En un Estadio Centenario que albergó casi 40.000 espectadores, Peñarol le ganó a Botafogo por 3 a 1 pero no le alcanzó para meterse en la final de Copa Libertadores por el 0-5 de Río de Janeiro.

Los goles carboneros fueron anotados por Jaime Báez (doblete de hermosos disparos y figura) y Facundo Batista en el final. El argentino Thiago Almada marcó para la visita.

El aurinegro se impuso y lo hizo merecidamente, fue superior a su rival durante todo el encuentro. Hizo tres goles, pudo gritar uno o dos más. Hizo el partido que tenía que hacer, no se guardó nada.

El fogão puso un equipo mixto para esta revancha, guardó algunas piezas claves que corrían peligro de perderse la final si recibían otra tarjeta amarilla. Vinieron a defender la abultada ventaja que consiguieron en su casa y es lógico.

Se jugaron cuatro tiempos de 45 en esta serie de semifinales, en tres de ellas el mirasol lo hizo muy bien. El muy mal segundo tiempo en tierras cariocas lo termina sacando de la final. Fueron minutos fatales.

Más allá de no conseguir el objetivo de no llegar al partido definitorio, Peñarol hizo una muy buena Libertadores. Se va invicto como local, en Montevideo le ganó a los dos finalistas y mandó a casa a Flamengo. Los tres equipos brasileros con presupuestos infinitamente superiores.

La “mancha” de la noche en el Centenario fue, sin dudas, la expulsión de Washington Aguerre en el final del primer tiempo. Una enorme irresponsabilidad de un arquero con buenas condiciones que ya ha tenido este tipo de errores en otros momentos de su carrera.

La hinchada aurinegra despidió a sus jugadores con merecidos aplausos. Después de muchos años y otra vez bajo el liderazgo de Diego Aguirre, volvieron a ser protagonistas y la gente volvió a soñar.

Por sexta vez consecutiva el campeón de Libertadores será brasilero. Las distancias son cada año más notorias. El sábado 30 de noviembre Atlético Mineiro y Botafogo buscarán la gloria en el Monumental de Buenos Aires.

El galo va por su segundo título continental, ya fue campeón en 2013. El fogão no solo intentará su primera vuelta olímpica, este será su debut en una final de Copa en toda su vida.
El campeón además clasificará al Mundial de Clubes de 2025.

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