En febrero de este año aparecía la primera canción de Mandrake y Los Druidas, “Estos son los días”. Hoy, a pocos días de despedir el 2017, su álbum debut es una realidad.

Con el disco en las bateas, Alberto Wolf repasa cómo surgió la banda y el camino transitado hasta hoy junto a Nacho Echeverría (bajista de Buenos Muchachos), Federico Anastasiadis (batería de Oro) y Nacho Iturria (guitarrista de Croupier Funk).

“’Mi música, mis caballos ciegos’ dice una canción de Dylan, que no me acuerdo como se llama, y siento una sensación parecida respecto de adonde me llevaron las canciones de Mandrake y los Druidas. De repente volví a mi adolescencia con Deep Purple, Led Zeppelin, Black Sabbath, Pescado Rabioso y me reencontré en un hombre veterano con Neil Young y Crazy Horse, Frank Black and the Catholics y los Strokes».

«Todo esto empezó en un festival organizado por el Solitario Juan en  La Sala del Museo del Carnaval escuchando a Oro y quedé impactado por el baterista, Federico Anastasiadis, su forma de tocar despertó algo en mí».

Al poco tiempo Juan Pablo Chapital y los Buenos Muchachos lo invitaron a participar  en distintos shows y el Rickembeker se repetía, al igual que el bajista, Nacho Echeverría. «Los junte a los dos y era evidente que estas canciones los estaban esperando a ellos», dice Mandrake.

Al sonido le faltaba otra guitarra, fueron a ver varios guitarristas, surgió el nombre de Nacho Iturria, de la Croupier Funk, «probó en 2 canciones, fue al baño y quedó en la banda».

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