Si hiciéramos una pequeña encuesta seguramente a la mayoría de las personas el simple hecho de mencionar la palabra “sanguijuela” les produciría repulsión. Y es que este gusano genera pocas simpatías. Sin embargo, ha estado íntimamente unido a la historia del ser humano.

Bebe cinco veces su peso en sangre

Este anélido, pariente cercano de la lombriz de tierra, hace las delicias de los amantes de las curiosidades: a su extrema longevidad (algunas llegan a alcanzar los 27 años de vida) se une que son hermafroditas, tienen 32 cerebros, tres mandíbulas y dos corazones. Y si esto no fuera suficiente además se alimentan de sangre. La sanguijuela es capaz de aspirar en una sentada una cantidad de sangre de hasta cinco veces su propio peso

Asidua de la Medicina

La relación de este gusano con la medicina viene de antiguo, remontándose a más de 3.000 años; se han llegado incluso a observar dibujos de ellas en algunas cavernas y en las pirámides egipcias. Durante mucho tiempo los galenos hemos usado las sanguijuelas de forma empírica para curar una infinidad de dolencias, desde dolores generalizados, hasta enfermedades oculares, pasando por las mentales e incluso la obesidad. Para ser precisos, de las casi 700 especies de sanguijuelas que se conocen tan sólo una, la Hirudo medicinalis, tiene interés médico.

Las famosas sangrías

Los médicos aplicaban la sanguijuela sin el más mínimo recato sobre la piel de los pacientes para extraer sangre, eran las famosas “sangrías”, que tanto mal han causado a lo largo de los siglos. Fue una técnica médica muy popular, debido a que en esa época había pocas opciones terapéuticas.

Combatían los “vapores del demonio”

Su uso indiscriminado se basaba en la teoría de los cuatro humores, instaurada por Hipócrates, según la cual se explicaba la salud por un estado de equilibrio entre cuatro sustancias que había en nuestro cuerpo (sangre, flema, bilis amarilla y bilis negra). Cuando alguno de estos humores predominaba, o estaba en déficit, aparecían las enfermedades. Mediante la evacuación de la sangre se intentaba restablecer el balance corporal y, con ello, recuperar la salud. Dicho de otra forma, las sanguijuelas liberaban los “vapores del demonio”.

Cazadores de sanguijuelas

Para satisfacer las necesidades de los profesionales sanitarios surgieron mercados especializados, en donde “cazadores de sanguijuelas” proporcionaban estos gusanos. Se produjo un gran incremento de los criaderos de sanguijuelas por todo el continente, siendo especialmente famosos los de Hungría.

Se vendieron en las farmacias

Posteriormente, las sanguijuelas se vendieron de forma masiva en farmacias de toda Europa, especialmente en Francia, hasta el punto de que el número de estos gusanos descendió de forma alarmante. Afortunadamente, para ellas dejaron de ser imprescindibles para la Medicina en el siglo XX, cuando la ciencia comenzó a avanzar y surgieron nuevas armas terapéuticas.

Otra vez de moda

Desde hace unos años, las sanguijuelas han vuelto a adquirir notoriedad, una popularidad que nadie había podido intuir hace tan sólo unas décadas. En algunas intervenciones de cirugía plástica se están aplicando sanguijuelas (hirudoterapia) para reducir la presión sobre las venas y permitir que se formen nuevas conexiones sanguíneas.

Su poderoso secreto

El tratamiento con estos animales es indoloro, el paciente no percibe la mordedura ni la succión posterior. Su poder terapéutico se basa en que estos gusanos contienen ciertos elementos químicos en su glándula salivar que tienen efecto anticoagulante, uno de ellos, el mejor estudiado, es la hirudina, el anticoagulante natural más potente que se conoce.