Las personas obesas y las adictas a los juegos y a sustancias tendrían mayores problemas que la población sana a la hora de tomar decisiones. Así lo afirma un nuevo estudio realizado en España por Hospital Universitario de Bellvitge (HUB) y el Centre d’Investigació Biomèdica en Xarxa d’Obesitat i Nutrició (CIBEROBN).
En uno de los trabajos realizados por este equipo de investigadores se comparó a 106 pacientes con adicciones a sustancias, 178 con trastornos del juego y 194 personas sanas. A todos ellos se les realizó una prueba neuropsicológica en formato de videojuego con cartas, el Iowa Gambling Task (IGT), que permite medir hasta qué punto una persona va aprendiendo de sus errores para adoptar la decisión que más la beneficia.
Los resultados de la investigación demostraron que las personas obesas y las que sufren adicciones a los juegos y sustancias obtuvieron peores puntuaciones que el grupo de las personas sanas. Al mismo tiempo, también se observaron diferencias específicas asociadas a cada trastorno. Por ejemplo, los pacientes con obesidad empiezan a aprender más tarde y más lentamente de sus errores que las personas sanas; mientras que los que sufren adicciones a sustancias aprenden antes, pero después mejoran más lentamente, y los pacientes con trastorno del juego toman decisiones más aleatorias y no aprenden durante la actividad que están llevando a cabo.
“La toma de decisiones implica hacer un balance de los beneficios y perjuicios de llevar a cabo una acción y, en este balance, las emociones, las motivaciones y las cogniciones tienen un papel importante”, comenta Fernando Fernández-Aranda, director de la Unidad de Trastornos de la Conducta Alimentaria del HUB, que añade: “Si hay una alteración en el proceso de toma de decisiones, esto puede tener repercusiones en la salud”.
Daños reversibles de la anorexia
Otro de los estudios que llevaron a cabo los investigadores tenía como objetivo examinar la toma de decisiones de 42 pacientes con anorexia nerviosa y 46 personas sanas con un peso normal. En esta investigación se evaluaron las funciones cognitivas al inicio del programa de tratamiento en el Hospital Universitari de Bellvitge, y después al cabo de un año. Se observó que el rendimiento en la toma de decisiones de las pacientes con anorexia nerviosa, al empezar el tratamiento ambulatorio, era más bajo que el del grupo control. No obstante, las personas que consiguieron una remisión completa de la enfermedad al cabo de un año (el 74%) presentaron un rendimiento similar al de los controles de la prueba. Así pues, el estudio demuestra que, si la anorexia remite, los efectos de la enfermedad sobre el cerebro también desaparecen.
El doctor Fernández – Aranda considera que el hallazgo es “muy esperanzador”, ya que algunas teorías sostienen que la malnutrición propia de la anorexia tiene un efecto nocivo permanente a nivel cerebral. Los resultados fueron presentados en la 22ª Reunión de la Sociedad de la Investigación de los Trastornos Alimentarios celebrada en Nueva York, Estados Unidos, y se han publicado en destacadas revistas científicas internacionales.
FUENTE LA VANGUARDIA