Los 105 privados de libertad fueron trasladados a un pabellón exclusivo, en Punta Rieles. Ahora en las instalaciones de calles San José y Carlos Quijano ya no habrá presos permanentes.
La permanencia de estas personas tendrá un máximo de 72 horas, para luego ser derivados a otro centro de reclusión. Con el traslado se concretó el cierre definitivo de esa cárcel, que era para «internos comunes».
Las únicas personas que permanecerán alojados serán aquellas con diagnóstico con problemas de salud mental que provienen del Hospital Vilardebó. Se trata de nueve casos.
El edificio funcionó como cárcel desde 2006, debido a la superpoblación en otros centros en esa época. En sus comienzos fue centro de reclusión transitoria para personas procesadas por la Justicia en Montevideo.
En 2013 se comenzó a alojar personas formalizadas y condenadas de todo el país. El decreto disponía que la dependencia fuera esencialmente utilizada para ese funcionamiento.
Asimismo, disponía que allí se alojaran aquellas personas que debieran permanecer bajo arresto administrativo con fines de extradición.