Columna de Fabián Tiscornia:
En nuestra última entrega de “Que alguien lo explique”, Fabián Tiscornia realizó un repaso de todo el ciclo de finanzas personales, que tuvo como objetivo mejorar el manejo de nuestro dinero. Ahorro, gastos fijos y variables, gastos hormigas, aguinaldo y estafas piramidales, fueron algunos de los temas abordados durante todo el ciclo.
En la primera columna de este ciclo hablamos de cómo empezar a ahorrar. Y en finanzas personales todo empieza por el armado del presupuesto.
Para armar el presupuesto tenemos que dividir los gastos en:
-Fijos e imprescindibles: alquiler, cuota hipotecaria, tarifas de electricidad, gastos comunes si es un edificio, alimentos, transporte, salud.
-Variables y/o de disfrute: Salidas a comer, idas a ver espectáculos, TV para abonados y plataformas de entretenimiento, compras de vestimenta, gimnasio, el café en el trabajo, etc.
Lo mismo se hace con los ingresos, se clasifican en fijos y variables (en estos entran por ejemplo un bono, el aguinaldo).
Con esto vamos a saber cuánto gastamos mes a mes y qué gastos puedo cortar en caso de ser necesario, cómo vamos en el cumplimiento de objetivos, etcétera.
Para armar el presupuesto se pueden utilizar aplicaciones y hay varias, se puede utilizar una planilla de Excel o se puede ir al viejo papel y lápiz, lo que resulte más cómodo.
Una vez que tenemos el presupuesto pasamos a la parte de ahorrar y ahí la clave es establecer un objetivo de ahorro: para qué voy a ahorrar. Y la otra es ponerse una meta de ahorro: un 5%, un 10%, un 20% de mis ingresos.
En el episodio II hablamos de los enemigos del ahorro y ahí estaba el “gasto hormiga”.
Son los pequeños gastos, que muchas veces no tomamos en cuenta, como el taxi que tomé porque estaba apurado, las compras compulsivas, los cigarrillos, las comidas no siempre deseadas fuera de casa, los refrescos al paso, los cafés, etc.
Otro enemigo del ahorro son los llamados “gastos fantasma” o “gastos invisibles”. Son aquellos gastos que se hacen de forma automática y por eso no se ven. Por ejemplo, el plan de telefonía celular, las suscripciones que tenemos con débito automático y no usamos o usamos poco.
Hablamos en el episodio III de las deudas y por qué no necesariamente todas son malas. Así conocimos la deuda «ficcional» a la deuda más nociva de todas: la que se toma para vivir por encima de nuestras posibilidades, creando un mundo de «ficción».
La deuda “hormigas”. Este tipo de deuda, generalmente surge por la desorganización en las finanzas personales que llevan a pedir un pequeño préstamo a un amigo, un adelanto de sueldo por allá, usar varias tarjetas de crédito y no realizar el pago total.
La deuda de subsistencia es aquella que se contrae para poder llegar a fin de mes sin ningún tipo de «lujos». Pero, y esto es importante, para que una deuda pueda ser clasificada como deuda de subsistencia, se deben cumplir dos condiciones simultáneas: 1) el dinero proveniente de esa deuda debe ser destinado a satisfacer necesidades básicas (comida, salud, vivienda) y 2) el deudor no realiza prácticamente ningún otro gasto que no sea de primera necesidad.
Por último, tenemos a la deuda para invertir (o «apalancarse»). El dinero proveniente de la deuda no se usa para consumir sino para invertirlo en algún negocio u oportunidad.
En el episodio IV hablamos de cómo evitar caer en estafas. Allí mencionamos la estafa piramidal o “esquema Ponzi”, una de las más conocidas de todas.
La primera alerta para detectar este tipo de estafas: cuanto más grande es la ganancia prometida, mayor es el riesgo. Si es tan alta la promesa de ganancias, el riesgo de perder todo es muy elevado.
Otro aspecto a tener en cuenta es que nadie que se haya vuelto millonario de la noche a la mañana va a querer compartir su receta. Entonces, cuando hay gurúes hablan de liberarse y convertirse en ricos, desconfíen.
Un punto adicional es no invertir en lo que uno no entiende del todo cómo funciona.
También desconfiar de las llamadas o correos inesperados, urgencia de la inversión, bonificaciones de entrada, esquemas piramidales en los que le pidan que también capte clientes.
En el episodio V hablamos de opciones para invertir el aguinaldo y en el VI nos referimos a cómo utilizar la tarjeta de crédito.
Un aspecto clave que veíamos es que lo peor que se puede hacer es realizar el pago mínimo. ¿Por qué? Porque las tasas de interés que vamos a pagar por refinanciar parte de lo adeudado son altísimas.
Entonces, tener en claro los gastos para que al cierre de la tarjeta se pueda hacer el pago total es muy relevante. Si por algún imprevisto, en un mes no pudiéramos hacer el pago total, es importante que lo que abonemos se acerque lo más posible a este.
En el episodio VII nos preguntamos ¿qué tener en cuenta al alquilar o comprar vivienda?
Allí conocimos la regla Relación Precio del Inmueble – Alquiler, para saber si conviene comprar o alquilar.
Lo que hay que hacer es esto: tomar el precio de venta de la vivienda y dividirlo entre lo que saldría alquilarla durante un año. Si el resultado es menor a 15 conviene comprarla. Si el resultado es mayor a 20 conviene alquilarla. Si está entre 15 y 20, financieramente da lo mismo.
Vamos a verlo mejor con un ejemplo, supongamos una vivienda que vale 100.000 dólares y alquilarla me costaría 4.800 dólares al año. La Relación Precio – Alquiler es 20,8, es decir me conviene alquilarla.
Ahora, supongamos esa misma vivienda con un valor de 100.000 dólares, pero el alquiler me cuesta 8.400 dólares al año. Ahí la Relación Precio – Alquiler es 11,9, es decir me conviene comprarla.
En el episodio VIII hablamos de cómo evitar errores y malas decisiones financieras.
Entre otros está el de no tener hábitos de ahorro, o utilizar la tarjeta de crédito como una extensión del salario. ¿Qué es esto? Financiar el consumo habitual (supermercado, combustible, salidas) con la tarjeta en cuotas. Esto, lo que hará a largo plazo es aumentar nuestro endeudamiento.
En el IX episodio de este ciclo hablamos de ¿qué aspectos tener en cuenta para comprar un auto?
Entre otros aspectos, mencionamos que hay que tomar en cuenta qué uso le voy a dar. Por ejemplo, una cosa es un vehículo para una persona que vive sola o en pareja y lo quiere para ir al trabajo viviendo en Montevideo y hacer ruta los fines de semana. Otra cosa es si se vive en Ciudad de la Costa hay que ir y volver todos los días a Montevideo y además se tienen tres hijos. Evidentemente se van a requerir dos tipos distintos de autos.