«Solo Enfermería son 10.000 horas de prácticas». La cifra la da la vicerrectora de Estudiantes de la Universidade da Coruña, Margarita Amor. En la facultad de A Coruña se gestionaron el curso pasado 450 prácticas. Eso da la medida del peso que tienen en la formación de los universitarios que, según ha establecido el Gobierno, deberán ser dados de alta en la Seguridad Social mientras se forman a través de prácticas externas. Sin excepción. Eso supondría que más de 11.000 universitarios gallegos deberían cotizar. Es la cifra de estudiantes que el curso pasado estuvieron haciendo prácticas externas, ya fuesen de grado o de máster, curriculares -y por lo tanto dentro del plan de estudios y obligatorias- o extracurriculares, que tienen carácter voluntario.
«A mí me parece positivo que valoren la labor que se está haciendo de las prácticas», dice Amor. «Ahora, a ver cómo se gestiona». El Gobierno y la Conferencia de Rectores están inmersos en el proceso de redacción de la normativa que tiene que regular esa cotización sin excepciones de los becarios. La CRUE ha solicitado a todas las instituciones de enseñanza superior que envíen datos sobre las prácticas de sus alumnos para hacer una simulación de cuánto costaría darlos a todos de alta en la Seguridad Social. «Se está mirando que sea el Ministerio de Trabajo el que asuma esas cotizaciones», explica la vicerrectora de la UDC, que ya ha informado a las empresas de que en ningún caso ellas asumen los costes de cotización, porque «ya vinieron dudas» y el temor era que las empresas retirasen su oferta para los universitarios.
El Ministerio de Trabajo se ha comprometido a remitir a las universidades un primer borrador en el que se contemplen las posibles bonificaciones de la cotización y el Ejecutivo insiste en que en ningún caso la medida tiene afán recaudatorio. Antes de que termine febrero, el Gobierno y las universidades volverán a reunirse para avanzar en la normativa que regulará este cambio en el sistema de prácticas externas, que la Conferencia de Rectores pide que no entre en vigor antes de enero del 2020 y que la ministra de Educación asegura que no se implantará en el caso de que llegue a suponer una perturbación en el sistema educativo.
Los datos que han aportado las universidades gallegas muestran que el grueso de las prácticas externas son de grado y tienen carácter curricular. Es decir, son obligatorias para poder titularse y tienen un peso enorme en los títulos de ciencias de la salud y educación, que tradicionalmente cuentan con un practicum. De nuevo, el ejemplo de Enfermería: los estudiantes tienen su primera experiencia laboral en segundo curso, cuando se matriculan de los primeros créditos de prácticas tuteladas, que son el total de la carga lectiva -sin contar el trabajo de fin de grado- en último curso. Solo en la Universidade de Vigo, casi 4.000 estudiantes hicieron prácticas curriculares el curso pasado frente a los 1.055 que optaron por prácticas voluntarias, lo que da la medida del peso que tienen en la formación universitarias las estancias en empresas y administraciones, que siempre deben tener carácter formativo y nunca pueden servir para sustituir a trabajadores.