El ex presidente acudió a la cárcel de Curitiba a visitar a un «viejo amigo», preso por corrupción pasiva y lavado de dinero.

«No falo brasilero», les dijo este jueves el ex presidente José Mujica a las decenas del militantes del Partido de los Trabajadores de Brasil que se consagraban en la puerta de la cárcel de la Policía Federal de ese país en Curitiba. El ex mandatario se aprestaba a ingresar allí para visitar a su amigo y ex colega, Luiz Inácio Lula Da Silva, preso desde hace más de dos meses por corrupción pasiva y lavado de dinero.

La aclaración de Mujica a los congregados se debió a su pedido de calma. No dominaba bien el portugués y pretendía que lo escucharan atentamente, porque quería dirigir una palabras.

«Estoy aquí para darle un abrazo a un viejo amigo», aclaró al principio de su breve discurso, ayudado por un megáfono. «Recuerden, los hombres y las mujeres pueden tener preso el cuerpo, pero su causa nunca estará presa, porque camina con las piernas y los brazos de sus compañeros», aseguró.

«Esta es una lucha muy larga, que no empezó con ustedes ni con nosotros, ni va a terminar con nuestra vida», indicó. «Vale la pena dedicarle una parte del milagro de estar vivo para servir a la causa de la igualdad arriba de la tierra, ese viejo sueño del hombre».

Mujica dirigió su discurso a los militantes acompañado de la senadora y presidenta del Partido de los Trabajadores, Gleisi Hoffmann, absuelta en las últimas horas por la Corte Suprema de Brasil de los cargos que pesaban en su contra en torno a la trama de corrupción de Petrobras durante los gobiernos de Lula y de Dilma Rousseff.

«No se lamenten», les recomendó a los manifestantes que lo escuchaban atentamente. «Se puede vivir porque se nació, igual que las tortugas y las ranas, o se puede vivir porque uno le da una causa su vida. El problema es tener una causa para vivir, y no vivir porque se nació», afirmó.

Mujica pasó a referirse entonces al ex presidente brasileño encarcelado. «Lula son todos los que tienen problemas en la inmensidad de América Latina», sostuvo.

Cuarenta y cinco minutos después la visita había concluido, y Mujica daba sus impresiones sobre la reunión.

«Fue muy cordial, hacía tiempo que no lo veía», confió. «Pertenezco a un pequeño país, y cuando Lula fue presidente, tuvo una actitud de mucha consideración para nosotros», aseguró. «Brasil se comportó como una especie de hermano mayor, y se lo vamos a reconocer siempre».

Esta ha sido, señaló, la razón de la afirmación de una amistad personal que venía de antes.

«Lo encontré de muy buen ánimo y temperamento, con algunos quilos menos, leyendo muchos libros y preocupado, como no puede ser de otra manera, del destino futuro de Brasil y de nuestra América», afirmó con respecto a Lula.

Mujica fue consultado en ese sentido sobre cómo observa el proceso político que se vive en Brasil. «Lo miro, me hago preguntas y tengo mucha incertidumbre», señaló.

Según su visión, lo más preocupante es que es que el pueblo brasileño pueda enfrentar ese futuro, sobrellevar sus contradicciones, mantener la alegría y no caer en una confrontación que puede ser penosa.

La preocupación de Mujica, según confió, tampoco es desinteresada. «Pertenezco a un pequeño país flanqueado por dos gigantes», contó. «Cuando uno de ellos se resfría, nosotros nos engripamos. Mi deseo de que Brasil supere sus problemas no es gratuito».