A seis horas del vencimiento de un nuevo período de pases, la Inglaterra futbolera hervía, ni más ni menos que como sucede todos los años, cuando la temporada de una de las Ligas más fuertes del mundo está a escasas horas de comenzar. A esa altura del día -las 11 de la mañana- casi todos los ojos y oídos se concentraban puntualmente en los tropezones que venía sufriendo el Manchester United de José Mourinho, empeñado en reforzar su defensa a como diere lugar, adquiriendo un zaguero central de primer nivel.

Hasta ese instante habían desfilado los nombres de tres mundialistas: el inglés Harry Maguire, de Leicester City, el alemán Jerome Boateng, de Bayerrn Múnich y el colombiano Yerry Mina, de Barcelona. Diferentes razones se pusieron sobre la mesa para que ninguno de los tres, además de Toby Alderweidler, defensor de Tottenham Hotspur, pudieran llegar a Manchester para cubrir tan clave posición.

BOMBA
Y entonces fue cuando apareció la bomba, al menos tal como se pintó el tema en sus comienzos: “Manchester United contacta a Atlético Madrid por el veterano Godín, uno de los mejores zagueros del mundo”. La repercusión inmediata de la impactante noticia pasó primariamente por el escepticismo, sobre todo en los que recibieron la nueva en la invernal madrugada uruguaya, pero también en muchos periodistas ingleses conocedores de la adhesión de Godín a la causa atlética, a sus compañeros, al entrenador y a una hinchada que apoya como pocas en España. Pocos ignoran en el mundo del fútbol que, además, el capitán uruguayo es básico en el esquema y en los planes de Diego Simeone, habida cuenta de que a partir de esta temporada que se inicia será el capitán del equipo “colchonero”. En suma eran muchas, demasiadas, las razones para pronosticar que el Manchester United del carismático Mourinho recibiría un nuevo “cachetazo” en su desesperada búsqueda del codiciado zaguero central de primer nivel.

Por ese motivo nadie se sorprendió cuando se anunció que desde Madrid se había recibido una contestación negativa y que el intento de los de Old Trafford había quedado en eso, o sea en un simple y fallido intento. Por ese entonces comenzaron las loas a Godín, tanto de parte de los hinchas de Atlético como de los uruguayos madrugadores que estaban al tanto de los acontecimientos. Es que ya se había corrido el rumor -cierto, inequívoco y sobre todo muy ajustado a la realidad- que el uruguayo había rechazado de Manchester United un ingreso anual de 7 millones de libras esterlinas. Y claro, de nuevo sonaron las campanas y se escucharon los himnos idolatrando al capitán celeste. Se habló de su renuncia a un salario impresionante, de su adhesión incondicional al “Cholo” Simeone, de que luego de haber sido decisivo para que Antoine Griezmann se quedara en el club tenía que predicar con su propio ejemplo y de su comunión con la hinchada “colchonera”.

A veces la verdad no es una sola y lo sucedido entre Diego Godín, Manchester United y Atlético Madrid, lo demuestra con creces. Por un lado está claro por demás que todos los elogios para el gran zaguero celeste son harto merecidos y que en ningún momento Godín pensó siquiera en dejar su club y trasladarse a Manchester para transformarse en figura básica del actual vice-campeón inglés dirigido por José Mourinho. Sin embargo este “affaire”, esta suerte de triángulo amoroso entre Godín, United y Atleti, mostró que tenía también una segunda cara.

MANIOBRA
Al principio, tras la esperada negativa, los minutos pasaron y nadie imaginó el desenlace que sobrevendría y, mucho menos aún, la maniobra que desembocaría en un final que sería antológico y casi increíble. Desde Old Trafford se daba cuenta de que alguien que representaba a Diego Godín había abierto el fuego, contactándose con el club inglés para ofrecerle los servicios del zaguero de Atlético, quien, según habría argumentado tal agente, “jugaría gustoso defendiendo a Manchester United”. La fuente de Old Trafford, muy vinculada a la cadena Sky Sports, animó y entusiasmó a las autoridades del club a tomar contacto rápidamente con los jerarcas de Atlético Madrid, ya que, según supuestamente enfatizara el vocero de Godín, “la cláusula de salida de Diego es de 18 millones de libras, una suma ridícula que ustedes la pagarían con los ojos cerrados”.

La comunicación con Madrid no se hizo esperar y tras ella los sorprendidos dirigientes “colchoneros” llamaron inmediatamente a Godín para pedirle explicaciones. La respuesta del capitán fue clara: “yo me quiero quedar y todo el mundo lo sabe, eso es muy claro, pero necesito que acordemos un nuevo contrato de acuerdo a la oferta que me están haciendo”. El final de la novela es muy fácil de adivinar. Ante la respuesta del zaguero y tomando conciencia del peligro inminente que para Atlético representaba esa absurda cláusula de salida de sólo 18 millones (en libras), los directivos madrileños accedieron a la requisitoria del futbolista y a partir de ahora Diego Godín disfrutará de un ingreso anual de 7 millones de euros, es decir, muy poco menos de lo ofrecido por el super-poderoso Manchester United.

PAPEL HIGIENICO
Hoy en Inglaterra todos hablan de la cáscara de banana que pisaron Mourinho y su club y de la forma insólita en que fueron usados por Godín y compañía con el simple objetivo de lograr un nuevo y suculento contrato en su actual club, el Atlético Madrid. “Los usaron como papel higiénico”, dijo un panelista poco después de cerrarse el período de pases, es decir, pocas horas después de lo sucedido. “¿Quién es el tonto acá?” preguntó al aire el conocido periodista Jim White, a lo cual el ex-técnico de la selección inglesa, el carismático Sam Allardyce, contestó muy suelto de cuerpo: “¿y quién va a ser? Manchester United por supuesto, por confiar en los representantes”.

De todos modos no está tan claro que el único “tonto” sea Manchester United, ya que luego de recibir un llamado de esa índole, ofreciéndole por poco más que nada a uno de los mejores zagueros del mundo, es obvio que no le quedaba otra salida que efectuar la llamada a Madrid, por más descabellada que fuera la situación planteada y por menos posibilidades de éxito que se avizoraran. Con el mismo criterio, se podría establecer que “el tonto” podría ser también Atlético Madrid, ya que manteniendo un contrato viejo que incluía un monto absurdo para la cláusula de salida de uno de los mejores futbolistas de su plantel, era clarísimo que algún día se las iba a ver muy feas y, si las cosas finalmente le salieron bien, fue precisamente por la lealtad y la adhesión del uruguayo, quien prefirió exigir un nuevo contrato con su actual club que aceptar la suculenta oferta de uno de las dos instituciones más poderosas del planeta.

La conclusión claramente aplicable a este caso no es otra que la reivindicación del viejo axioma utilizado sobre todo en el Río de la Plata: el fútbol es para los vivos adentro…y afuera de la cancha.

 

(Por Alvaro Levrero – La Oral Deportiva)