Los seis jóvenes de Tala, en el departamento de Canelones, se reencontraron con sus familias, amigos y profesores que aguardaban en la zona de arribos, acompañados de banderas y carteles que oficiaban de bienvenida.

Belén Barreto, Axel Cuendes, Nicolás Borges, Javier Borges, Agustín Rey y Camilo Baldivia habían sido distinguidos, una vez más, con un premio internacional por su experiencia en robótica.

Esta vez bajo el seudónimo Garra charrúa, los estudiantes volvieron a representar a Uruguay en Estados Unidos, donde recibieron el premio a mejor investigación en el Mountain State First Lego League Invitational, realizado en el Falcon Center de la Universidad Estatal de Fairmont.

La presencia en esa instancia se debió a la destacada participación que tuvieron anteriormente en el First Lego League World Festival en Houston, donde ganaron como mejor equipo de robótica novato y la Administración Nacional de la Aeronáutica y del Espacio (NASA, por sus siglas en inglés) los invitó a participar en este nuevo certamen.

En la última experiencia, estos jóvenes de entre 14 y 19 años compitieron con 40 equipos y la evaluación fue realizada por los mismos jueces del torneo mundial anterior. Allí se tuvo en cuenta el diseño de los robots, el proyecto de investigación y la implementación de valores fundamentales. Junto a ellos asistieron la profesora Alicia Ferrando y Fabiana Pedrini, de Ceibal. Los estudiantes uruguayos aseguran que iban con la expectativa de mostrar su trabajo y terminaron trayéndose el premio a mejor investigación, lo que les generó orgullo y satisfacción.

El trabajo con el que participaron en ambas competencias es el proyecto Pet Rescue Tala vinculado a la leptospirosis, enfermedad que afecta tanto a animales como a humanos.

Durante la investigación, los liceales entrevistaron a profesionales en la materia y descubrieron que la bacteria causante solo sobrevive en el suelo húmedo y con PH neutro, por lo que, usando óxido de calcio (cal) se cambia el ph y, por tanto, se elimina. Como parte de la solución diseñaron un vehículo con piezas Lego que es capaz de movilizarse de forma autónoma por los terrenos, con sensores de luz que diferencian las zonas secas de las húmedas y, al detectar estas últimas, esparce la cal.