Aunque parezca un debate sin mayor importancia, la discusión que existe en torno a las tablas de picar es mucho más relevante de lo que parece: la salud y la enfermedad pueden refugiarse entre los intersticios de este elemento de cocina. Microorganismos potencialmente patógenos pueden colonizarlas y así convertirlas en una fuente de contaminación para toda la familia.

Lo cierto es que según explica la autora en su libro: «las hendiduras que tienen las tablas, tanto plásticas como de madera, por su uso repetido pueden acumular microorganismos muy difíciles de eliminar». Una tabla que sufrió un uso intenso puede resultar difícil de limpiar, sea cual fuere el material del que está hecha. «Si la utilizamos con algún alimento crudo, como carne, que puede estar contaminado, cuando la usemos c on otro alimento ya listo para consumir la contaminación pasará de uno a otro gracias al transporte gratuito que le ofrecemos», asegura.

Por lo tanto, nada es eterno, según las «Cazabacterias». «Lo mejor es cambiarla cada tanto, más aún cuando empezamos a notar que ya tiene varios cortes en su superficie, marcas y manchas. Su limpieza también es súper importante. Hay que lavarlas y dejarlas secar bien. Sin comida y sin lugar no existe posibilidad alguna de que crezcan microorganismos», concluye Degrrossi.