Walter Willet sabe qué incluye la oferta: diferentes combinaciones de azúcares, harinas y grasas poco saludables. Sin embargo, acepta el menú en busca de alguna grata sorpresa que pocas veces encuentra. Como director del departamento de nutrición de la Escuela de Salud Pública de Harvard (HSPH, por sus siglas en inglés) está empeñado en que los restaurantes propongan nutritivas opciones dulces sin resignar sabor y para eso inició una campaña evangelizadora en la que invita a chefs y comensales a sumarse al desafío de los tres placeres.

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¿En qué consiste? Si en la carta no hay alguna opción saludable, Willet reta a los cocineros a diseñar algún postre en base a fruta, frutos secos y chocolate negro. “Una gran cantidad de investigaciones muestran que son algunos de los alimentos más sanos que podríamos comer”, afirma el científico de la nutrición.

Las frutas aportan frescura y un sabor dulce natural, además de darle color al plato. Sus vitaminas y minerales ayudan a proteger contra enfermedades no transmisibles como las cardiovasculares y la diabetes. Los frutos secos (nueces, almendras, avellanas, etc.) son una excelente fuente de grasas saludables y proteínas y suman el toque crocante. Mientras que los flavonoides del chocolate negro tienen también efectos beneficiosos en el organismo y su sabor amargo contrarresta con lo dulce de las frutas. Según Willet esta combinación de lo que él denomina tres placeres es óptima desde el punto de vista científico y también para el paladar.

Un cuarto placer opcional puede ser un toque de vino para acompañar. ¿Sugerencia? Oporto.

El experto de la universidad más prestigiosa de Estados Unidos pone especial énfasis en el tipo de chocolate. Su composición de cacao debe ser del 70%o más. Cuanto más puro, mejor. En el chocolate con leche, “la gran cantidad de azúcar y manteca contrarresta los beneficios”.

Desde el área de nutrición de la HSPH sostienen que los clientes de los restaurantes no deben ser forzados a minar su salud para disfrutar de un postre, ni tampoco resignarse a la privación. Las opciones llenas de azúcar, harina y grasas poco saludables son la norma, pero no tienen porqué seguir siendo la única opción. Una manera de autogenerar la nueva oferta es solicitando al cocinero un postre fuera de carta hecho a la medida de los tres placeres.

“Son ingredientes que probablemente los chefs tengan a mano. La solicitud podría ser contestada simplemente con una taza de frutas espolvoreada con nueces y acompañada de algunos cuadrados de chocolate negro, pero hay cocineros que responden al desafío con creatividad y presentaciones espectaculares”, afirman.

Lo ideal sería que un postre así integre la carta. Mientras tanto, el pedido espontáneo puede empezar a cambiar las cosas. En el sitio web de la institución académica suben fotos de platos de comensales que se atrevieron a desafiar al cocinero. ¿Vos te animás?