Inés Zorreguieta, de 33 años, hermana de la reina Máxima de Holanda, fue encontrada muerta anoche en su departamento de la ciudad de Buenos Aires. «Se presume que se trató de un suicidio», informó un vocero del gobierno neerlandés a LA NACION.

El cuerpo de la joven fue hallado anoche en su departamento, ubicado en la calle Río de Janeiro al 200 -en el límite entre los barrios Almagro y Caballito-. Agentes de la Policía trabajaron en el lugar durante la madrugada para avanzar en los peritajes. El caso está a cargo de la fiscal Cintia Oberlander, titular de la Fiscalía Nacional en lo Criminal y Correccional Nº 17 e interinamente a cargo también de la Nº 19.

Por pedido de la familia, la fiscalía no dará información sobre la causa y la información será dada a conocer por las vías institucionales.

La información fue confirmada en exclusiva por un vocero oficial del gobierno neerlandés a LA NACION. «Confirmo que Inés Zorreguieta, hermana de la Reina Máxima de los Países Bajos, murió el miércoles por la noche. Se presume que se trató de un suicidio», señaló, pero no brindó detalles.

«En relación con la muerte de Inés Zorreguieta, hermana de su Majestad la Reina Máxima, se cancelan las apariciones públicas planificadas de la Reina Máxima el jueves 7 y el viernes 8 de junio de 2018», agregó el vocero.

Zorreguieta, de 33 años, trabajaba como directora de Despacho y Mesa de Entradas de la Dirección General de Administración de la Secretaría Ejecutiva del Consejo Nacional de Coordinación de Políticas Sociales de la Presidencia de la Nación, adonde había sido designada en febrero de 2016.

Graduada en 2002 del colegio Palermo Chico, luego estudió Psicología en la Universidad de Belgrano, donde se recibió -según su currículum- con un promedio de 9,50/10.

Entre 2009 y 2011, trabajó en la sede de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) de Panamá, donde se desempeñó en varias áreas de investigación y análisis, en Recursos Humanos y Comunicaciones. En 2012, sin embargo, volvió a la Argentina tras separarse de su pareja. En ese momento su nombre empezó a circular por los medios: daban cuenta de que la hermana menor de Máxima estaba en tratamiento médico por problemas de alimentación y de depresión.

Dos años después, en 2014, Zorreguieta ingresó al Ministerio de Desarrollo Social de la Ciudad de Buenos Aires, a cargo de Carolina Stanley. Allí participó en el análisis, diagnóstico y relevamiento de distintos programas.

La noticia causó polémica porque generó cuestionamientos acerca de su mérito para acceder a un cargo como ese y porque se dio a conocer cuánto cobraría: tal como publicó el diario Perfil, recibiría un sueldo bruto de 45644 pesos. El decreto aclaraba que el nombramiento se realizaba «con autorización excepcional por no reunir los requisitos mínimos establecidos en el artículo 14 del Sistema Nacional de Empleo Público»: para acceder a una «remuneración equivalente a Nivel B – Grado 0», como la del puesto de Zorreguieta, se exige un título universitario de grado correspondiente a una carrera de duración no inferior a cuatro años; experiencia laboral en la especialidad atinente a dicha función o puesto acreditada por un término no inferior a los tres años después de la titulación; especialización en los campos profesionales correspondientes a la función o puesto a desarrollar; y experiencia laboral acreditada en dirección de equipos de trabajo por un término no inferior a dos años, cuando comporte ejercicio de funciones ejecutivas o de jefatura. Aunque contaba con un título universitario y algunos años de experiencia laboral, a sus 31 no resultó suficiente para quedar eximida de las críticas que, como todo lo vinculado a su famosa hermana, trascendió las fronteras.

La hermanita menor fue una figura clave para Máxima en los días previos a la boda real, evento que sin dudas puso los nervios de punta a todos los Zorreguieta: sus padres no podrían asistir dado el rechazo del Parlamento holandés a la presencia de quien fuera miembro de la dictadura militar argentina, y solo sus hermanos, tías y amigas íntimas estuvieron en Europa para contenerla. Inés tenía 16 años, estaba por empezar quinto año del colegio cuando viajó a apoyar en todo a su hermana. Y fue en esa exposición ante el mundo en la que quedó en evidencia la devoción de Máxima por su hermanita.

 

 

(Fuente: La Nación)