Edison Cavani entró a jugar ante Leicester City cuando faltaban sólo 15 minutos para el final. Lo cuida. Ole Solskjaer lo cuida y hace bien. Durante dos años y medio, arrancando en el Uruguay 2 Portugal 1 del Mundial de Rusia 2018, el salteño ha caído de lesión en lesión y todas musculares, porque sus músculos tienen también 33 años de vida, al igual que su ilustre propietario, algo que por si acaso merece recordarse.

Tan sólo tres días atrás Cavani había sentenciado el pasaje de Manchester United a semifinales de la Carabao Cup, o Copa de la Liga, como más guste llamársela. Luego de participar activamente en todo lo importante que hizo la ofensiva de su equipo durante 90 minutos, liquidó al Everton de Carlo Ancelotti con un zurdazo inapelable: la pelota entró abajo, junto al caño izquierdo del arquero local, luego de una vertiginosa diagonal de derecha a izquierda, muy típica, por cierto, del goleador nacido en Salto. Fue el final de un partido cerrado como pocos en la primera división inglesa.

El entrenador noruego lo cuida y hace bien, sólo que podría pensarse un poco apresuradamente que esta vez, en la visita del United al segundo de la tabla en el «King Power Stadium» se le fue un poco la mano y demoró demasiado en darle entrada. Sin embargo Solskjaer aclaró después que había planificado darle unos 25 minutos a «El Matador», pero su plan se vió truncado por la lesión del zaguero sueco Viktor Lindelof, circunstancia que le obligó a «quemar» anticipadamente uno de los tres cambios permitidos en la Premier League.

Todo esto pasó en el partido inaugural del dichoso «Boxing Day» que enfrentaba al segundo de la tabla, Leicester City de Brendan Rodgers, con el tercero, Manchester United. Justificadamente entonces, tardó el sueco Ole en darle paso a «El Matador», claro que el ex-Danubio, Palermo, Napoli y PSG, no demoró como su técnico y tan sólo 4 minutos después de pisar el verde, metió un antológico pase entre líneas para que el portugués Bruno Fernandes, el alma y la vida del equipo, cruzara el balón al segundo caño del arquero danés Kasper Schmeichel para poner el 2 a 1 en el marcador.

Fernandes, ex-compañero de Sebastián Coates en Sporting de Lisboa, por todo festejo, hizo la mímica de sacarse el sombrero delante del uruguayo de la varita mágica. Todo dicho, y debió ser partido, se lo merecían Fernandes y Cavani, tal vez Marcus Rashford y el meritorio brasileño Fred, pero ciertamente pocos más en el equipo de Old Trafford, que jamás dió la sensación de solidez defensiva a lo largo de un partido en el que se puso a ganar dos veces pero no supo mantener la diferencia, ni tampoco se dió tiempo para ampliarla.

Miraron, atentamente miraron los defensas visitantes en las jugadas previas a ambos goles de Leicester City. Puntualmente, en ocasión del 2 a 2 que sería definitivo, al lateral-volante Luke Shaw, al zaguero y capitán Harry Maguire y al otro central Bailey, les faltó aplaudir, pero en general, independientemente de los nombres, Manchester United es un equipo que no sabe defender su ventaja luego de obtenerla.

Le faltan dientes apretados al grito de «no pasarán». El rival se les tira encima y lo miran contemplativamente, como diciendo «y bueno, ahora es tu turno, te toca a ti». Hoy el United sigue arriba en la tabla, sus aspiraciones al título lucen intactas, muestra material para al menos intentar la hazaña -remota, claro está- de destronar al campeón vigente, pero el corregir esa desidia, ese casi desinterés cuando el rival lo ataca, ese mirar pasivamente como juega el oponente, es algo perentorio, una exigencia ineludible, si pretende pelearle la Premier a Liverpool y compañía.

 

Fuente: La Oral Deportiva

FOTO: DESK/CITYPRESS24 / FOCOUY