Antonio Ladra, en su columna de análisis de actualidad “Lugar a dudas” en Fuentes Confiables, en la que repasó el negocio del narcotráfico a escala mundial.

Lo que estábamos escuchando es un fragmento de una de las canciones preferidas de Joaquín el Chapo Guzmán Loera, Un puño de tierra.

La canción, autoría de Carlos González García y hecha famosa por Antonio Aguilar, habla sobre lo efímero de la vida y la importancia de pasarla bien.

Es quizás una de las piezas musicales que mejor retrate a uno de los narcotraficantes mexicanos más conocidos en el mundo, pero es también una forma de vida global para los criminales: lo efímero y el pasarla bien no importa cómo ni a costa de qué. Es el triunfo de la narcocultura que se ha impregnado en nuestra sociedad, donde ser narco es sinónimo de éxito.

EL NARCOTRÁFICO

Según datos de la oficina de Drogas y crimen organizado de las Naciones Unidas, al narcotráfico se lo considera una de las joyas de la corona de los negocios ilícitos, genera nada menos que 300.000 millones de dólares al año. solo en América del sur le da trabajo a más de 25.000 personas.

Es la segunda actividad económica mundial, detrás de la industria armamentista, y se ha convertido en un comercio que pone en circulación enormes cantidades de dinero, que usa una fuerza de trabajo importante y variados medios de transporte, además de la corrupción y todas las formas de presión y de influencia posibles.

El narcotráfico tiene una gran facilidad de desequilibrar los estados en los que trafica y vende o que usa como plataforma para otros mercados más rentables. Desequilibra también a la sociedad, al aumentar la criminalidad. Lo que hace unos años, no muchos, quince tal vez, era patrimonio de Colombia, de México o de algunos países de América central, hoy está presente en Uruguay. Los uruguayos se han acostumbrado rápidamente a expresiones como «capos narcos», «ajuste de cuentas», o a la «feudalización de barrios» donde grupos territoriales de narcotraficantes hostigan a los vecinos que no les son afines.

Parece que el narcotráfico ha ganado.

En lo concreto, Uruguay muestra demasiadas falencias en sus fronteras, en los controles aduaneros, en los puertos y aeropuertos además de estar relativamente cerca de dos grandes centros productores de coca como Perú y Bolivia.

Ha habido en los últimos años un aumento de la producción de cocaína lo que obliga a las organizaciones criminales a buscar todos los medios posibles para llegar a los mercados de consumo, esto es Norteamérica, Europa y Asia.

Y más allá del aumento de la producción de cocaína, a raíz de la mejora en el combate al narcotráfico en Argentina, se genera el efecto cucaracha y los narcos buscan donde les sea más fácil transitar.

Y Uruguay es un país hábil para ello: 700 kilómetros de frontera seca absolutamente porosa con Brasil, sumado a la falta de un sistema de radares completo ayuda y mucho.

Hoy, la dinámica del narcotráfico, que es mucho más ágil que los propios estados hace prever que los carteles internaciones adoptaron a Uruguay como uno de los centros de distribución. Esto se debe, entre otras cosas, a que mientras el tráfico es un problema multinacional, las estrategias en su combate son aún muy locales.

En ese sentido y sumado a lo anterior, se debería tener una mirada más integral, porque la política contra el narcotráfico se reduce en todo el mundo a su parte criminal, sin una mirada acerca de las actividades financieras.

En Italia, por ejemplo, la mafia ha organizado una serie de empresas multinacionales legales en las que se lavan las fenomenales ganancias del tráfico de droga. Esta telaraña abarca todos los continentes y fue lograda con aceitados contactos entre las mafias y distintos poderes políticos, y en esta trama están los bancos.

Los bancos son un problema porque ha sido el instrumento fundamental que las mafias han tenido para reinsertar su dinero en la economía legal.

Sobre el poder económico estructurado alrededor del narcotráfico internacional: un kilo de cocaína en manos del productor cuesta unos 1.200 dólares, y aumenta a 25 mil dólares cuando cae en poder del “narco”. Una vez que pasa a la mafia italiana o los croatas, ese mismo kilo vale 60 mil dólares y cuando llega a Nueva York su valor final ya se ha multiplicado por cuatro: 240 mil dólares.

Las autoridades alemanas hallan 4.500 kilos de cocaína camufladas en bolsas de deporte y transportadas por un barco contenedor que salió por ahora se dice el puerto de Montevideo, aunque ello está en etapa de investigación.

¿Cómo se introduce la droga en un contenedor? El procedimiento se lo conoce como el «gancho ciego» o «gancho perdido». Este método consiste en introducir la droga en el contenedor en el puerto de origen o escala, con desconocimiento de la empresa exportadora sobre la carga ilegal que transporta. Se rompen los precintos, se mete la cocaína y se cierran de nuevo. Una vez que el contenedor está en el puerto de destino, personas de la misma organización retiran el estupefaciente tras romper esos segundos precintos del contenedor, que sustituyen por unos terceros precintos falsos que la propia red remite junto con la droga. La idea es aparentar que los contenedores no han sido manipulados y de esa manera salvar los controles policiales y aduaneros.

Y aquí no ha pasado nada o ha pasado mucho y no lo sabemos.

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