El Partido Demócrata ha recuperado este martes el control de la Cámara de Representantes de Estados Unidos, tras ocho años de mayoría republicana, y ha dejado debilitado lo que queda de mandato de Donald Trump. No ha logrado, sin embargo, asestar el que hubiera sido un golpe letal, ya que los conservadores mantienen el Senado.
Se abre una etapa de incertidumbre, en la que los controvertidos sueños trumpistas de levantar un muro con México para frenar la inmigración o la liquidación de la reforma sanitaria de Barack Obama quedan heridos de muerte. El descontento con el presidente, uno de los gobernantes más impopulares y divisivos de la historia reciente, ha movilizado a los votantes progresistas en unas elecciones legislativas marcadas por la alta participación y el reflejo de un tiempo nuevo. Los estadounidenses han escogido un Congreso con más mujeres y más diversidad racial y religiosa que nunca.
La llamada ola azul, color con el que se identifica al partido de Barack Obama y Hillary Clinton, llegó sin fuerza suficiente para arrastrar a la Cámara alta, una empresa sumamente difícil en tanto que solo se renovaban 35 de los 100 escaños y la mayoría, 26, eran demócratas. De hecho, los republicanos consolidan su mayoría en el Senado manteniéndose al menos con 51 representantes.
Una vez más, el voto rural tendió a favorecer a los republicanos y las zonas urbanas y suburbanas a los demócratas. Pero para estos últimos, el triunfo en la Cámara de Representantes, que ya han alcanzado la mayoría de 219 asientos, arroja señales esperanzadoras: ganaron distritos en los que no eran favoritos en Nueva York, Texas, Illinois o Virginia. Y en la batalla por el puesto de gobernador lograron importantes victorias en Michigan y Wisconsin, zonas del cinturón industrial que en 2016 abrazaron al magnate.
Fue también una buena noche para el movimiento feminista, vigorizado por la ola MeToo de protesta contra el acoso sexual, ante un presidente acusado de abusos por varias mujeres y que se ha caracterizado por sus comentarios a menudo sexistas. Con los resultados disponibles a medianoche ya se sabía que el Capitolio tendría al mayor número de congresistas mujeres de su historia.
Se rompieron muchas otras barreras invisibles este martes. El primer gobernador abiertamente homosexual del país salió elegido en Colorado: Jared Polis; Alexandria Ocasio-Cortez, de Nueva York, se convirtió, con 29 años, en la mujer más joven elegida nunca en la Cámara de Representantes; y la victoria de Rashida Tlaib en Michigan significó la llegada del primer musulmán al Capitolio.
Todos hablaron de victoria. “Un éxito tremendo esta noche. ¡Gracias a todos”, escribió Trump en su cuenta de Twitter. Sobre la misma hora, sin embargo, llamó para felicitar a la veterana congresista Nancy Pelosi, peso pesado demócrata y líder de este partido en la Cámara de Representantes. Pelosi destacó el éxito y llamó a la “unidad” en un momento en el que el Congreso estadounidense queda partido por la mitad, con los republicanos en el poder en el Senado y los demócratas en la Cámara baja. En el actual contexto la polarización política que vive el país desde hace años, las posibilidades de bloqueo en la política nacional resultan evidentes.