Como se esperaba y se sabía, Bob Dylan no asistió ayer a la entrega de los premios Nobel. Así y todo, el flamante Nobel de Literatura, logró convertir su ausencia en una presencia contundente, hasta tal punto que incluso el Nobel de la Paz Juan Manuel Santos hizo una paráfrasis de la canción «Blowin’ in the Wind».

Pero eso no fue todo. El poeta mandó un discurso de agradecimiento que, se suponía, leería la cantante Patti Smith, aunque finalmente las palabras de Dylan quedaron confinadas a la privacidad del banquete de la Academia Sueca, lo que no impidió que finalmente se dieran conocer.

Patti Smith, por su lado, cantó en la gala de Estocolmo antes los reyes de Suecia, Silvia y Carlos Gustavo, y la princesa heredera, Victoria, con su esposo, el príncipe Daniel.La canción elegida fue «A Hard Rain’s a-Gonna Fall», que Dylan grabó en 1963, en un arreglo para guitarra y orquesta. A pesar del acompañamiento orquestal, la versión fue muy íntima, casi un recitativo. La escritura de Dylan es laberíntica, tan laberíntica como las decisiones del poeta, y esa canción lo es especialmente, con imágenes y metáforas que vulneran toda previsbilidad. Pero Smith perdió el hilo en ese dédalo de impulso bíblico. Al llegar al verso «I saw a room full of men with their hammers a-bleedin'» (Vi una habitación repleta de hombres con martillos ensangrentados), se extravió y no pudo seguir cantando. «Discúlpenme», dijo. «Estoy muy nerviosa». Esto no deja de ser irónico en una canción en uno de cuyos últimos versos se dice: «But I’ll know my song well before I start singin'» (Pero conozco bien la canción antes de empezar a cantar). Unos versos más adelante volvió a confundirse, pero ya no se detuvo. Es muy probable que esta versión termine convirtiéndose en referencial.

Desde que se conoció, en octubre, el Nobel de Literatura a Dylan provocó ásperas discusiones sobre la pertinencia (o no) de reconocer a quien no «escribe libros». Fue por eso que, en su discurso, el crítico e historiador sueco Horace Engdahl ensayó en nombre de la Academia una justificación. «En sí mismo, no debería causar tanta furia que un cantautor merezca el Nobel de literatura. En un pasado lejano, toda la poesía fue cantada o recitada como canto y los poetas eran rapsodas, bardos, trovadores. Lyrics viene de lira. Pero lo que Bob Dylan ha hecho no ha sido volver a los griegos o los provenzales. Se entregó en cuerpo y alma a la música popular americana del siglo XX, la que sonaba en las estaciones de radio y en los discos de gramófono para la gente común, blanca y negra: canciones de protesta, country, blues, rock primitivo, gospel, música comercial. Escuchaba día y noche, probando el material en sus instrumentos, tratando de aprender».

Engdahl no pasó por alto algo que conoce cualquier que haya estudiado a Dylan en profundidad. «Pronto el público dejó de compararlo con Woody Guthrie y Hank Williams y empezó a ponerlo en relación con William Blake, [Arthur] Rimbaud y [Walt] Whitman.» Y, por si quedaban dudas: «A las personas del mundo literario que se quejan, quiero recordarles que los dioses no escriben sino que cantan y bailan».