El pasado martes 10 de diciembre asumió Alberto Fernández como nuevo presidente de Argentina y Uruguay estuvo representado oficialmente en el acto.
(Columna de Antonio Ladra – Fuentes Confiables)
Se hicieron presentes el presidente Tabaré Vázquez, el presidente electo Luis Lacalle Pou, y el canciller Rodolfo Nin Novoa, en una clara señal al resto de los países de América Latina y la propia Argentina, que se ven un día sí y otro también enfrentados por las políticas domésticas pero que impactan en toda la región.
Acompañaron a esta representación, invitados por Fernández, la vicepresidenta, Lucía Topolansky; el ex presidente, José Mujica, y el embajador de Uruguay en España, Francisco Bustillo.
En síntesis, ¡menuda delegación representó a Uruguay!
Con Alberto Fernández en Argentina se inaugura una nueva época en ese país: el presidencialismo y el vicepresidencialismo, porque no olvidemos como fue designado como candidato: lo hizo la jefa del peronismo, Cristina Fernández, a través un tuit. Después, es cierto que la gente voto a Alberto, pero no es menos cierto que se abre una incógnita sobre cómo se resolverá esta tensión entre el presidente y la vicepresidenta. De acuerdo a como se desarrolle será también importante para nuestro país y el Mercosur.
Hay un dato interesante en esta nueva realidad, en política internacional estará el ingeniero Felipe Solá como canciller. Tener un político en este cargo es lo mejor que le puede pasar al país y de este lado habrá también un político, Ernesto Talvi. Detrás de ambos habrá un equipo de técnicos y diplomáticos, el mismo Talvi lo es en el área económica.
Pero para Uruguay y el Mercosur es importante el talante con que se traten y se vean las cancillerías de Argentina y Brasil.
Por lo pronto hubo un cambio en la actitud de Jair Bolsonaro, que había decidido que ningún funcionario brasileño participaría de la asunción y que los representaría el embajador en Argentina. Pero, sin embargo, al final estuvo presente el vicepresidente Hamilton Mourão, un militar que tiene ciertas diferencias con Bolsonaro, tantas como que paradojalmente es el moderado de ese gobierno. Según se manejó ayer en corrillos de Itamaraty, al presidente brasileño lo habría convencido el presidente de la Cámara de Diputados del país vecino, Rodrigo Maia quien había estado hace unos días reunido con Fernández.
Un dato: Mourão es amigo del senador electo y líder de Cabildo Abierto, Hugo Manini Ríos; se conocen por sus profesiones ambos son militares. Se conocen desde cuando Manini era comandante en jefe del Ejército y Mourão estaba a cargo del Comando Militar del Sur en Brasil.
DISCURSO Y GESTOS
El discurso de Fernández tuvo una fuerte apelación a la unidad y al consenso para terminar con la grieta. Es un mensaje también para los que acá, en Uruguay, en las redes sociales, e incluso en algunos medios de comunicación, tanto de un lado como del otro promueven la grieta política. Alberto Fernández definió que la erradicación de la grieta es su objetivo político, tanto como combatir el hambre y mejorar la economía.
La economía, ¡qué tema! Anoten un nombre: Martín Guzmán, así se llama el flamante ministro de economía argentino. Es joven, apenas 37 años, alumno del premio Nobel Joseph Stglitz, o sea lo más alejado a la ortodoxia de nuestra futura ministra Azucena Arbeleche. El comienzo fue auspicioso, por lo menos el dólar, tan volátil, no se movió a la espera de los anuncios. Algo ya se sabe: más emisión de dinero, y suba de impuestos para los sectores de mayor capacidad contributiva y rezar para que el dólar se mantenga en sus actuales niveles para eso seguirá el cepo.
Fue una jornada llena de guiños y gestos: homenajeó a Cristina Kirchner por su «visión estratégica”, pero a la vez tomó distancia de ella en los gestos con Mauricio Macri y Graciela Michetti, la vicepresidenta saliente.
Con el primero se fundió en un fuerte abrazo que contrastó con ese apenas toque de manos, expresión de disgusto y mirada perdida de la vicepresidenta con el presidente saliente, sumado al pedido de cambio de la lapicera para firmar el acta de asunción para no hacerlo con la misma que antes había usado Macri, pero también Alberto Fernández, ¿no se habrá dado cuenta o fue también un gesto hacia su presidente?
El gesto con Michetti fue a la vista muy cariñoso cuando, rompiendo el protocolo, la trasladó empujando la silla de ruedas de la vicepresidenta saliente. Hubo algo más, cuando recordó sus inicios en la administración pública al citar a Raúl Alfonsín, el primer presidente elegido democráticamente a la salida de la dictadura. Alberto Fernández habló de una «ética de las prioridades y de las emergencias», como reflejo de aquella «ética de la responsabilidad» del presidente radical.
Luego, ya con el traje de hombre de Estado, reafirmó la estratégica relación con Brasil más allá de los enfrentamientos ideológicos. Una buena señal para el Mercosur.
Si habrá sido importante esa señal porque, recordemos, nunca antes un presidente brasileño en ejercicio y uno argentino habían intercambiado agresiones como lo hicieron Bolsonaro y Fernández en estos meses previos y nunca antes los mandatarios de los dos pilares del Mercosur tuvieron miradas tan opuestas de la política y de la economía.
Bolsonaro quiere liberalizar la economía, firmar tratados de libre comercio y alinearse con Estados Unidos. Fernández promete hacer exactamente lo contrario.
Si no hay una convergencia, aunque sea mínima entre Brasil y Argentina, las consecuencias pueden ser devastadoras. Como se ve, menudo papel va a tener por delante la diplomacia uruguaya con Talvi a la cabeza para mediar entre estos dos colosos y evitar un quiebre definitivo.