El Tri debutó en la Copa del Mundo con un resultado prometedor: venció a Alemania con justicia y demostró que la máquina es también humana

El grupo F de la Copa del Mundo se inauguró con una sorpresa. En el Luzhniki Stadium de Moscú, México venció 1-0 a Alemania y lo que es aún más meritorio, fue una victoria con todas las letras. Los aztecas dominaron el partido y merecieron el premio.

Como lo marca su filosofía de juego, el control de la pelota era de Alemania, pero la línea de cuatro rival le fue impenetrable y su único recurso fue el disparo desde media distancia, siempre controlado por el arquero “Memo” Ochoa. México sorprendió a propios y ajenos con un juego ambicioso y veloz, que resultó el talón de Aquiles alemán. Aprovechó las ocasiones en las que la figura táctica germana se estiraba en el campo, y con contragolpes veloces, lo vulneró en cada ocasión. Su única deuda fue la definición.

A diez minutos del final de la primera parte, Hirving Lozano materializó las ilusiones que generaba su equipo. Con la fórmula de la velocidad, recibió la pelota en el área y por la banda más castigada, la de Joshua Kimmich. Se deshizo de su marcador con un enganche y venció a Manuel Neuer en su palo, para hacer delirar a los suyos con un gol nunca pensado.

El segundo tiempo tuvo la misma dinámica. El Tri encontró la forma de jugarle a la potencia mundial y no abandonó esa idea durante todo el partido. Con el pasar de los minutos, sintió la exigencia física y permitió que Alemania se acercara peligrosamente, ahora con la presencia amenazante de Marco Reus. Pero la defensa bien plantada del técnico Juan Carlos Osorio resistió, respaldada por la seguridad de Ochoa en el arco.

México sorprendió al mundo venciendo al campeón vigente, pero también dominándolo y demostrando que aquella máquina alemana no es invencible.