Corea del Sur competirá con otros en el mundo para revolucionar el sector del transporte.
La carrera por el tren del futuro ha comenzado. De un lado tenemos al magnate estadounidense Elon Musk (cofundador de PayPal, Tesla Motors, SpaceX, entre otros), quien hace unos años reveló su interés para desarrollar la tecnología adecuada que permita a los trenes alcanzar velocidades supersónicas; bautizó a su proyecto como Hyperloop y desde entonces ha puesto en marcha diferentes líneas de estudio y trabajo en su país y en Europa con el objetivo de materializarlo. De otro lado, tenemos a Corea del Sur, donde el Instituto de Investigación del Ferrocarril (KRRI) acaba de anunciar que lleva un tiempo trabajando en el desarrollo de un tren de hiper alta velocidad.
En ambos casos, el camino para conseguir superar el ambicioso techo de los 1.000 kilómetros por hora es el mismo. La velocidad de los ferrocarriles tradicionales está limitada por el rozamiento con las vías, que les resta energía y capacidad de propulsión. Para mejorar esto, encontramos los trenes de levitación magnética (maglev) que ya funcionan en muchos países como Japón o Alemania, pero incluso en estos casos existe una resistencia a su avance: el aire. Por ello, lo que buscan los investigadores ahora es eliminarla y la tecnología hyperloop ofrece un camino, ya que en este caso el medio de transporte avanza por un tubo al vacío.
Tal y como ha avanzado un portavoz de KRRI al diario Korea Times, el proyecto planeado por el gigante asiático pretende gestarse también en colaboración con la Universidad de Hanyang y otros organismos con la idea de alcanzar velocidades cercanas a los 1.000 kilómetros “en un futuro no muy lejano”. Para ello, todos los participantes realizarán durante los tres próximos años un estudio para la viabilidad de una línea que una Seúl y Busan a 400 kilómetros de distancia. Actualmente viajar entre estas dos ciudades en avión supone 50 minutos. En transporte público, por tierra, son más de cinco horas. El nuevo tren pretende cubrir la distancia en tan solo media hora. La única pega es que aún tendremos que esperar al menos diez años para comprobar si se hace realidad.