Este martes se llevará a cabo una nueva reunión del Consejo Directivo de Peñarol en el Palacio Cr. Gastón Güelfi a partir de la hora 13.30 para debatir la continuidad de Leonardo Ramos al frente de la institución que hoy vio como se quedaba sin la posibilidad de ganar un nuevo clásico a manos del tradicional rival.

Un encuentro de carácter amistoso que en lugar de verano, se le podría decir de invierno. Sí, el razonamiento es correcto. Sin embargo, continuando por la lógica del criterio político del oficialismo, Pablo Bengoechea perdió un partido de estas características y fue el presidente Juan Pedro Damiani quien a través de una llamada telefónica le dijo que dejaba de ser el entrenador mirasol en una comunicación mediada por Juan Auntachain.

Ahora bien, ¿qué gana Peñarol con sacar a Ramos a cinco días de comenzar el Torneo Clausura? ¿Por qué no se lo destituyó cuando fracasó en el Apertura o el Intermedio? ¿Llegará al próximo clásico que se transformaría en la próxima ruleta rusa del técnico? Verdaderamente, hay aspectos que dejan que desear en esta vitrina cuando del lado de en frente, hay un proyecto que trabaja de manera ordenada o al menos, eso se percata a la vista.

La preocupación del socio aurinegro se acrecienta ya que sabe que en diciembre deberá poner sobre la balanza los fracasos deportivos o las obras y pases que concretó el actual mandatario, para elegir al próximo presidente del club. La campaña política cuando engloba decisiones a tomar en lo primero mencionado, lleva a una incongruencia dentro de la cancha y en el ambiente eso se percibe.

Gregorio Pérez perdió el Apertura 2011 a manos de Nacional de manera poco creíble pero lo mantuvieron hasta la segunda fecha de la Copa Libertadores de 2012. Cuando Atlético Nacional lo goleó 4-0 en el Centenario, le hicieron la despedida al fin de semana siguiente ante El Tanque Sisley en el debut del Clausura.

Jorge Fossati se encargó de poner el último encuentro en el que los aurinegros festejaron con un 5-0 que quedó marcado en la historia y la ida en ese momento de Gerardo Pelusso como entrenador albo. Sin embargo, seis meses después, perdió en la hora con el recordado gol de Álvaro Recoba, partido en el que Nacional comienza a construir la actual racha de 12 sin perder, y se fue por la puerta de atrás, más allá de que fue una renuncia de común acuerdo.

Al ya caso mencionado de Pablo Bengoechea, campeón de dos torneos cortos y responsable de meter a Peñarol en dos finales de campeonato, se fue por no ganar clásicos; se le suma Jorge Da Silva. Ganó dos para ser exactos en su primer pasaje por el club. Y vale decir que gracias al riverense, “Polilla” logró llegar a la final y ser campeón uruguayo en el último cetro que levantó el mirasol porque su gestión fue lapidaria.

Y así podrán seguir desfilando entrenadores pero algo queda claro. Definitivamente, este no es el camino. El club no puede seguir dejando la mancha de sacar a trabajadores como cualquier ser humano aspira a ganarse un lugar en la sociedad. Pero se sostiene dentro de la directiva que este es el camino del fracaso y el desastre deportivo.

Cuatro campeonatos uruguayos en 18 disputados y no pasar la fase de grupos de la Copa Libertadores ocho veces, como quedar fuera en primera fase en dos oportunidades y no clasificarse en cinco en lo que va del siglo XXI (a excepción de 2011 cuando llegó a la final), hablan muy mal y es poco para la rica historia de un club que otrora, levantó cinco veces el cetro continental, tres el cetro mundial y obtuvo dos quiqueños a nivel local.

(Por Rafael Castillo)