Walter Mendaro fue expulsado de su casa por su padre cuando tenía doce años. Durante tres años, comió de la basura, de las sobras de los restaurantes. Durmió en la playa del Gas, hasta que fue consiguiendo diferentes trabajos que le permitieron salir de su situación de calle.
“Me bañaba en la fuente del Parque Rodó y me acuerdo que a mi relojito de plástico lo cuidaba como si fuera oro» comentó Mendaro, y agregó: «aprendés, aprendés de la vida, de los sinsabores, de lo lindo, de lo bueno, de lo malo, ver la gente que pasa y te mira como un bicho raro».
«Me sentía vacío, pero yo sentía como un impulso. A ver, yo no viví los doce años como un chico de doce, los viví como un tipo de 20”, contó Walter.
Ahora, con 52 años, tiene una hija de 23, y está a punto de ser abuelo. Siente que es maravilloso todo lo que le ha pasado en la vida, pero jamás olvidó sus días en la calle. Por eso, desde hace 20 años, dedica, gran parte de su tiempo, a ayudar a los más desamparados.
Walter no está sólo en su tarea solidaria, ya que cuenta, como dice, con “hermanos de la vida”.
Mendaro visitó «De taquito a la mañana» y charló de sus vivencias y de como ahora ayuda a necesitados.
Pese a todo lo vivido, Walter se mantiene fiel a sus sentimientos: “yo esto lo digo siempre: era un chico de la calle, y lo voy a seguir diciendo, porque eso me llena de orgullo, llegué hasta acá”.