Político, periodista, docente, profesional de la Escribanía, hombre del deporte y de la cultura del departamento. Comenzó en la vieja Unión Cívica del Uruguay con solo 16 años y militó junto a políticos de enorme trascendencia a nivel país que han marcado incluso progresos sociales que han perdurado en el tiempo. Escritor que ha desarrollado una vasta historia del departamento a través de varios libros que ha editado. Actualmente integrante de asociaciones culturales que han marcado una agenda de actividades distinguidas en el departamento.
Es Esc. Enrique Cesio dialogó con CAMBIO y a sus 82 años muestra una lucidez impecable para analizar los temas de la escena local y nacional y dar su opinión sobre aspectos que considera deben tenerse en cuenta para lograr un crecimiento y desarrollo en el departamento.
-Usted ha escrito varios libros y en el último, Memorias Ilustradas, se puede sintetizar que ha tenido una activa participación en la política, en la cultura, en el deporte, en la docencia y en el periodismo. Dentro de lo que fue su participación política; ¿Qué recuerdos tiene del pasaje de la dictadura a la democracia?
-Algunas cosas personales como la de ser destituido en un proceso, incluso con expediente, y yendo a Montevideo a declarar cuando uno sabía que la resolución iba a ser la misma. Destituido además por acusaciones que no eran verdad, porque yo tuve la oportunidad de ver la causal y decía: “Peligroso habilísimo maquinador” y no es una causal para destituir a un docente. Si yo hubiera sido realmente comunista como se me acusaba, -no tengo nada contra el Partido Comunista más que el respeto por sus ideas y no compartirlas en ningún momento-, tampoco no se hubiera justificado la destitución.
-¿Usted se inició en la Unión Cívica?
-Yo me inicié cuando tenía 15 años en la Unión Cívica del Uruguay. Soy el último sobreviviente de la ceremonia de inauguración de la sede de la calle Lavalleja, con bendición incluida de Mons. Viola y donde tengo que reconocer que los veteranos me dieron una entrada formidable.
Se atrevieron a incluirme como candidato a edil en las elecciones del 50 cuando yo tenía 16 años, que más allá que no podía salir, reconozco el respeto por la renovación y hacia la diversificación de opiniones dentro de ese partido. Además lo admiro en algunas de sus figuras y de sus obras.
Tomás Brena es el autor de las Asignaciones Familiares en la década del 40, es un progreso social que por ejemplo, Argentina lo acaba de instalar hace muy poco. Soy admirador de Juan Vicente Chiarino y el Dr. Saralegui que en el año 50 escribieron un libro sobre los rancheríos detrás de la ciudad. Es decir había una sensibilidad social que realmente me impulsaron a seguir en esa juventud.
-¿Humberto Ciganda es más contemporáneo?
-Ciganda es posterior a esa camada de gente extraordinaria. Estando en Montevideo estudiando empezó a haber dentro de la juventud de la Unión Cívica un intento de renovación en los aspectos que se acercaron más a la Escuela Francesa Social Cristina, especialmente al pensamiento de Maritain, encabezado por Juan Pablo Terra. Ahí pasamos a conformar la Juventud Demócrata Cristiana. Dardo Regules, que había sido ministro del Interior de Luis Batlle en las elecciones del 50 como garantía de la imparcialidad, nos daba charlas a los muchachos y un día nos dijo hasta el nombre nuestro está equivocado, porque la democracia es a secas, al ponerle cristiana tiene una sectorización y no abarca a todos.
Fui candidato a Diputado dos veces en el 66 y otra en el 94 y ahí me di cuenta que yo podía aportar desde otro punto de vista pero que votos no juntaba.
-Pero llegó a Diputado, hablando en términos billarísticos carambola por tabla.
-Sí, es así. Fui Diputado 3 días. Cuando Ramón Fonticiella fue electo primero Diputado y luego Intendente, quedó como titular Alba Cocco, el suplente natural de Alba era Luis Batalla. Un día me llamó Alba y me comunicó que Batalla no podía ir el 1º de marzo a la sesión donde se nombra normalmente al Presidente de la Cámara y tuve el honor de ir a votar a Roque Arregui como presidente de la Cámara.
-¿Después de ese pasaje por la Cámara de Diputado no fue más candidato?
-No, no. Eso fue accidental. Fue ese día y donde se votó un importantísimo proyecto de autorización del Capitán Miranda. Pero aproveché la media hora previa no para quejarme como hacen todos lo que la usan, sino que era el momento en que estaba surgiendo Casa Amiga y me pareció que valía la pena que quedara en las actas un esfuerzo común de la sociedad salteña no igualado hasta ahora en cuanto a su dimensión.
-¿Cuando pasa al Partido Demócrata Cristiano, es cuando desaparece la Unión Cívica o fue antes?
-En el año 62 la Convención de la Unión Cívica resolvió cambiar el nombre por Partido Demócrata Cristiano y comunicó eso a la Corte Electoral que a través de una resolución aceptó el estatuto partidario y declaró cancelado el lema Unión Cívica del Uruguay. Por eso cuando a la salida de la dictadura se le admite a los veteranos que habían quedado en la vieja Unión Cívica del Uruguay, el nombre fue Unión Cívica solamente.

“EN LA EDUCACIÓN
TENEMOS ELCENTRO DE
TODOS LOS PROBLEMAS”

-Su trayectoria política lo habilita para opinar si actualmente ha habido una degradación de la política o de los políticos.
-La política la hacen los políticos. La política como elemento fundamental yo la creo imprescindible en cualquier sociedad humana. Es decir, el trabajar para la polis es elemental porque una nación sin una dirección está librada al atraso y a la falta de progreso. La calidad de la política la hacen los políticos y ahí sin distinción de partidos.
Yo puedo decir que en la década del 50 cuando estaba estudiando en Montevideo y tenía una tarde libre me iba a la barra a escuchar los discursos de gente de todos los partidos. Porque Zelmar Michelini estaba aún en el Partido Colorado pero era una clase escuchar una argumentación de Zelmar o de blancos como Washington Beltrán, gente que tenía una preparación impresionante.
-Está bien, la doy por contestada, pero con mucha sutileza ¿Quién lo marcó de aquella época?
-Primero Brena y después Juan Pablo Terra. Juan Pablo Terra era un hombre que tenía una modestia impresionante era hijo de Horacio Terra Arocena, otro gran legislador de la Unión Cívica, pero con un pensamiento mucho más conservador. Juan Pablo trae al Uruguay una serie de conceptos que no sé si han sido valorados adecuadamente. En cuanto a coraje fue el que denunció al “Escuadrón de la muerte”, cuando todavía no habían disuelto las cámaras. En cuanto a capacidad legislativa la Ley 13.728 que transformó la construcción en el Uruguay con las cooperativas, especialmente las de ayuda mutua, es una obra casi en un 80% de su autoría. El estudio sociológico que hizo sobre la pobreza y la niñez en el Uruguay se adelantó varios años a los actuales índices que hoy dan los organismos nacionales e internacionales. Haber seguido la humilde forma de enseñar y de construir que tenía Terra es algo que yo lo considero como un honor y no me olvido que sus relaciones internacionales permitieron la creación del CLAEH que es un instituto trascendente en la vida educativa del país.
-No me nombró ningún político contemporáneo.
-Hoy no iría a las barras de la Cámara. Porque algunas veces escucho trozos que emiten por la radio o televisión de exposiciones que realmente no tiene sentido y que no se conozca a un legislador porque nunca participó, nunca presentó un proyecto o nunca defendió una cosa, son cosas que llaman la atención. Hay ejemplos en todos los departamentos y en todos los partidos. Yo no sé si la gente intelectual no quiere mancharse entrando en política o si realmente la política ejercida por este nivel de discusiones hace que la gente se retraiga. Al último político al cual le tengo mucho respeto es a Líber Seregni, que curiosamente lo conocí en Salto cuando todavía no era el líder del Frente Amplio.
-Se lo presentó Héctor Fernández Ambrosoni…
-Exactamente el día que inauguraron la Planta de Pasteurización. ¿Puedo preguntar yo?
-Sí, por supuesto.
-¿Para los periodistas los políticos son lo mismo que antes?
-No.
-Coincidimos.
– Hay un descreimiento en la gente hacia la mayoría de los políticos. Podríamos poner muchos ejemplos, pero le doy uno solo. Un edil en la Junta agredió ordinariamente a otro edil y éste quiso agredirlo físicamente. Eso antes era impensado.
-En en el año 59 fui a una sesión de la Junta Departamental como edil, donde había ediles de los partidos minoritarios que eran Adolfo Silva, Francisco Rocca y Andrade Ambrosoni. Gente con un nivel excepcional. Pero en los partidos tradicionales estaba nada menos que el Dr. Juan Carlos Rocca, Rodríguez Iribarne, Casabán, gente que tenía niveles de exposiciones respetables.
El único lío que recuerdo en la Junta Departamental fue cuando los colorados querían ponerle a la Plaza Treinta y Tres, Baltasar Brum. Ahí hubo una reacción generalizada de la población e incluso de algunos colorados que consideraban no había dimensión en esa sustitución. Hubo una especial tensión en la junta que estaba en el edificio de Juan Carlos Gómez, pero no se llegó a una agresión se transó, el nombre del barrio Baltasar Brum sale de esas circunstancias.
-Hoy impensable ese tipo de acuerdos. Además una degradación política ayudada por las redes sociales, donde, incluso, hasta integrantes del gabinete departamental, concretamente de Cultura, hacen alusión al 2 de noviembre con la muerte de un partido o de un ex intendente.
-Sin dudas. En el tema educativo creo que tenemos el centro de todos los problemas del Uruguay. La pobreza es un problema todavía no está erradicada y debería estarlo, ya que es generadora de violencia.
La educación tiene una significancia trascendental. Yo milité en una FEUU aguerrida y dura, que hoy prácticamente no se la nombra porque no tiene el empuje. Soy contemporáneo de una FEUU de Álvaro y Daniel Díaz Mainardi, Arana, Gargano, Casartelli, gente que siguió trayectorias importantes en el país. Nosotros salíamos a la calle y hacíamos manifestaciones, pero siempre con respeto y en forma pacífica. En una ocasión fui recibido por el ministro del interior, Alberto Abdala, para autorizarnos a una manifestación acordando a que no habría violencia.

-Impensado que hoy Eduardo Bonomi reciba a integrantes de la FEUU
-Ni Bonomi, ni otros anteriores. Había una posibilidad de diálogo y conciencia, como en este caso de un hombre de primera línea de un partido tradicional. Eso hace que yo tenga discrepancias pero no sea enemigo de nadie en materia política. Y lo puedo confirmar. Cuando en el 84 volvimos a votar -que me encanta votar- tengo el honor de decir que el Partido Nacional me invitó a dar una conferencia en el Ateneo sobre Aparicio Saravia y que el Partido Colorado me invitó a su sede de calle Joaquín Suárez a dar una conferencia sobre los partidos políticos en el Uruguay. Eso para mí constituye una profunda importancia.
-Desde 1985 hasta hoy tuvimos 5 intendentes. Eduardo Malaquina, Eduardo Minutti, Ramón Fonticiella, Germán Coutinho y Andrés Lima. ¿Si tuviera que hacer un paralelo de los cinco qué me diría?
-A mi querido colega Malaquina le reconozco la capacidad de haberse dado cuenta que por determinada línea y con determinados elementos de colaboración no iba el asunto y que realizó una serie de obras trascendentes para el departamento. En el conjunto de las tres Intendencias, uno puede recorrer Salto y decir: Esto lo hizo Malaquina. Un ejemplo, el pavimento de la Costanera hasta playa Las Cavas es de una calidad que ha resistido todas las crecientes desde que se hizo y no tiene una sola rajadura, eso es calidad de obra pública. Podría decir que con “Dardo” Minutti (Eduardo) teníamos una relación desde niños, fuimos compañeros de clase en determinado momento cuando los de ciencias económicas y notariado dábamos preparatorio juntos.
En muchas ocasiones tuve el honor que me consultara sobre algunos aspectos. En su administración hubo honestidad y algunas obras como la Biblioteca Felisa Lisasola que realmente fueron muy importantes. Por razones obvias no quiero hablar de los tres siguientes, en dos porque me corresponden las generales de la ley y en la otra porque Germán, cada vez que iba a un acto público expresaba tener el honor de contar a su lado con su profesor.
-Usted vivió un hecho importante que fue haber manejado la transición entre el gobierno colorado y el primer gobierno del Frente Amplio. Fue un hecho muy elogiado teniendo en cuenta lo traumático que fue la transición de Coutinho hacia Lima con acusaciones de un bando y del otro.
-El lunes inmediato a la elección estábamos en calle Lavalleja y llamó Malaquina para pedirle a Ramón que fuera a hablar con él, Ramón me pidió que lo acompañara. Fue una conversación absolutamente de caballeros, los informes generales que le dio Malaquina eran los que se vislumbraban. Luego tuve una reunión con Malquina, el Cr. Rodríguez y todo su gabinete. Alquilamos una casa sobre calle Uruguay y la información se entregó en forma completa y se hizo un trabajo muy riguroso sobre los diferentes aspectos.
-Hubo un hecho en Salto que marcó un antes y un después dentro del Frente Amplio que fue la salida de Andrés Lima del PDC, traumática de un lado y del otro. Fue una “guerra” entre el PDC y la 888 que estoy convencido sigue hasta el día de hoy.
-Es probable que todos nos hallamos equivocado. El centro del tema estuvo en la candidatura a la diputación. Andrés y la gente que se fue con él -con quienes sigo manteniendo una amistad inalterable- pensaban que Andrés tenía el capital suficiente como para salir electo Diputado en las listas del PDC. Los demás pensábamos que así como se habían hecho acuerdos con el MPP y el sector de Felipe Carballo la primera vez, la segunda vez fue con el apoyo del Partido Comunista y del Partido Socialista y Alejandro Domostoj era el propuesto candidato. Ese fue el centro del tema.
Lima demostró que tenía la fuerza suficiente como para ser Diputado y lo volvió a reafirmar.
-¿Hubo algo más que no se ha dicho, ya que Lima en una entrevista concedida a CAMBIO dijo claramente “Con Fonticiella nunca más”?
-Reitero que puede haber habido circunstancias personales entre ellos. Yo no estuve presente en ningún momento en que Ramón y Andrés se dijeran malas palabras o se insultaran. Si las hubo cuestión de ellos dos.
-¿Qué siente haber tomado la comunión de manos del Papa Juan Pablo II?
-Me tocó organizar la venida desde el punto de vista de la prensa y tenía que sacar a los periodistas que venían en el avión y llegar antes que el Papa llegara al altar. Quienes habían sido seleccionados para comulgar con él, tenían que salir del lugar donde estaban sentados con una tarjeta y no me la habían dado y yo quise pasar y no me dejaban, hasta que una chica que tenía la tarjeta llegó corriendo y me la dio. Fue un momento muy importante. Más allá de algunos cuestionamientos que puedo tener con ciertas políticas de Juan Pablo II, representó una cierta consolidación que es mi fe religiosa en mundos donde era impensable que se realizara. Era una personalidad tan fuerte como para que cuente que también tuve el honor de darle la mano cuando subió al avión.
Tuve que llevar a los periodistas para que subieran antes al avión, el protocolo determinaba que él era el último en subir y por la puerta trasera subieron todos los periodistas y yo me acerqué donde estaba el Mtro. Peruchena con la Orquesta Municipal. Cuando el Papa baja del Papamóvil, Peruchena toca una canción tradicional polaca y Juan Pablo II en lugar de ir para la escalera del avión se fue hacia la orquesta, sin guardia ni seguridad y cuando volvía el único que estaba allí era yo y me dio una bendición especial, supongo que habrá contribuido a perdonar mis pecados (risas).
-¿Cómo ve a Salto actualmente?
-Lo veo en un proceso de transición. Desde el punto de vista de la recuperación urbanística hay cosas que están siendo arregladas y que confío que siga y que la administración sea todo lo eficaz que tiene que ser para las cosas fundamentales. Más allá del intendente yo creo que Salto tendría que tener dos cosas en proyectos concretados. Mis humildes conocimientos históricos me dicen que ningún pueblo ha llegado a conformar un país económicamente fuerte e importante sin tener un proceso industrial, por lo menos desde hace 200 años a esta parte es así.
En Salto o las industrias que tiene son demasiado primarias y con algunas dificultades o le falta una capacidad de no ser solamente un gran departamento lanero o ganadero. Hay hoy una cantidad de elementos de tecnología que se pueden instalar en cualquier parte. Yo no veo un Parque Agroalimentario, sino una zona franca donde se instalen elementos tecnológicos. Nuestra ubicación geográfica permitió en su momento un desarrollo formidable porque el río era utilizable. Hoy el río no permite el transporte de cargas, sus líneas férreas no son adecuadas y una ruta que no está preparada para camiones de envergadura. Entonces creo que el gran futuro en cuanto a desarrollo, incluso en cuento a demografía de la ciudad, radica en lograr una mayor industrialización.
Por otro lado Salto debe analizar como sale de la forma cuadriculada de la ciudad, que recoge los planos que tenían los romanos 2.000 años atrás. Pero el mundo circula en otra forma y hay que determinar que ciertos transportes no pueden entrar a la ciudad. Desearía que algún gobernante se le ocurriera gastarse unos pesos en una planificación diferentes en cuanto a la cuadrícula.
Tenemos que ir generando diagonales y transversales e ir construyendo por zonas, depósitos, casa habitación, transporte de carga, una planificación grande de la zona suburbana y comienzo de la zona agrícola ganadera. De lo contrario estaremos condenados a tener siempre calles angostas.
-¿Cree que también la actividad periodística a tenido un retroceso?
-Principalmente en lo que respecta a redacción, que hoy se observa sin un nivel literario. En Uruguay hubo periodistas que después fueron grandes escritores como el caso de Onetti. Hay dificultades para encontrar sinónimos o para no repetir siempre los mismos términos o construir la frase de la misma manera.
-Nombre tres periodistas de Salto que usted haya admirado.
-Me voy a referir a tres periodistas que ya no están. Alfonso Cardozo, dentro de la humildad de su vespertino, el sacrificio y dedicación de sus ideas hizo que mantuviera un diario que había estado clausurado mucho tiempo. Luis Alberto Tevenhet y Adolfo Silva Delgado, que no solamente fue fundador de El Pueblo sino que fue un hombre con el cual tuve una amistad muy profunda.
Carlos Artía constituyó también un elemento muy importante para el departamento de Salto.
-¿Cómo es un día en la vida del Esc. Enrique Cesio?
-Levantarme temprano, es decir entre 7 y 7 y 30, hacer un desayuno específico para diabético con frutas y lácteos. Correr a la computadora a ver qué mensajes tengo, especialmente de los buenos amigos, también para darle una lectura a los diarios que no son de Salto, incluido algún diario inglés. Conectarme con compañeros de las asociaciones a la que estoy vinculado. Preguntarle a mi señora que mandados hay que hacer y hacerlos. Tengo libreta autorizada vigente.

 

FUENTE DIARIO CAMBIO