Por Antonio Ladra
La distancia en línea recta entre Montevideo y Kiev es de 12.724 kilómetros. Montevideo es la capital de Uruguay, Kiev es la de Ucrania. Uruguay se encuentra en América del sur. Ucrania en Europa. Pero hoy Montevideo está cerca de Kiev.
Las imágenes de la guerra: gente huyendo, militares armados, civiles armados, señores de traje y corbata haciendo declaraciones altisonantes y un mundo atónito que no puede creer como en pleno siglo 21 acuda a las armas para dirimir las diferencias, aunque en verdad la guerra siempre estuvo. El mundo, que ha avanzado en varios aspectos, como por ejemplo la ciencia, demuestra que con la guerra sigue en las cavernas.
Es difícil comprender la naturaleza del conflicto entre Rusia y Ucrania. Hay que remontarse a varios años atrás, al siglo pasado, e incluso es difícil de entender cuando hay diferencias por las etnias, las razas, el idioma.
Un conflicto donde también pesan los intereses económicos y las ansias imperialistas de Rusia, o incluso las características personales de los presidentes: el ruso Vladimir Putin y el ucraniano Volodímir Zelenski.
Pero a no dudar, Putin es un tirano que, a juzgar por sus palabras al momento de anunciar la intervención de Ucrania ha abandonado toda racionalidad, como ocurre tarde o temprano con los dictadores aislados. En su declaración de guerra del jueves a la mañana, amenazó a todos los “que traten de interponerse en nuestro camino” con “consecuencias que nunca han visto en su historia”. Putin amenazó con la guerra nuclear y en eso entramos todos, no hay región lejana, no se puede decir que porque no nos llegan los misiles aquí la guerra no importa.
Claro que ni Estados Unidos ni la Unión Europea son las carmelitas descalzas. Ambos contribuyeron de distintas formas a ponerle leña al conflicto, buscando su conveniencia y mientras ensayan sanciones económicas y los rusos destruyen lo que tiene enfrente, los daños colaterales recaen sobre los humanos, los débiles, incluidos los uruguayos, por supuesto.
Ahora, atención, no se puede analizar u observar para tomar posición bajo la lupa de lo que fue la guerra fría. Hay quienes por su rechazo histórico hacia las políticas internacionales de Estados Unidos prefiere apoyar al régimen ruso que, como ha quedado demostrado es nefasto desde el punto de vista republicano democrático. Los miles de rusos que salieron a manifestar contra la guerra en las principales ciudades rusas fueron reprimidos violentamente.
Es que la Rusia de Putin es un régimen autoritario, fascista, controlado por facinerosos sobrevivientes de la corrupción de los últimos años de la URSS. Putin, que está a la cabeza de ese régimen es un verdadero dictador.
Y este escenario bélico en Ucrania tiene obviamente un impacto en la economía y finanzas mundiales y Uruguay no escapa a ello, el precio del petróleo, el primero, lo que afectará la economía local que se venía recuperando tras la parálisis por la pandemia del Covid. Un duro golpe, sin duda.
En ese sentido ya se conoció el nuevo precio de los combustibles – que esta vez no es posible adjudicarlo a la LUC – y como una bola de nieve esto traerá aparejado otros ajustes.
Pero también ha tenido impacto político y en el lugar menos esperado, esto es dentro del propio gobierno. Es que una declaración de la OEA, de condena a la invasión rusa no contó con la firma de diez países, Uruguay entre ellos, pero también nuestros vecinos: Argentina y Brasil.
De Argentina era esperable por cuanto el país vecino en el marco de la negociación con FMI esperaba contar con fondos rusos. Ahora con las medidas adoptadas por occidente y la caída del rublo no podrá hacerlo. La no firma de la declaración por parte de Brasil se entiende por la simpatía de Bolsonaro hacia Putin, notoria y explicita. A propósito, en América latina Putin cuenta también con el apoyo de Venezuela, Cuba y Nicaragua.
Lo que no se entendía era la ausencia de la firma de Uruguay, máxime tomando en cuenta que el presidente Lacalle Pou ya se había expresado en su cuenta de Twitter y en declaraciones ante los periodistas.
Algo pasó para que el representante de Uruguay ante la OEA el colorado Washington Abdala no levantara la mano. La instrucción que recibió Abdala no le llegó directamente del canciller, sino a través de una jerarquía de la cancillería, el director general de Asuntos Políticos de la cartera, Ricardo González.
Sin embargo, obviamente por ser el responsable último de la cancillería las miradas se dirigieron rápidamente hacia Francisco Bustillo y no faltaron las voces desde adentro de la coalición de descontento con el ministro, los tres principales socios de los cinco que la componen: Partido Colorado, Partido Independiente y Cabildo Abierto, cuyo diputado Sebastián Cal incluso manejo la palabra “destitución”, aunque luego aclaró que no era necesario llegar a tal extremo, según consignó El País. Por las dudas, ayer el propio presidente al tiempo que admitió el error de Bustillo lo blindó, sobre todo frente a los propios socios de la coalición, pero igual dejó algunas dudas en el aire, sobre todo una: si fue respaldado quiere decir que en algún momento alguien desde adentro de la coalición pidió el relevo del canciller o quizás el propio ministro puso su cargo a disposición.
Ayer no fue posible obtener la palabra oficial del canciller. El secretario de la presidencia Álvaro Delgado habló de interferencia sin aclarar nada más y la vicepresidenta Beatriz Argimón y el senador Gustavo Penades de descoordinación, según publicó la diaria.
Luego que Ernesto Talvi dejara la cancillería, el Partido Colorado lo tiene entre ojos a Bustillo e incluso ha sido objeto de varios operativos de prensa que el ministro ha identificado y hecho saber a su entorno. Fue también llamativa la foto que publicó el diario El País este lunes en su página web bajo el titulo Coalición critica manejo de la Cancillería en la OEA ante guerra entre Rusia y Ucrania es sugestiva: se lo puede ver a Bustillo de traje gris acompañado por Mujica saliendo de la chacra del ex presidente.
Bustillo fue embajador en Argentina durante el primer gobierno de izquierda con Tabaré Vázquez, jefe de gabinete con José Mujica y embajador en España con el segundo gobierno de Vázquez e iba a continuar en ese cargo hasta que fue convocado por Lacalle Pou, amigo personal.
Por eso llama mucho la atención que Bustillo se haya cortado solo en un tema tan sensible. ¿De verdad no sabía nada Lacalle? ¿Es posible que un tema tan delicado y sobre el que está el mundo entero hablando no hubiera tenido la opinión del presidente?
Como sea, no es la primera vez que hay cortocircuitos públicos entre la cancillería y presidencia. Hace algo más de un año Lacalle hizo dar marcha atrás en una declaración sobre Israel.
Ahora se repitió la discrepancia y el presidente hizo dar marcha atrás y apoyar la condena de la OEA a Rusia por la invasión “ilegal, injustificada y no provocada”.
Ayer en otro foro mundial, la Asamblea especial de la Naciones Unidas, reunida para tratar la situación en Ucrania se conoció la posición de Uruguay sobre la invasión condenando al gobierno de Putin.
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Foto: Ámbito