Por Gonzalo Hernández Waller (@gonzalohzw):

El pasado jueves se estrenó en Uruguay la última pieza cinematográfica del reconocido cineasta inglés Cristopher Nolan. Con una rica producción precediéndola, destacándose en ella películas como Memento, El Origen, Interestelar o la trilogía de Batman: El caballero de la Noche, llegó Dunkirk, un drama bélico que narra los sucesos que tuvieron lugar a fines de mayo de 1940, durante la Segunda Guerra Mundial, en donde 400 mil soldados británicos y franceses atrapados en las playas de Dunkirk, rodeados por el ejército alemán, fueron rescatados por miles de embarcaciones militares y civiles británicas, en un hecho que en su momento fue visto como una derrota, pero que más adelante fue de suma relevancia en el desenlace de la guerra.

La película se divide en tres hilos narrativos separados según el lugar en donde se desarrollan y el tiempo que transcurre en cada uno es distinto. Así, la película se divide en tierra, agua y aire, y se cuentan los hechos ocurridos en una hora, un día y una semana, respectivamente: una semana pasan los soldados en la playa esperando ser rescatados, un día navega una embarcación civil hacia allí en busca de sus compatriotas, y una hora vuelan los aviones británicos sobre la costa intentando proteger a los suyos y lograr que el rescate se lleve a cabo con éxito. Nolan muestra otra vez que el manejo cinematográfico del tiempo y la percepción del mismo, un tema frecuente e importante en sus películas, es algo que le preocupa y de lo que se ocupa. Cuando muchos pensábamos que, por ser una historia real, sería difícil que el director lograra una vuelta de tuerca que nos sacuda, como suele hacer, se las ingenió para encontrar en el manejo del tiempo narrativo ese sello suyo tan característico al que ya nos tiene acostumbrados pero que nos sigue sorprendiendo.

Como el director mismo ha expresado en diversas entrevistas, la película es “una historia de supervivencia humana”. Hay 400 mil soldados acorralados por el enemigo que en ningún momento es mostrado o nombrado. Se refieren a los alemanes como “el enemigo” y esto, según el director, es debido a que no quería que se perdiera esa esencia que pretendía darle al film. No es una narración histórica sobre los hechos, sino una historia de supervivencia, y no se trata de echar culpas, ese no es el objetivo del film, sino mostrar el drama que vivieron las personas involucradas.

Una de las características más importantes de la película es el poco dialogo que hay en ella. Nolan apela al lenguaje cinematográfico en su esencia para narrar mayoritariamente a través de imágenes. Hay un trabajo fotográfico muy sólido, realizado por Hoyte Van Hoytema (quien ya colaboro con Nolan en Interestelar) que logra crear una atmosfera de suspenso constante a través de los colores y los planos formidablemente diseñados. Esta atmosfera de opresión y constante sensación de peligro es reforzada con la magistral banda sonora compuesta por Hans Zimmer, a esta altura compañero inseparable de Nolan, quien logra hacer del sonido uno de los grandes protagonistas de la película, con relojes penetrando en nuestros oídos y marcándonos el ritmo de nuestras pulsaciones. Las balas que nos pasan por al lado, el agua entrando por todos lados y los aviones sobrevolándonos ven incrementado su impacto en el espectador gracias al diseño del sonido.

Si bien hay poco diálogo, las actuaciones son sólidas. Tom Hardy (nuevamente con la boca tapada) da vida a un heroico piloto, mientras que Mark Rylance navega en un barco civil a rescatar soldados. El gran acierto, sobre todo por lo cuestionada que fue, es la inclusión de Harry Styles en el reparto. El ex One Direction debuta actoralmente con una performance más que aceptable, brindando frases que tienen una importancia crucial en la historia. Podría pasar, como sucedió recientemente con la aparición de Ed Sheeran en Game Of Thrones, que la estrella musical se apodere por su propio peso de la pantalla y nos haga perder el hilo de la película. Esto no sucede en Dunkirk, tanto por la performance de Styles como por el trabajo de Nolan, quien lo supo usar en la forma y medida justa. Tanto Styles, eligiendo esta película como su debut actoral, como Nolan incluyéndolo, tomaron buenas decisiones.

Cristopher Nolan es de los pocos directores contemporáneos que se puede dar el lujo de hacer el tipo de película que quiera y, además, hacerlo con éxito. Posee una comprensión del medio y el lenguaje audiovisual bastante inusual. Es, desde hace años, un director que genera mucha expectativa cada vez que anuncia un nuevo proyecto. Dunkirk es, hasta el momento, el evento cinematográfico del año. No ha pasado ni siquiera una semana desde su estreno, pero quien escribe ya espera con ansias la próxima película de este fantástico cineasta. La ansiedad manda cuando hay certeza de buen cine.

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