Escuche la columna completa aquí:
Reproductor de audio
El viernes, el gobierno de Argentina anunció un nuevo esquema cambiario que empieza a dejar atrás el cepo que limitaba la compra y venta de dólares. ¿Cómo va a funcionar este nuevo esquema? ¿Qué puede pasar con Uruguay? ¿Cuál fue la experiencia de Uruguay cuando tuvo un régimen similar para el dólar? Lo vamos a analizar en este Que alguien lo explique.
La decisión de poner fin al cepo cambiario tras seis años fue anunciada el viernes por el ministro de Economía argentino Luis Caputo y luego tuvo una cadena del presidente argentino Javier Milei hablando al respecto rodeado de su gabinete.
Antes de ir a los detalles sobre el nuevo esquema cambiario que comenzó ayer en Argentina, repasemos un poco la historia reciente. El cepo cambiario fue puesto en 2011 en el gobierno de Cristina Fernández de Kirchner, ante la fuga de dólares y para evitar un salto en su cotización.
En 2015, en una de las primeras medidas del entonces presidente Mauricio Macri, se levantó el cepo cambiario. Pero, sobre el final de su mandato en setiembre de 2019 tuvo que volver a ponerlo ante la fuerte suba del dólar y fue más restrictivo que el anterior.
Así Argentina volvió a una lógica de tipos de cambio múltiple: el dólar oficial, el dólar blue, el dólar que se podía conseguir mediante transacciones bursátiles, el dólar tarjeta para gastos en el exterior, el dólar soja, entre otros. Todos con valores distintos y que tuvo por momentos una brecha enorme entre el oficial y el blue.
Si recuerdan, entre noviembre de 2021 y setiembre de 2023, la diferencia de precios fronterizos entre Uruguay y Argentina estuvo siempre por encima del 100% e incluso llegó hasta 180%. Esa situación, de la Argentina baratísima para los uruguayos, se terminó durante el año pasado.
El gobierno argentino decidió eliminar el cepo cambiario, ¿cómo es esto?
En particular, eliminó todas las restricciones cambiarias para las personas físicas, incluyendo el límite anterior de US$ 200. También se elimina el recargo impositivo sobre la compra de dólares (excepto para turismo y gastos con tarjeta de crédito).
El dólar oficial que subía en forma controlada por el Banco Central de 1% por mes, ahora pasó a flotar, esto es que el mercado defina el precio según la oferta y la demanda de la divisa estadounidense. Ahora no flotará libremente como ocurre en Uruguay, sino que lo hará entre dos precios. Esto se denomina banda de flotación.
El gobierno argentino definió que esa banda de flotación tenga un “piso” de 1.000 pesos argentinos y un “techo” de 1.400 pesos argentinos. Si el dólar se va debajo del “piso”, el Banco Central compra dólares para que no lo haga. En cambio si el dólar se va por encima del “techo” el Banco Central vende dólares para impedirlo. Pero, además, esa banda de flotación se irá ampliando a una tasa de 1% mensual.
Así por ejemplo, el próximo mes la banda de flotación ya no irá de 1.000 a 1.400 pesos argentinos, sino que será entre 990 y 1.414 pesos argentinos. Al ampliarse, la idea es que cada vez el Banco Central intervenga menos y así poder ir hacia un tipo de cambio flotante como tiene hoy Uruguay.
Justamente, hablando de Uruguay, tuvo un esquema similar de bandas de flotación, desde 1990 ante una inflación que alcanzaba el 129%. La banda de flotación terminó el 20 de junio de 2002 cuando la crisis económico-financiera hizo imposible sostenerla.
Volvamos a Argentina, ayer en el primer día de operación, el dólar oficial subió 12% y terminó en 1.230 pesos argentinos. Al mismo tiempo el dólar blue bajó 6,5% y cerró en 1.285 pesos argentinos. Esto es algo esperable: que aumente el dólar oficial y baje el dólar blue, así se cierra la brecha entre ambos.
¿Qué efectos va a tener esto en Argentina?
El primer efecto ya lo vimos ayer, fue una suba del dólar oficial y una baja del dólar blue y los otros dólares paralelos acortando la brecha existente entre ellos.
La clave hacia adelante va a estar en lo que suceda con la demanda de dólares. Si las empresas y personas perciben esto como algo duradero, es probable que eso calme la demanda de dólares y que el Banco Central no tenga que intervenir porque el tipo de cambio se mueve dentro de las bandas de flotación.
Así, no gastará el dinero que acordó con el Fondo Monetario Internacional y otros organismos en mantener al dólar en las bandas de flotación.
Por eso también, el presidente Javier Milei alentó ayer al campo a liquidar los dólares por la venta de soja ahora, ya que en junio volverán las retenciones a las exportaciones. Eso busca que, ante una demanda inicial fuerte de dólares, haya también una oferta grande para que el precio no se dispare.
Ahora, también hay riesgos para este nuevo esquema cambiario. Uno proviene claramente del exterior y es que en este escenario de guerra comercial declarada entre Estados Unidos y China, el dólar tenga un impulso a nivel global que ejerza presión también en el mercado argentino y obligue al Banco Central a desprenderse de reservas.
Otro riesgo es la inflación. Si bien el gobierno de Milei ha tenido éxito en bajar la inflación, Argentina sigue con una inflación muy alta: 55,9% en los últimos 12 meses.
Buena parte del éxito de la baja de inflación ha sido el mantener un dólar bajo. Nosotros lo vemos en lo caro que está Argentina hoy respecto a un año y medio atrás.
El gobierno de Milei parece aceptar que la baja de inflación sea más lenta ahora con este esquema, el problema está en si eso se le vuelve algo permanente y le pega además en la actividad económica. Recordemos además que Argentina tiene elecciones legislativas a fin de octubre, donde se renueva la mitad de la Cámara de Diputados y un tercio del Senado, por lo que para que este programa cambiario tenga éxito es clave que el gobierno llegue con buenas chances a esas elecciones.
Por último, el éxito final de todo este programa va a depender de que lleguen inversiones extranjeras a Argentina que produzcan un ingreso genuino de dólares.
Ayer el gobierno de Milei recibió al secretario del Tesoro de Estados Unidos, Scott Besset quien emitió una declaración donde dijo que venía “a transmitir el optimismo” que sienten “en Estados Unidos respecto de la nueva Argentina. La presidencia de Javier Milei marca una ruptura decisiva respecto del pasado” y remarcó que Milei puede “asegurar que este país atraviese una transformación económica”. Besset llegó acompañado de empresarios estadounidenses. Ahora falta que se concreten las inversiones.
¿Qué efectos puede tener todo este escenario sobre Uruguay?
En principio para Uruguay es positivo que Argentina se estabilice y deje de ser un factor de distorsión en la región. Esto sobre todo es clave para los exportadores uruguayos, ya que algunas industrias tienen a Argentina como uno de sus principales mercados.
Por otro lado, Argentina se ha encarecido mucho en los últimos 18 meses respecto a Uruguay. Si bien una suba más rápida del dólar puede disipar parte de la ganancia de competencia que tuvo Uruguay, a priori no hay condiciones para que vuelva esa Argentina “baratísima” para los uruguayos, que generó el turismo de compras en ese país.
El efecto negativo, puede venir por el lado de las inversiones argentinas en Uruguay. Si Argentina vuelve a ser estable y atractivo para las inversiones, es probable que ya no veamos esos grandes flujos de dinero hacia proyectos en Uruguay ya sean inmobiliarios o empresariales.
De todas maneras, todo esto es considerando que el programa cambiario es exitoso. De no ser así, podríamos volver a ver problemas para exportar a Argentina, una disparada del dólar que haga volver a la Argentina “baratísima” para los uruguayos y que también se acelere la inversión argentina en Uruguay.