La nueva tecnología mide los cambios en los niveles de oxígeno cerebrales y permite descifrar si el afectado quiere responder a una pregunta con un ‘sí’ o con un ‘no’
El ‘síndrome de enclaustramiento’ o ‘síndrome de cautiverio’ es una condición en la que, como consecuencia de una enfermedad, una persona se encuentra totalmente alerta, despierta y consciente pero no puede moverse ni comunicarse debido a una parálisis que afecta a todos los músculos voluntarios del cuerpo. Una situación que, entre otros pacientes, pueden llegar a padecer los afectados por esclerosis lateral amiotrófica (ELA) en fase avanzada y que se define como ‘completa’ –o ‘síndrome de enclaustramiento total’– en caso de que la parálisis afecte también a los ojos e impida la comunicación mediante el ‘pestañeo’. De ahí la importancia de un estudio llevado a cabo por investigadores del Centro Wyss de Bio y Neuroingeniería en Ginebra (Suiza), en el que se describe una nueva tecnología capaz de posibilitar la comunicación de los pacientes afectados por este síndrome de enclaustramiento total.
Concretamente, el estudio, publicado en la revista «PLOS Biology», muestra una interfaz cerebro-ordenador que permite interpretar cuando una persona responde de forma positiva –‘sí’– o negativa –‘no– por medio de la medición de los cambios de los niveles de oxígeno en su cerebro. O lo que es lo mismo, la nueva tecnología es capaz de descifrar los pensamientos de los pacientes, lo que puede suponer una auténtica revolución para los afectados por el síndrome de enclaustramiento total.
Como explica John Donoghue, co-autor de la investigación, «el restablecimiento de la comunicación en las personas con síndrome de enclaustramiento total es un primer paso crucial en el reto que supone la recuperación de su capacidad de movimiento. Así, y basándonos en nuestros hallazgos, nuestro objetivo es desarrollar una tecnología que pueda ser utilizada en la práctica clínica para las personas que sufren una parálisis por la ELA, un ictus o una lesión de la médula espinal. De hecho, creemos que la tecnología empleada en nuestro estudio tiene aplicaciones muy amplias y podría emplearse en el tratamiento y seguimiento de pacientes con distintos trastornos neurológicos».
Comunicativos y ‘felices’
En el estudio, los autores contaron con la participación de cuatro pacientes de ELA con síndrome de enclaustramiento total a los que, una vez colocado el nuevo dispositivo, se les preguntaron distintas cuestiones sobre las que ya se conocía la respuesta y que requerían ser respondidas con un simple ‘sí’ o ‘no’ –por ejemplo, ‘¿el nombre de su marido es Joaquín?’.
El experimento se repitió a lo largo de varias semanas. Y de acuerdo con los resultados, la nueva tecnología interpretó de manera correcta las respuestas en hasta un 70% de las ocasiones.
Como indica Niels Birbaumer, director de la investigación, «nuestros resultados muestran que los cuatro pacientes fueron capaces de responder a las preguntas personales que les planteamos, utilizando para ello únicamente sus pensamientos. Si somos capaces de reproducir este estudio en una muestra más grande de participantes, entonces creo que podremos restablecer una comunicación útil en los pacientes con enfermedades de la neurona motora que han evolucionado a una fase de síndrome de enclaustramiento total».
En este contexto, cabe destacar que la pregunta ‘¿se siente usted feliz?’ obtuvo por respuesta un ‘sí’ por parte de los cuatro participantes. Una respuesta, además, que se mantuvo de forma consistente a lo largo de las varias semanas en las que se llevó a cabo el estudio.
Como refiere Niels Birbaumer, «la verdad es que nos quedamos sorprendidos por las respuestas positivas que nos dieron los cuatro participantes a las preguntas sobre su calidad de vida. Los cuatro pacientes habían aceptado la ventilación artificial para sobrevivir cuando les resultó imposible respirar, lo cual demuestra que habían elegido vivir. Además, observamos que dado que recibían una atención satisfactoria en sus domicilios, consideraban que su calidad de vida era aceptable. Por esta razón, pensamos que si somos capaces de hacer que esta técnica se encuentre disponible para su uso clínico podría tener un enorme impacto en la vida diaria de las personas con síndrome de enclaustramiento total».
También ‘noes’
Sin embargo, no todas las respuestas fueron un ‘sí’. También hubo ‘noes’, lo que revela la eficacia del dispositivo. Por ejemplo, los familiares de un participante solicitaron a los autores que le preguntaran si estaba de acuerdo en que su hija se casara con su novio –de nombre ‘Mario’–. Y la respuesta fue ‘no’ –nueve veces sobre un total de 10.
Pero este nuevo dispositivo, ¿cómo funciona? Pues utiliza la espectroscopia cercana al infrarrojo en combinación con la electroencefalografía para medir los niveles de oxígeno en sangre y la actividad eléctrica en el cerebro.
Como concluyen los autores, «si bien otras interfaces cerebro-ordenador han permitido la comunicación de algunos pacientes con parálisis, la espectroscopia cercana al infrarrojo es, de lejos, el único enfoque capaz de restaurar la capacidad de comunicación en pacientes con síndrome de enclaustramiento total».