«Que alguien lo explique» con Fabián Tiscornia 

 

Desde el “no llego a fin de mes” al “creo que no puedo salir de las deudas” hasta “voy a gastarme el aguinaldo”. Alguna que otra vez hemos pasado por este tipo de pensamientos o simplemente se nos meten en la cabeza y no podemos salir de ellos. En psicología esto tiene un nombre: se llaman pensamientos intrusivos. Pero, si hablamos de nuestras finanzas personales, este tipo de ideas afectan nuestro manejo del dinero, aunque a veces no se condicen con la realidad.

Ahí suelen venir sensaciones como culpa o vergüenza e incluso ansiedad. Lo primero es que pueden surgir tanto por situaciones que tienen que ver con deudas, falta de dinero para pagar cuentas como por temas de ahorro o consumo.

A veces son situaciones reales, pero también a veces pueden ser miedos irracionales, es decir una situación que no se condice totalmente con la realidad y que nos llevan a consumir en forma impulsiva, postergar el ahorro o simplemente estar inseguros en el manejo del dinero.  

Muchas veces hay disparadores para este tipo de pensamientos, en otras situaciones se da simplemente por experiencias previas que tuvimos o falta de conocimiento de temas financieros. 

Un disparador clásico son los gastos inesperados: se rompió el calefón o tengo que hacer una reparación en mi casa o tengo que arreglar el auto. Este tipo de gasto que sorprende, puede activar pensamientos como: “siempre hay algo que me impide ahorrar” o “nunca voy a alcanzar la estabilidad financiera”. Esto puede ser desmotivante. Una posible solución es haber generado una especie de “colchón” de dinero. Si todos los meses soy capaz de ahorrar un poco de lo que me ingresa (ahí es clave haber realizado antes un buen presupuesto en el hogar), voy a generar un monto de dinero que me pueda ayudar a hacer frente a este tipo de gastos.

Otro disparador son los tratamientos médicos costosos: Si tengo que hacer frente a un gasto de este tipo pueden surgir pensamientos sobre la capacidad para cubrirlo o sobre la pérdida de lo que ahorré con tanto esfuerzo. Ello puede derivar en un miedo paralizante que hace que no revisemos nuestras finanzas por miedo a sentirnos vulnerables. La clave es revisar, cuánto me va a salir ese tratamiento, si puedo financiarlo en cuotas o no, qué dinero implica en el presupuesto y ahí poder tomar una decisión.

Un tercer disparador son los aumentos en precios de servicios esenciales: al subir las tarifas de la electricidad o el supergas o internet, podemos sentir que el dinero se nos va  de las manos. Esto genera pensamientos como “no voy a poder mantener mi estilo de vida” o “voy a tener que endeudarme”, que pueden derivar en decisiones impulsivas o cortar gastos en forma arbitraria. La clave en este caso es revisar cómo queda el nuevo presupuesto con los nuevos precios, y ver qué puedo hacer del lado de los ingresos.

Un cuarto disparador de pensamientos negativos es el temor a cuánto voy a cobrar de jubilación: estar pendiente del futuro sobre si voy a tener suficiente dinero en el momento del retiro, genera pensamientos intrusivos, como “no voy a poder mantenerme cuando me jubile”. En este caso la clave es lo más temprano posible, empezar a ahorrar e invertir de a poco, con el objetivo de tener un fondo para cuando llegue el momento de jubilarse.

Un quinto disparador es la llamada ansiedad matemática: esto se relaciona con nuestro aprendizaje en la escuela y en el liceo, porque básicamente es que cualquier actividad financiera nos resulte mucho. Cuando esto pasa, hacer un presupuesto o entender cuánto voy a tener que pagar por un préstamo puede desencadenar pensamientos tales como: “nunca voy a entender esto” o “voy a equivocarme y voy a terminar pagando de más por esto”. 

El sexto y último disparador de pensamientos intrusivos con el dinero son las experiencias o traumas financieros pasados: crisis económicas, pérdidas de dinero en la familia y similares pueden marcar cómo vamos a relacionarlos con el dinero. Así surgen pensamientos del tipo de “voy a perder todo” o “nunca voy a tener ahorrado lo suficiente”. 

Esto termina condicionando nuestras decisiones actuales, generando exceso de cautela a la hora de gastar o vivir por debajo de nuestras posibilidades. La clave en este caso es ver realmente si mi presupuesto está muy ajustado o tengo posibilidad de gastar un poco más e igual mantener una buena capacidad de ahorro. 

Qué más puedo hacer para mejorar mis pensamientos con el dinero. 

El experto en finanzas personales, Dave Ramsey dice que la clave está en poder controlar nuestros hábitos de gasto, ahorro e inversión. Para ello lo mejor es armar un presupuesto simple y seguirlo, con la prioridad establecida en la eliminación de deudas. De esa forma, vamos a tener un mejor control del dinero día a día, y por ende menos de estos pensamientos intrusivos como el miedo a quedarnos sin dinero, el temor a no poder cubrir imprevistos o ideas negativas sobre nuestra jubilación.

Otro camino para mejorar mis creencias sobre el manejo del dinero es la educación financiera. Leer, escuchar podcasts sobre educación financiera es clave para tener seguridad en nuestras finanzas personales y poder manejarlas mejor. Aprender sobre ahorro, inversión, consumo, gestión de deudas nos va a permitir tomar decisiones financieras con mayor seguridad. 

Por último, en línea con lo anterior, otra clave es no dejarse llevar por aquellos que prometen que van a darte la clave para ser millonario y que si no los seguís en sus consejos poco más que sos un fracasado.

Me refiero a esta suerte de vendedores de cursos que pululan por las redes sociales y que prometen una vida de fantasía, basada en el deseo de lo material como lo máximo a alcanzar.

El caso más conocido es el de Amadeo Llados, también conocido como Llados Fitness, que lo que hace es vender lo que denomina “mentorías” para ganar tu primer millón y dice que hay que levantarse a las 4 AM, porque dormir es de pobres y que hay que hacer burpees y otros ejercicios. 

Así como Llados hay varios “vendedores de cursos” de este tipo que prometen que vas a ganar un millón de dólares si sigues sus rutinas, muestran una vida de ostentación en base a autos de alta gama alquilados y demás.

Prometen un cambio radical de vida y para eso piden a sus seguidores, alejarse de sus amigos de toda la vida y familia, porque tienen mentalidad de pobre. 

El comportamiento al final es similar al de una secta y lo que hacen los Llados que hay por ahí es ganar dinero en base a vender cursos y les plantean a sus seguidores que si venden los cursos de Llados, se llevan una comisión. 

Hay que tener cuidado con este tipo de sectas o marketing de afiliados que nunca van a cumplir lo que prometen. Cabe recordar que difícilmente alguien comparta el secreto para hacerse millonario y que tampoco se logra de la noche a la mañana.