En una nueva columna de Lugar a dudas, el periodista Antonio Ladra analizó los dichos del ministro de Ganadería y señaló que el jerarca «no está a la altura de su cargo».

Los hechos son conocidos: durante una entrevista en el programa “Todas Las Voces”, de canal 4, con el colega Daniel Castro, el ministro de Ganadería Agricultura y Pesca, Carlos María Uriarte, al hablar sobre el delito que afecta al campo expresó que “las cifras del abigeato son casi similares a los femicidios”.

El abigeato no es nuevo en Uruguay y menos en el mundo, tiene siglos. Le voy a leer un extracto de un trabajo. Lo hizo Pedro Ortego Gil, Catedrático de Historia del Derecho (Universidad de Santiago deCompostela). Se titula Abigeatos y otros robos de ganado: una visión jurisprudencial siglos XVI-XVHI)

Escuchá la columna completa de Antonio Ladra:

 

En el hurto de una o pocas cabezas de ganado no es extraño comprobar cómo intervienen obligados de la carne o tablajeros, pues una vez extraída la cabeza de ganado —sobre todo de vacuno— la manera más fácil para conseguir borrar, si quiera fuera en parte, las señales del delito era negociar su compra con un carnicero, quien despellejaría la res y vendería su carne en la tabla, encubriendo de esta manera el suceso, sin olvidar el aprovechamiento de los cueros tan esencial en aquella época. Esta modalidad delictiva podía generar la repetición de hurtos de una única cabeza cada vez dentro de una misma jurisdicción, si existían facilidades para su venta en las carnicerías. Estas circunstancias producían la lógica alteración de sus habitantes y motivaba la actuación de oficio de la justicia para remediar tales majes”.

Lo que ha ocurrido en nuestro país es que en los últimos tiempos este delito se ha expandido. Hoy se puede hablar de bandas criminales que matan y descuartizan animales en general vacunos, para vender su carne de manera clandestina en las ciudades del interior.

Por lo tanto, sabemos y conocemos lo que son las cifras de abigeato y los perjuicios que provoca en la gente de campo y no solo en los grandes ganaderos, sino en los pequeños, los que tienen un puñado de animales que son los que le dan el sustento y en algunos casos, sabemos que pequeños productores se han fundido como consecuencia de este delito.

Este delito genera un daño económico como ocurre con los pequeños comercios que son asaltados una y otra vez, por eso, hay un largo trecho, tan largo como casi dos siglos de historia, comparar un delito contra la propiedad con los femicidios.

Las expresiones de Uriarte provocaron un profundo rechazo en todos aquellos que han visto afectado su sensibilidad por tamaña expresión. La vice presidenta Beatriz Argimon le pidió públicamente una retractación y disculpas por su aberración verbal, que no es solo verbal, sino que expresa una forma de sentir y actuar en la vida. Lo que dijo el ministro es cavernariamente estructural. No tiene ningún tipo de sensibilidad. Lo digo a pesar de que ha dedicado todo el día de ayer en pedir disculpas. Lo único que le faltó fue decir que le hackearon la boca, porque ha dicho que su pensamiento no es ese y, ¡faltaba más!, que sus dichos fueron sacados de contexto.

Uriarte ha dicho que se refería a las cifras, lo dice en la entrevista, es cierto, pero aun así son temas incomparables Uriarte, en la entrevista, aclara que se refería a las cifras, pero insisto no hay nada que comparar con un femicidio. En todo caso lo hubiera comparado con otros delitos contra la propiedad.

No es la primera vez que Uriarte se va de boca, parece que sus formas son el uso de expresiones con el objetivo de provocar. ¿Recuerdan? Fue Uriarte quien expresó en voz alta su alegría por la suba del dólar. Uriarte se expresó como productor rural que es y no como autoridad gubernamental. Está en los dos lados del mostrador, pero sostiene un solo lado, el que le conviene a él y a su bolsillo y no a todos los uruguayos.

Uriarte no está a la altura de su cargo, no como titular de la cartera sino como integrante de un gobierno que ha demostrado en muchas cosas una sensibilidad de la que él carece.