Durante el comentario del Evangelio del ayer, antes de rezar el Ángelus dominical en la Plaza de San Pedro, el Papa Francisco invitó a los fieles congregados a mirar el bien que todas las personas tienen dentro y sacarlo al exterior, y no quedarse solo en los pecados, como hizo Jesús con el publicano Zaqueo.
“A veces tratamos de corregir o de convertir a un pecador regañándolo, o sancionando sus errores y su comportamiento injusto. La actitud de Jesús con Zaqueo marca un camino diferente: muestra al pecador su valor, el valor que Dios nos da a pesar de todos nuestros errores y de nuestros pecados”, explicó.
El Pontífice aseguró que este comportamiento “puede provocar una sorpresa positiva”, ya que “ablanda el corazón e impulsa a la persona a sacar el bien que tiene en su interior”.
De esa manera se otorga a las personas “la confianza necesaria para crecer y cambiar. Así se comporta Dios con todos nosotros, no permanece bloqueado por nuestro pecado, sino que lo supera con amor y nos hace sentir nostalgia del bien”.
“Todos hemos sentido esa nostalgia del bien tras haber cometido un error –afirmó el Santo Padre–. Eso es lo que hace nuestro Padre Dios, lo que hace Jesús. No hay ninguna persona que no tenga algo bueno en su interior. Y eso es lo que mira Dios para tratar de sacarlo del mal”.
En su enseñanza, Francisco recordó cómo Zaqueo, marginado por su comunidad por ser colaborador de los invasores romanos y por haberse enriquecido con los impuestos del pueblo, se subió a un árbol para ver pasar a Jesús.
“Cuando llega junto a aquel árbol, Jesús alza su mirada y le dice: ‘Zaqueo, desciende rápido, porque hoy debo alojarme en tu casa’. ¡Podemos imaginarnos el estupor de Zaqueo!”. El Papa se preguntó: “Pero, ¿por qué Jesús dice ‘debo alojarme en tu casa’? ¿De qué clase de deber se trata?”.
El Papa recordó cómo, tras este gesto de Jesús, el Evangelio explica que todos murmuraban: “‘¡ha entrado en casa de un pecador!’. Si Jesús le hubiera dicho: ‘¡Desciende, estafador, traidor del pueblo! ¡Ven a hablar conmigo, que vamos a ajustar cuentas!’, seguro que el pueblo habría aplaudido. En su lugar murmuraban: ‘Jesús ha entrado en casa de un pecador, de un explotador’”.
“Jesús, guiado por la misericordia, lo trató como a sí mismo –destacó–. Cuando entra en casa de Zaqueo, dice: ‘Hoy a esta casa ha llegado la salvación, porque este también es hijo de Abraham. El hijo del hombre vino a buscar y a salvar al que estaba perdido’. La mirada de Jesús va más allá de nuestros pecados y prejuicios. ¡Esto es lo importante! Deberíamos aprenderlo”, aseveró.
“La mirada de Jesús va más allá de pecados y prejuicios, ve a la persona con los ojos de Dios, que no se detiene en los errores del pasado, sino que pone la mirada en el futuro. Jesús no se resigna ante las puertas cerradas, sino que las abre siempre, siempre abre nuevos espacios para la vida. No presta atención a las apariencias, sino que mira dentro del corazón. En este caso, el corazón de este hombre permanecía herido, herido por el pecado de la codicia, por las muchas cosas malas que había hecho Zaqueo. Contempla aquel corazón herido y acude a él”.
Evangelio comentado por el Papa:
Lucas 19:1-10
1 Habiendo entrado en Jericó, atravesaba la ciudad.
2 Había un hombre llamado Zaqueo, que era jefe de publicanos, y rico.
3 Trataba de ver quién era Jesús, pero no podía a causa de la gente, porque era de pequeña estatura.
4 Se adelantó corriendo y se subió a un sicómoro para verle, pues iba a pasar por allí.
6 Se apresuró a bajar y le recibió con alegría.
7 Al verlo, todos murmuraban diciendo: «Ha ido a hospedarse a casa de un hombre pecador.»
8 Zaqueo, puesto en pie, dijo al Señor: «Daré, Señor, la mitad de mis bienes a los pobres; y si en algo defraudé a alguien, le devolveré el cuádruplo.»
9 Jesús le dijo: «Hoy ha llegado la salvación a esta casa, porque también éste es hijo de Abraham,
10 pues el Hijo del hombre ha venido a buscar y salvar lo que estaba perdido.»