Perfectos desconocidos (Perfetti sconosciuti).

Italia 2017. Dir.: Paolo Genovese.

Con: Giuseppe Battiston, Anna Foglieta, Marco Giallini, Valerio Mastandrea, Benedetta Porcaroli.

Por Alvaro Sanjurjo Toucón

 

El guión de “Perfectos desconocidos”, permitió al catalán Alex de la Iglesia hacer su versión de este asunto, que a su vez habría sido trasladado por alguna otra cinematografía.

Tres parejas y un personaje solitario, son los burgueses italianos protagonistas del film. La presencia de una adolescente, hija de una de esas parejas, es fugaz, contribuyendo empero a los resortes dramáticos de un asunto desarrollado durante una cena en un lujoso departamento romano. Esos pocos personajes le bastan a esta realización para construir con preciso diseño a una clase alta contemporánea, haciendo del film un relato colectivo y amplio en su aguzada mirada a estás arquetípicas criaturas.

El cine italiano en particular -y especialmente Robert Altman en el norteamericano- han utilizado el recurso consistente en hacer de sus historias un retrato colectivo, “encerrando” la acción en un ámbito acotado, con el consiguiente riesgo de convertirse en teatro filmado. Así como no se convirtieron en espectáculos propios de un escenario, films como “La familia”, de Ettore Scola, con tíos, prìmos y demás,reunidos en única jornada en amplio y antiguo departamento y “Un día de boda”, de Robert Altman, sobre ajetreos del himeneo en una descomunal fiesta desarrollada en inmensa mansión, no puede endilgarse esa caracterìstica al film de Genovese.

Scola y Altman, trabajan sobre un montaje por instantes veloz, perfectamente ensamblado, otorgando protagonismo al departamento romano en un caso y a la señorial mansión en el otro.

Genovese optó por mover su cámara cual si fuera otro personaje, desplazándose en el interior del moderno departamento, escuchando, mirando y hablando con unos y otros, .generando varios saltos (del eje, de los desplazamienos)

Un montaje que no respeta académicas posiciones físicas de estos “Perfectos desconocidos”, logra la desarticulación espacial, priorizando a seres humanos por sobre escenografías, y a todo esto no puede llamarse “teatro filmado”.

Con lograda liviandad, “Perfectos desconocidos” arranca con humor, a veces ácido y corrosivo, en lo que puede asemejarse a las comedias del “neorrealismo” tardío. Con sus reiterados y exitosos diálogos, que, merced a formidables intérpretes (Sordi, Gassman, Manfredi), compensaban otros flancos endebles.

Esa larga introducción con chispeante humor, gira lenta y perfectamente al drama de quienes se sienten burlados y ultrajados, por quienes minutos antes mantenían su vieja amistad.

En el cine italiano de fines de la Guerra y poco después, existió una corriente bastante anodina, llamada de los “teléfonos blancos”, debido a aparatos telefónicos de ese color, que podían ser de participación decisiva en lo que hace a la anécdota. Descartada por anacrónica la utilización de teléfonos blancos, este film adopta teléfonos móviles de un tiempo actual, en que el adminículo se convirtió en extensión cibernética de sus poseedores y símbolo de “status”

Los comensales proponen dejar sus teléfonos sobre la mesa y todo SMS, mensaje oral, fotografías y desde luego, las conversaciones, serán conocidas por todos los presentes. Esta variamte del juego de “la verdad”, revelará intimidades que amenazan con la destrucción de parejas. A partir de la iniciación del juego emergen, cada vez con mayor fuerza, las traiciones y mentiras de quienes aparentaban ser satisfechos burgueses, representando una vida familiar falsa.

La relación de pareja suele diluirse con el paso de los años, y hasta t ornarse inviable, es la conclulsión a la que obliga esta comedia decididamente dramática (y muy entretenida.)

Compartimos la columna de Alvaro Sanjurjo Toucón: