Aunque uno de cada cuatro adultos experimentará sufrimiento mental en algún momento de su vida, pocos recibirán ayuda cuando se presenten en un servicio de emergencias. Según cálculos de la OMS, alrededor de ocho de cada diez personas con trastornos graves de salud mental no accede a la asistencia. Sin embargo, la mayoría de los que tienen padecimientos físicos sí recibe cuidados con sólo presentarse en una guardia o un hospital público.
«Es grande, en todo el mundo, la brecha entre la necesidad de tratamiento de los trastornos mentales y su prestación -afirma el doctor Hugo Cohen, integrante del Comité de Expertos y del Equipo Regional de Intervención en Salud Mental en Desastres de la OPS, además de vicepresidente para Latinoamérica, de la WFMH-. Por ejemplo, entre el 76% y el 85% de las personas con trastornos mentales graves no recibe tratamiento alguno en los países de ingresos bajos y medios; los países de ingresos altos también presentan valores elevados, de entre el 35% y el 50%.»
Al tope del ranking
Para Cohen, es prioritario aplicar la ley de salud mental que prevé cambios culturales, de organización y de capacitación. «De alguna forma, esto es similar a lo que ocurrió con el VIH/sida -dice el sanitarista-. Si hace 30 años hubiéramos planteado que los pacientes fueran al mismo quirófano o se atendieran en consultorios odontológicos generales, se habría armado un revuelo. ¿Qué cambió? La actualización, la legislación y la aparición de un movimiento muy activo de los propios afectados que se manifestaron para que las leyes se aplicaran. Éstos son los ejes que hoy debemos perseguir en salud mental.»
«La tasa de asistencia de los trastornos mentales es muy, pero muy baja -coincide el doctor Marcelo Cetkovich Bakmas, jefe del Departamento de Psiquiatría de Ineco y de la Fundación Favaloro-. Los datos son abrumadores: las personas con trastorno bipolar mueren antes y reciben menos atención médica, incluso en países como Suecia. No tenemos datos locales, pero esto va en contra de la idea de que hay mucho sobrediagnóstico y sobretratamiento. En la Argentina hay mucha oferta en el campo de la salud mental que tal vez beneficie a personas que no tienen un real padecimiento psíquico.»
El especialista explica que «los «primeros auxilios psicológicos» están focalizados en la preparación de todos aquellos que, sin ser trabajadores de la salud mental, tienen la posibilidad de ser los primeros en entrar en contacto con quienes han atravesado una experiencia traumática, como víctimas o testigos de crímenes o catástrofes, inmigrantes, etcétera). El ejemplo más típico es el de alguien que sufre un accidente vial y presencia la muerte de un familiar. Esa persona debe ser objeto de atención inmediata.»
Los padecimientos mentales se ubican al tope del ranking de carga de enfermedad (días perdidos por discapacidad) elaborado por el Banco Mundial. Según este organismo, desórdenes mentales tales como la depresión originaron costos estimados en alrededor de 800.000 millones de dólares en 2010, una cifra que podría más que duplicarse para 2030.
Otro trabajo, firmado por el argentino Daniel Vigo, del Equipo de Sistemas de Salud Global de la Escuela de Salud Pública de Harvard, llegó a la conclusión de que los problemas mentales son responsables de un tercio de la discapacidad global e igualan la discapacidad y la mortalidad de cardiopatías y ACV sumados.
La idea de un curso en primeros auxilios psicológicos aplicable a todos los individuos fue descripta en 1945, pero durante décadas pocos pensaban que fuera posible. Una revisión realizada por la OMS en 2009 mostró la efectividad de este enfoque.
«Muchos de los que pasan por sufrimiento psicológico, crisis personales y desórdenes mentales pueden beneficiarse de estos primeros auxilios -consigna el profesor Gabriel Ivbijaro, director de la WFMH, e insta a luchar contra el desconocimiento y el estigma que impide el acceso a la ayuda-. No podemos permitir que esto continúe, porque sabemos que no puede haber salud sin salud mental.»