni aceptados.

Algunos pasan esta etapa de su vida sin grandes problemas. Otros la asumen como un período de turbulencia con nuevos desafíos, por lo general más espirituales y menos impetuosos que en su juventud.

Un tercer grupo sucumbe ante el «desastre», y recurre a las drogas o el alcohol, cambia su orientación sexual o cae en un estado de depresión prolongada.

Carruthers defiende el criterio de que dicha crisis es esencialmente de origen emocional, pero si se torna severa puede tener consecuencias físicas, sobre todo si se acude a sustancias adictivas para mitigarla.

Resulta curioso que el especialista plantee como factores predisponentes el haber nacido de padres poco afectuosos, la pérdida de un familiar muy amado, falta de éxitos profesionales y una vida sin estabilidad emocional.

La crisis, considera él, surge de la insatisfacción consigo mismo: las cosas que lo mantenían motivado, como trabajo, amigos, familia, estructura social, metas, sexo… devienen ahora elementos sin sentido o de poca importancia.

Lo más oportuno entonces es visitar un terapeuta que lo ayude a rebasar la crisis, además de buscar en la pareja el apoyo necesario para que este período de la vida resulte tan placentero como los demás.

Es preciso saber además que en muchos casos puede mejorarse el rendimiento sexual, e incluso recuperar el bienestar físico, a partir de un tratamiento multidisciplinario, que incluya rectificación de los niveles hormonales, tratamiento psicológico o psicofarmacológico —si el paciente lo requiere—, y compensación de los trastornos físicos detectados, además de la propia aceptación y el reconocimiento de que el placer no descansa solo en la genitalidad.

Deficiencia de testosterona

Aunque los menores de 30 años no suelen sufrir deficiencia de testosterona, la presencia de algunos factores como el estrés, el alcoholismo y el uso de drogas, puede acelerar la aparición de este proceso.

Uno de cada 200 hombres menores de 60 años sufre de andropausia severa porque los niveles de testosterona comienzan a caer desde la cuarta década de vida y disminuyen en un 0,3 por ciento cada año.