WASHINGTON.- Fueron pocas palabras para un giro que encierra un enorme alcance potencial. «Vamos a empezar a renegociar el Nafta», dijo ayer el flamante presidente Donald Trump .
En su segundo día completo en la Casa Blanca, dio así el primer paso formal para cumplir una de sus grandes promesas de campaña: la apertura de una era de mayor proteccionismo comercial y cierre de fronteras, en línea con su política de «Estados Unidos primero».
«Hablaremos con México y con Canadá», informó, en referencia a los dos países firmantes del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (Nafta, por sus siglas en inglés), suscripto hace dos décadas. A su juicio, es el «peor acuerdo comercial» que se haya firmado en la historia.
El anuncio se conoció el mismo día en el que Trump intensificó su «guerra» contra los medios con nuevas críticas por las cifras de asistencia a su asunción y a las multitudinarias marchas de anteayer en su contra.
«Pelearemos con uñas y dientes», dijo en referencia a los medios de comunicación su jefe de gabinete, Reince Priebus, tras las ironías del presidente sobre la masiva marcha que, anteayer, repudió su llegada al poder y algunas de sus anunciadas medidas.
Paralelamente al escueto anuncio sobre el Nafta, que seguramente tratará en su encuentro con el presidente mexicano, Enrique Peña Nieto, la Casa Blanca confirmó un nuevo tono en la relación con Israel, si bien desestimó que, por el momento, pueda hablarse de un «inminente» traslado de su embajada de la ciudad de Tel Aviv a Jerusalén. Un paso que, de concretarse, no sólo será otro giro de 180 grados respecto de la anterior gestión, sino que, previsiblemente, encenderá la desconfianza palestina para cualquier intento de negociación en Medio Oriente.
«Si hay alguien que puede llevar la paz a Medio Oriente es él», dijo Trump en referencia a su yerno, Jared Kushner, quien profesa la religión judía. De 36 años, el joven fue ayer confirmado como asesor principal de la Casa Blanca.
Los primeros pasos de la agenda presidencial quedaron así delineados con el desmantelamiento del seguro de salud de Obama; la renegociación del Nafta; el nuevo tono con Israel, y una agenda internacional que incluye inminentes encuentros con líderes extranjeros.
Para este viernes se espera la llegada a Washington de la primera ministra británica, Theresa May. El futuro de la OTAN, el acuerdo de seguridad entre países del Atlántico Norte, figura como previsible tema central en la agenda. Trump criticó fuertemente el acuerdo de defensa, sostuvo que los países que lo integran -entre ellos, Gran Bretaña- «deberían pagar su parte» y, en campaña, no desechó la posibilidad de abandonarlo. Un paso que sería un golpe para Londres y Europa.
May será la primera líder extranjera en reunirse con Trump. El mexicano Enrique Peña Nieto la seguirá el martes de la semana entrante. El futuro del muro divisorio entre los dos países que quiere construir Trump, la inmigración y el futuro del comercio figuran entre los temas de una agenda que se perfila como conflictiva para el vecino del Sur.
El otro encuentro clave sobre el que ya se trabaja es la inminente visita del premier israelí, Benjamin Netanyahu. «Tuvimos una gran conversación», dijo Trump sobre el diálogo telefónico que ambos mantuvieron en la tarde de ayer.
El norteamericano prevé un giro de 180 grados respecto del curso ensayado por Obama, con un apoyo al reconocimiento de Jerusalén como capital política del Estado israelí y el traslado de su embajada a esa ciudad. «Estamos en las primeras etapas, incluso, para hablar de este tema», sostuvo ayer Spicer. Fue en un comunicado con el que salió al cruce de informaciones de la prensa israelí que preveía un inminente anuncio en ese sentido.
Netanyahu espera un mejor entendimiento con Washington a partir de la llegada de Trump. Un acercamiento que incluya el apoyo a la expansión de colonias en territorios ocupados a los palestinos (ver página 3). Algo a lo que Obama se opuso y calificó como un atropello a los intentos de paz.
Si bien no hay datos precisos, la confirmación de la renegociación del Nafta fue el dato del día.
La expectativa es que pronto siga similar curso al tratado comercial de integración del área del Pacífico (TPP, por sus siglas en inglés), que en la región firmaron Chile, México y Perú junto a una decena de países. El presidente Mauricio Macri había anticipado su intención de sumar a la Argentina con algún tipo de asociación. Ahora, seguramente, todo eso quedará sin efecto.
La derogación del Nafta fue una de las promesas de campaña de Trump. A su juicio, el acuerdo, impulsado por el ex presidente Bill Clinton y encuadrado en un rumbo que abrió su predecesor, Ronald Reagan, es el gran culpable de la pérdida de empleos en el país.
Esencialmente, el Nafta eliminó aranceles entre las tres países y abrió el flujo continuo de bienes y suministros en las fronteras. Se estima que todos los días se producen intercambios por cerca de 1400 millones de dólares en ambas fronteras.
La previsión de Trump es que la revisión de esos dos acuerdos se complete con otro tanto en la relación comercial con China. Posiblemente, según el presidente, con una suba de aranceles a la entrada de productos del gigante asiático.
«Todo lo que resolvamos será para beneficiar, primero, a los trabajadores de los Estados Unidos», prometió en su discurso inaugural.
Lo que no hay que esperar es que el nuevo presidente informe si pagó o no impuestos. Kellyanne Conway, su asesora, confirmó que, pese a las promesas en contrario, no habrá nada de eso.