Punto Global con Ignacio Martirené
El papa Francisco, que lleva más de tres semanas hospitalizado por una neumonía bilateral, está mejor y sus avances se han «consolidado», por lo que los médicos decidieron el lunes que su pronóstico deja de ser reservado y estimaron que tendrá que quedarse «algunos días más» en el hospital.
«Las mejoras registradas en los días anteriores se han consolidado aún más, como confirman los análisis de sangre, la objetividad clínica y la buena respuesta a la terapia farmacológica. Por estas razones, los médicos han decidido disolver el pronóstico», indicó el Vaticano en el boletín médico del lunes por la noche.
El estado del pontífice «sigue estable» pero «dada la complejidad del cuadro clínico y el importante cuadro infeccioso presentado en el momento del ingreso, será necesario continuar la terapia médica farmacológica en régimen hospitalario durante algunos días más», agregó el comunicado, dando a entender que Francisco podría dejar el hospital en los próximos días.
Horas antes de anunciarse que el pronóstico dejaba de ser reservado, una fuente vaticana afirmó que era «demasiado pronto para hablar de su regreso a Santa Marta», la residencia donde vive en la Santa Sede.
Ingresado en el hospital Gemelli de Roma, el pontífice ha sufrido varias crisis respiratorias, la última hace siete días. Los episodios de insuficiencia respiratoria aguda, requirieron intervenciones médicas urgentes -como la ventilación mecánica no invasiva- para facilitar su respiración.
Durante su estancia en el hospital, el papa ha estado trabajando de manera intermitente y siguiendo las noticias siempre que ha sido posible, incluidas las inundaciones que han afectado a Argentina.
Mensaje de Voz
Después de casi tres semanas hospitalizado, el papa Francisco compartió el jueves pasado un mensaje de voz en el que agradece las oraciones por su salud. Esta es la primera vez que el papa, de 88 años, se dirigió a los católicos desde que ingresó al hospital Gemelli de Roma por una infección respiratoria que ha resultado en otras complicaciones.
Francisco se dirigía a decenas de fieles que estaban congregados en la Plaza de San Pedro, en El Vaticano, para orar por su salud.
¿Qué ocurre con la ausencia del Papa en el Vaticano?
El Papa es la máxima autoridad de la Iglesia católica y del Estado Vaticano.
Como mantiene la lucidez, de momento no ha habido modificaciones importantes en la actividad de la Santa Sede.
«Los departamentos del Vaticano ya tenían su calendario programado. Este año se celebra el Jubileo y todo el programa ya estaba previsto», indicó a BBC Mundo Felipe Domingues, director del Centro Laico en Roma y especialista en asuntos del Vaticano.
El experto aclara que «los responsables de cada dicasterio pueden dirigir sus propias áreas, más o menos como ministros en un gobierno, por lo que no es necesario que el Papa tome cada decisión individualmente».
Algunas tareas específicas sí están reservadas exclusivamente al pontífice, como los nombramientos de obispos, aprobar las canonizaciones de nuevos santos y sus mensajes a los fieles de los miércoles o domingos.
«Estos mensajes están saliendo, pero de manera limitada. Cuando él puede aprobarlos, se publican. Si no puede, tardan más en salir», explica el experto.
Cuando el Papa no puede ejercer sus funciones de manera presencial, la administración de la Iglesia recae en la Curia Romana, el órgano de gobierno eclesiástico, y especialmente en el Secretario de Estado del Vaticano, cargo que actualmente ocupa el cardenal Pietro Parolin.
«Si el Papa no estuviera consciente, por ejemplo, todo seguiría más o menos igual: cada cardenal tiene su propio rol en el Vaticano y el secretario de Estado desempeña un papel muy importante en este contexto».
Parolin supervisa asuntos diplomáticos y administrativos y actúa como una especie de «primer ministro» del Vaticano.
Sin embargo, su autoridad no sustituye la del Papa: el secretario de Estado «no puede tomar las decisiones que corresponden al pontífice, como por ejemplo el nombramiento de obispos», subraya Domingues.
«Si el Papa no está consciente, no habrá nuevos nombramientos. Se tendrá que esperar -no existe un ‘vicepapa’- pero pueden seguir ejecutando los proyectos que ya estaban diseñados, manteniendo las prioridades del pontífice», explica a la BBC.
En todo caso, aunque la Santa Sede cuenta con ciertos mecanismos para mantenerse operativa en ausencia de su líder, existen carencias en su sistema normativo que podrían plantear dificultades si la salud del pontífice se complica por un período más largo.
Normas de la Iglesia Católica:
A diferencia de lo que ocurre en caso de fallecimiento o renuncia, donde existen normas bien establecidas para la sucesión, no hay un protocolo claro para delegar el liderazgo de la Iglesia si el Papa no puede ejercer plenamente sus funciones debido a una enfermedad grave.
La Santa Sede tampoco cuenta con un mecanismo para sustituir temporalmente al pontífice por enfermedad o incapacidad.
El director del Centro Laico atribuye esto, en parte, a la tradición e idiosincrasia de la Iglesia católica.
«Hay una comprensión de que el Papa es el sucesor de San Pedro, el líder de la Iglesia, y que su papel va más allá de un simple cargo. No es solo un puesto de trabajo que alguien ocupa temporalmente y luego deja», explica Domingues.
Los expertos señalan que el derecho canónico, que prevé procedimientos detallados para la sucesión papal en caso de muerte o renuncia, deja un vacío legal cuando el Papa sigue vivo pero no puede ejercer plenamente sus funciones.
El Canon 335 menciona la posibilidad de que la Santa Sede esté «vacante o totalmente impedida», pero no define qué significa «totalmente impedida» ni establece pasos a seguir en ese escenario.
En teoría, si un Papa no pudiera continuar en su cargo por motivos de salud, la única solución sería su renuncia.
Esto ocurrió en 2013 con Benedicto XVI, quien dimitió alegando que su deterioro físico ya no le permitía ejercer su labor.
Francisco, consciente de esta posibilidad, confirmó en 2022 que había dejado escrita una carta de renuncia para ser utilizada en caso de incapacidad médica.
Sin embargo, existe la incógnita de cómo se activaría esta renuncia si el Papa ya no estuviera en condiciones de manifestar su voluntad, ya que el derecho canónico establece que una dimisión papal debe ser «libre y manifiesta».
En el caso de Benedicto XVI (2005-2013) él mismo anunció públicamente su renuncia; pero, si Francisco quedara en coma o sufriera una demencia avanzada, se plantea la duda de quién decidiría si su dimisión redactada con anterioridad es válida.
«Si el Papa tuviera Alzheimer y llegara un momento en el que ya no pudiera tomar la decisión por sí mismo, alguien de la Secretaría de Estado debería hacer pública la carta y presentar un informe médico», considera Domingues.
«No conocemos los detalles de la carta, pero se mencionó algún tipo de incapacidad. Supongo que se necesitaría una declaración médica que confirmara que la situación será prolongada y que probablemente no podrá recuperarse», agrega.