El Papa Francisco aprobó que los sacerdotes puedan perdonar libremente el pecado del aborto, sin que tengan que disponer antes de autorización de un obispo o del propio pontífice, como ocurría hasta ahora.
Durante el Año Santo de la Misericordia, que se ha celebrado a lo largo de los últimos 12 meses, el Papa ya autorizó que los sacerdotes pudieran perdonar el pecado del aborto. Pero se consideraba como una disposición totalmente extraordinaria y temporal. Por lo tanto, la gran novedad ahora es que el pontífice permite que los curas puedan continuar disfrutando sine die de dicha capacidad de absolución.
«Para que ningún obstáculo se interponga entra la petición de reconciliación y el perdón de Dios, de ahora en adelante concedo a todos los sacerdotes, en razón de su ministerio, la facultad de absolver a quienes hayan procurado el pecado del aborto. Cuanto había concedido de modo limitado para el período jubilar, lo extiendo ahora en el tiempo, no obstante cualquier cosa en contrario», dice literalmente el Papa en su carta apostólica.
Aun así Jorge Mario Bergoglio recuerda también en su escrito que «el aborto es un pecado grave, porque pone fin a una vida humana inocente». Aunque se muestra condescendiente con aquellas mujeres que recurrieron a esta práctica: «Puedo y debo afirmar que no existe ningún pecado que la misericordia de Dios no pueda alcanzar y destruir, allí donde encuentra un corazón arrepentido que pide reconciliarse con el Padre», admite, y anima a los curas a ayudar a dichas mujeres: «Por tanto, que cada sacerdote sea guía, apoyo y alivio a la hora de acompañar a los penitentes en este camino de reconciliación especial», añade.
Contra la indiferencia hacia los pobres
En su documento de conclusión del Jubileo, Francisco también tiene palabras de elogio a la familia, como «lugar privilegiado en el que se vive la misericordia». «La belleza de la familia permanece inmutable, a pesar de numerosas sombras y propuestas alternativas», destaca. A pesar de ello,reconoce que los tiempos han cambiado y que la familia de hoy en día no es siempre el modelo de familia tradicional. «Este Año jubilar nos ha de ayudar a reconocer la complejidad de la realidad familiar actual», declara.
De hecho, el Papa insiste constantemente en su carta apostólica en la necesidad de empatizar con el otro y sus circunstancias, y que los sacerdotes sean los primeros que den ejemplo en ese sentido. «No podemos olvidar que cada uno lleva consigo el peso de la propia historia que lo distingue de cualquier otra persona. Nuestra vida, con sus alegrías y dolores, es algo único e irrepetible, que se desenvuelve bajo la mirada misericordiosa de Dios», afirma el pontífice. «Esto exige, sobre todo por parte del sacerdote, un discernimiento espiritual atento, profundo y prudente para que cada uno, sin excluir a nadie, sin importar la situación que viva, pueda sentirse acogido concretamente por Dios», insiste.
Bergoglio también repasa en su escrito algunas lacras de este siglo: «Niños que no tienen nada para comer», «personas que siguen emigrando de un país a otro en busca de alimento, trabajo, casa y paz», cárceles con «condiciones de vida inhumana», un analfabetismo «todavía muy extendido», y «la cultura del individualismo exasperado, sobre todo en Occidente». Y se muestra categórico ante la indiferencia: «No mirar para otro lado ante las nuevas formas de pobreza y marginación que impiden a las personas vivir dignamente».
En ese sentido, Francisco insiste en la necesidad de convocar una Jornada Mundial de los Pobres, de la misma manera que se celebra la Jornada Mundial de la Juventud cada tres años.
FUENTE:AGENCIAS